capítulo 20

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sofía ortiz

El garaje de Red Bull era una locura. Verlos en primera persona hacer el cambio de neumáticos, como vivían cada movimiento que hacían sus pilotos, buscando una posición más, y otra, y otra... Era emocionante, tanto que incluso si yo no me consideraba especialmente fanática de esta escudería (ver como Charles iba ganando puestos me ponía más eufórica, aunque no podía demostrarlo estando aquí) era imposible no contagiarse del sentimiento que transmitían.

Manuel, a mi lado, siempre que no estaba revisando telemetrías, se acercaba a hablar conmigo, explicarme un poco lo que veía él en la pantalla, ya que a pesar de que su trabajo era impecable (nadie me lo había dicho, pero conociendo al chico, estaba segura), su ingeniero principal seguía siendo Hugh. Sí, él era su mano derecha, pero podía sacar un par de minutos para atenderme, incluso cuando le dije que no era necesario.

Ni hablar de la euforia que explotó cuando acabaron, con Verstappen victorioso y Checo en un cuarto puesto, que si bien no era un podio, habían tenido problemas con el paquete de mejoras, y se lo tomaban como un primer puesto. Todos estaban como locos, abrazándose, dándose pequeños golpes en los hombros o en la espalda en forma de apoyo. Hasta los ojos de Manuel brillaban de emoción, y con eso pude recordar por qué me hacía tanta ilusión trabajar en este sector.

Me había especializado en periodismo laboral debido a mi padre, quien casi me echa de casa cuando hablé de periodismo deportivo. "Aquí no hay tradición de grandes deportes, Sofía. No vas a conseguir un puesto si vas por ahí." Lo recordaba a la perfección. Estuvimos muchas horas peleando, mi madre había intentado mediar en el conflicto pero era imposible. "Ya hice un gran esfuerzo contigo cuando decidí pagarte una carrera así, ¡mira a tu hermana! ¡Es médica! ¿Sabes lo que me costó encontrar un trabajo que estuviese dispuesto a admitirte al acabar la carrera?". Y muchas cosas más que se resumían a "He hecho un gran esfuerzo para mantenerte, me lo debes" y mucho blablabla.

No tuve mucha opción una vez que decidió dejar de pagarme todo si no lo hacía. Encontrar un trabajo con el que compaginar las horas de clase resultó imposible, y si lo hacía, no llegaba a cubrir gastos, por lo que tuve que ceder. Aunque no dejé el mundo del deporte del todo. Para acabar mis estudios, me centré en una mujer, dueña de una agencia de ojeadores deportivos, buscando hablar del papel femenino en un mundo tan puramente masculino, buscando una forma de mantener viva mi pasión y tener a mi padre contento.

Aquí, más que nunca, me arrepentía de no haber peleado más, aunque sabía bien que había hecho todo lo que pude, tanto que no desistí hasta que mi cuenta bancaria estuvo en números negativos por pagar gastos que no podía asumir. Al recordarlo, fue imposible no poner una sonrisa triste, nostálgica, pensando que podría haber llegado aquí y me lo impidieron.

— ¡Sofía! ¡Ganamos! ¡Estamos a nada de Ferrari en el campeonato! — Manuel gritó, abrazándose a mí, y fue imposible no devolvérselo con una pequeña risa

— No sé si eso debería alegrarme mucho — Bromeé, sabiendo que él conocía mi fanatismo por la escudería italiana — Pero estoy muy orgullosa de ti, Manu. Lo has hecho genial — Le dije, separándome de él, mientras me miraba fijamente a los ojos. La verdad que después de unos segundos así, en silencio, me sentí un poco incómoda — Vete a celebrar con tu equipo, yo esperaré aquí a que vuelvas

— ¿Hm? — Salió de su trance — Oh, sí, claro. Nos vemos en un rato, que tenemos que ir al podio, ¿quieres venir? — La verdad que de pensar que la familia de Carlos estaría ahí, con la posibilidad de que Charles me viese entre la multitud, por remota que esa situación fuera, me ponía nerviosa.

— Qué va, ese no es mi sitio. De verdad, te espero aquí. Juro que no me pierdo — El joven se rió asintiendo, mientras iba con el resto del grupo.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora