capítulo 24

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carlos sainz

Puede, y sólo puede, que me haya pasado un poco. Me había ofuscado demasiado, pero en mi defensa, ¡ella me provocó!

Vale, es posible que esa tampoco sea la mejor excusa, lo admito. Siempre perdía el control cuando se trataba de ella. Sabía que botones presionar cuando se trataba de mí, me llevaba al límite, y joder, eso me encantaba. No lo diría en voz alta, pero Sofía ha sido probablemente la única mujer que me ha desafiado en la vida, y me volvía loco.

De hecho, eso fue lo primero que me llamó la atención de ella. Como me rechazó con esa confianza, porque no iba a dármelo en bandeja. Tuve que ganármelo. Ninguna mujer había hecho eso conmigo. Normalmente se mostraban dóciles, como lo que pensaban que me gustaba. No tenía que estar a la defensiva con ninguna, ni pensar contestaciones ingeniosas a frases cargadas de ironía. Me lo ponían fácil. Puede que eso no me gustase tanto como creía...

No. No podía pensar en eso. No ahora, acababa de quedar con Isabel para hablar sobre nosotros y todo lo que había pasado el día anterior. Aunque yo ya tenía clara mi posición. La quería. Era fácil hacerlo, no dolía ni era tenso. El amor debía ser eso, ¿verdad? Sencillo, natural. Con ella lo era.

Por lo poco que me había contestado a los mensajes, me pude enterar de que pasó la noche junto a una amiga suya que vivía en Barcelona. Usualmente, cuando veníamos, era por mi trabajo, y siempre nos quedábamos juntos, pues eran pocas las veces que ella se podía permitir venir a las carreras, o yo ir a Madrid durante la temporada, así que aprovechábamos todo el tiempo que podíamos. Y este fin de semana teníamos ese tiempo, y Sofía lo arruinó.

Dios, es tan inmadura. Yo solamente quería pedirle que no viniese a más carreras, y ella solamente decidió retarme, llevarme hasta el filo del abismo de mi conciencia y provocar que me tirara, perdiendo todo el control sobre lo que decía o hacía. Lo odiaba.

Estaba a punto de llegar al lugar donde había quedado con mi novia, cuando pude distinguir a alguien conocido a lo lejos. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué estaba tan bien vestida? Hace sólo unas horas estaba recién levantada y con una resaca de campeonato. Ahora, estaba radiante. Bueno, siempre lo estaba, pero... Nunca la había visto arreglada tan formalmente. No iba con su estilo, pero se veía preciosa.

No me atreví a acercarme, no con lo que le había dicho. Había cruzado un límite. Ni siquiera pensaba eso de ella, simplemente me arrinconó de una forma que solté lo primero que se me pasó por la mente.

Giré la cabeza, entrando al restaurante del que ella parecía haber salido, lo cuál me hacía preguntarme aún más qué hacía allí. Era demasiado pronto para comer aquí. ¿Y si había quedado con el chico con el que estuvo ayer? ¿Lo conocería? 

Probablemente sí, si fue en la fiesta. Conocía a prácticamente todos los que estuvieron en la discoteca. Tal vez si preguntaba a Lewis, que siempre se enteraba de todo, podría decirme...

— Hola... — Miré hacia donde venía la voz. Joder, por un momento me había olvidado de nuestra cita. Me levanté para recogerle la silla, mientras ella se sentaba con gracia y yo volvía a mi sitio.

— Hola — Sonreí, actuando como si nada hubiese pasado. Como si no estuviese pensando en otra mujer cuando había quedado con la que se supone era la única en la que debía pensar.

— La verdad, no te ves muy bien — Apuntó ella, y fue imposible que no se me escapara una pequeña risa

— Digamos que no tuve mi mejor noche... Pero tú te ves radiante — Era una mentira piadosa, no me había fijado ni en lo que llevaba puesto, pero era una mujer muy guapa, así que no era falso.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora