capitulo 54

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sofía ortiz

Llegamos a la habitación del motel en pleno silencio. Habíamos parado en el primero que encontramos, idea de Carlos, quien probablemente pensaba que lo que más necesitaba ahora mismo, era privacidad.

En realidad, yo estaba bastante bien. Lo que más me descolocaba era el escenario y la presencia de mi padre que me traía tantas escenas desagradables. Incluso siento que eligió esa casa a propósito para pillarme con la guardia baja y más vulnerable que de costumbre.

Sin embargo, Carlos salió a defenderme. Ese hombre que ahora estaba sentado en un lado de la cama mirando su teléfono.

Una pequeña sonrisa apareció en mi cara según me acercaba a él, quitándole el móvil mientras me subía a su regazo con rodillas a los lados de sus caderas, dejando el dispositivo en la mesilla.

—¿Estás bien?—Su tono de voz era preocupado, mientras me rodeaba la cintura con sus manos.

—Muy bien...—Murmuré, mis manos en su pelo, jugueteando con él. Su cabello era suave, me encantaba hacerle eso.

—De verdad que no necesitas fingir, no pasa nada...—Tiré un poco de su pelo, haciendo que me mirase a los ojos desde abajo.

—Estoy bien, Carlos. Estoy aquí, contigo, los dos solos...—Una de mis manos bajó lentamente, trazando la barba de un par de días que empezaba a crecerle.—Y tengo que decir, que allí te veías muy sexy, defendiéndome, con esa cara que pones cuando estás enfadado...—Me mordí el labio. Estaba jugando un poco con él, pero no mentía en que me había gustado lo que había hecho.—Una pena que estuviésemos en público...

—Sofía...—Murmuró, aún inseguro de si debería ceder a la situación que yo estaba provocando.

—Como sigas hablando y dudando te juro que me levanto y lo hago yo sola.—Amenacé, aunque probablemente no lo haría, pero pude ver como eso terminaba de convencerle. A veces amaba lo fáciles que podían ser los hombres.

—Oh no, cariño... No harías eso. Al menos no sin mí mirando, ¿crees que no te conozco?—Su agarre se intensificó, pegándome a él. Oh joder, ya recordaba por qué nunca había sido capaz de olvidarme del polvo que echamos.—No creas que puedes jugar conmigo tan fácil, nena...—Ya notaba el calor familiar en el vientre bajo, y la voz de Carlos hablándome sucio no ayudaba.

—Yo creo que sí puedo...—Moví las caderas sobre el ya familiar bulto en sus pantalones, viendo como cerraba los ojos por el placer.

—No juegues con juego, cariño, ya sabes lo que pasa...—Me advirtió, pudiendo ver la tensión en su mandibular intentando controlarse. Yo, por otro lado, besaba su cuello.

—Yo quiero quemarme, Carlos...—Susurré en su oreja, justo antes de morder su lóbulo, y eso fue su último ápice de cordura antes de cogerme por la nuca y besarme.

Era un beso hambriento, exigente, duro. Exactamente como a mí me gustaba. Tanto tiempo reprimiéndonos casi me había hecho olvidar lo compatibles que éramos en la cama. Siempre se adelantaba a mis movimientos, observaba mis reacciones y aprendía lo que me gustaba.

Antes de darme cuenta ya me había dado la vuelta, tumbándome en la cama con él encima, ambos jadeando por la falta de aire, pero a él le dio igual. Me besó de vuelta solamente tras unos segundos, mientras sus manos levantaban ansiosamente mi top, agarrando mis dos pechos con ímpetu.Gemí contra su boca, mis caderas moviéndose contra él buscando más contacto.

—Pequeña chica ansiosa...—Susurró contra mi boca, separándose de mis labios con una pequeña sonrisa socarrona. Él sabía lo mucho que me gustaba ese tira y afloja en la cama, solo me prendía más.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora