capítulo 23

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sofía ortiz


Tan pronto como la llamada acabó, supe que tenía que ir al baño a darme una buena ducha. Después de lo que sea que pasó la noche anterior, podía notar mi cuerpo aún pegajoso, pesado. Ni siquiera había dormido lo suficiente, pero no me importaba.

Sabía que Horner, como buen británico, querría comer bastante pronto, al contrario del horario español, por lo que siendo ya casi las diez, no tenía demasiado tiempo. Más cuando vi el sitio al que me iba a llevar a comer y me vi obligada a pasarme por el piso de Lucía a por algo de ropa adecuada. Era un restaurante demasiado elegante para el único vestido que traje, el cual según mis mínimas nociones de protocolo era demasiado corto.

Lo cierto, es que Lucía y yo teníamos cuerpos bastante diferentes. Ella bien podría dejar su puesto como reportera para ser modelo, mientras que yo tenía una forma mucho menos estándar. Gracias a Dios (y por los precios del alquiler en Barcelona), mi amiga tenía una compañera de piso, que no tuvo problema en dejarme algo de ropa.

— Yo creo que el primer vestido también te quedaba genial — Marta, la chica que acababa de conocer, habló — Pero ese pantalón es mucho más... Girlboss

— Mejor, esa es justo la impresión que quiero a dar, no puedo firmar un contrato sin parecer profesional — Hablé, mientras seguía mirando el conjunto en el espejo

— Ah, sí, estuve leyéndolo, como te dije, y creo que un par de cambios te vendrían genial... Si puedes conseguirlos, claro — Resultaba que la chica era abogada, y tras contarle lo que estaba a punto de hacer, se ofreció muy amablemente a revisar el documento, y yo prometí pagarle su cuota en cuanto cobrase mi última campaña de publicidad, la cual aún no había publicado

— Probablemente, Lucía sabe lo persuasiva que puedo ser — Fue inevitable sonreír

— Ah no, no vas a seducir a Christian Horner como al camarero de ayer, ¿verdad? Porque en ese caso preferiría que fuese con Toto Wolff... — La mencionada respondió, y yo sólo pude soltar una carcajada

— Por dios, no. Me gustan mayores pero tengo un límite. — Negué con la cabeza — Hablaba de negociar de forma literal, idiota. Creo que si juego bien mis cartas y no dejo ver mi interés, puedo tener la posición de poder...

— Tú y tus extrañas maniobras... Aún recuerdo cuando negociaste tus horas de prácticas no remuneradas y conseguiste que te pagaran. Sigo sin saber cómo cojones lograste eso.

— Un mago nunca revela sus secretos — Respondí, girándome hacia mis espectadoras, que estaban las dos sentadas en la cama — A ver, ¿creéis que esta elección de ropa dice "soy una mujer que sabe lo que hace y vengo a firmar un contrato de trabajo"? — Las dos asintieron, y yo volví a mirarme, intentando sentirme un poco más segura en mi propia piel

Era capaz de conseguirlo, lo sé. Siempre había conseguido lo que quería en el ámbito laboral, pero era el puto director de Red Bull. Y yo un intento pobre de influencer que apenas estaba consiguiendo algo de fama en Europa con las pocas marcas más internacionales que me contactaban. Él me iba a subestimar, y yo tenía que mostrarme con una fortaleza que realmente no tengo. 

Tenía que parecer que sabía lo que hacía, que no era mi primera oferta de lo que mi progenitor denominaría "un trabajo de verdad". La compañera de mi amiga no lo sabía, pero me había ayudado enormemente. Con la información que me había facilitado, no parecería tan ignorante. Pero las palabras que el hombre me había dirigido ayer aún resonaban en mi mente. No sabes nada del deporte...

Negué con la cabeza, para sacarme esa idea y fijarme en la chica del reflejo. Llevaba un traje pantalón negro, bastante profesional, con una camiseta de tirantes blanca algo holgada en la parte de arriba y una americana. Por lo menos, los tacones que había traído para el fin de semana sí eran adecuados, y eso lo agradecía enormemente, porque ninguna de las dos mujeres calzaba el mismo número que yo.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora