capítulo 38

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sofía ortiz

Ahora mismo, quería morirme. Lo que había pasado la noche de Silverstone me atormentaba, me alejaba de todos los pilotos, aunque los de Red Bull me lo ponían difícil. Lo bueno, es que como jefa de marketing podía delegar mi trabajo.

Normalmente era algo que no me gustaba, porque si había algo que amaba eran las redes sociales, el trabajo de edición, grabar, nunca había pensado que algo así acabaría apasionándome tanto. Por ello, quería hacerlo yo sola, bueno, no sola, pero me gustaba estar allí viéndolo y estar segura de que me gustaba.

En cualquier caso, prefería evitar a cualquier piloto que se hubiera enterado de mi "animada" vida sexual, lo cual era bastante difícil, teniendo en cuenta que seguía siendo fin de semana de carrera, esta vez en Spa, la última antes del descanso de verano.

Christian me había permitido faltar a Hungría, me habían invitado a un evento de una famosa marca de maquillaje, y en cuanto le dije que estaban dispuestos a patrocinarnos si daba una buena impresión, casi me rogó asistir, siempre y cuando siguiera cuidando mi trabajo.

Por cierto, sí que lo había conseguido, yo misma lo había anunciado en redes hace unas horas, y mi querido jefe estaba bastante contento, por eso no me estaba haciendo pasear por el paddock como normalmente, y yo no podía estar más agradecida.

De hecho, estaba tan feliz con lo que hice que incluso decidió costearme unas vacaciones para el descanso de verano, en Mallorca. No lo pensé demasiado antes de aceptar, puesto que según él era mi "recompensa". Incluso decidió hacerlo un viaje doble para poder llevar a una amiga conmigo.

Mi único problema ahora mismo es que me había bajado la regla, hacía tiempo que tomaba la píldora anticonceptiva para aminorar los dolores tan fuertes, pero era inevitable que de vez en cuando volvieran, o eso había dicho mi médico cuando se lo comenté.

Los calambres llegaban a mis piernas, y sentía casi todo el abdomen adolorido, pero no podía irme, ya me había escaqueado mucho, y si la gente en mi escudería no estaba totalmente a gusto con mi entrada (a pesar de que no me lo decían, pero lo sabía), menos si me iba durante dos semanas de trabajo seguidas.

Estaba apoyada en una pared un poco alejada del bullicio, con el sol golpeándome en el cuerpo suavemente, ayudando con el frío que seguía presente en Bélgica, a pesar de ser verano.

— Vaya, en territorio Ferrari, cualquiera pensaría que te gusto, cariño — Un acento español interrumpió el silencio del que estaba disfrutando.

— Joder, Carlos, no estoy de humor hoy, y ni siquiera estoy cerca de Ferrari, solamente quería irme lejos de todo el lío que hay... — Respondí, cansada

— ¿Segura? — Abrí los ojos, para verle señalando el bloque de metal rojo, que es cierto que era el más cercano a donde me encontraba

— En todo caso si viniese a Ferrari sería por Charles — No pude evitar reírme, pero no duró mucho antes de que mi risa tornase a una mueca de dolor

— Parece que el humor no lo pierdes después de todo, pero te ves fatal...

— Guau, Sainz, tú si que sabes halagar a una mujer — Rodé los ojos — Además, ¿desde cuando te interesa lo que me pasa?

— Desde que me entretengo haciéndote rabiar — Se encogió de hombros

— No te importa. — El español suspiró, cruzándose de brazos

— Si lo prefieres podemos hablar de por qué has estado huyendo de todos los pilotos, casi corres cada vez que los ves a lo lejos, y no son imbéciles. Han preguntado por ti a Max y Checo, y tampoco los has visto, y eso que normalmente estás pegada a ellos. — Me mordí el labio nerviosa, no esperaba que lo notasen, aunque tampoco fui la persona más discreta

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora