capítulo 31

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sofia ortiz

El cansancio tiraba de mí mientras me revolvía en la cama. Recuerdos de la última vez que estuve en una situación así me atenazaron, y eso me hizo levantarme de golpe. Gracias a Dios, esta vez estaba propiamente vestida, el otro lado derecho de la cama (tengo la manía de dormir en el izquierdo) estaba perfectamente hecho. Respiré tranquila, mientras recordaba todo lo que había pasado en el club.

Yo realmente no quería venir. Lo juro. De verdad, me encanta la fiesta, pero quería ahorrarme el mal trago de estar rodeada de gente a la que sé que no le caigo bien. Entiendo que se sientan así, al fin y al cabo le había hecho algo bastante feo a Carlos, quien era su amigo. Además, estaba segura de que podían imaginar la verdadera razón de mi nuevo empleo, lo cual empeoraba las cosas.

Pero Max me había amenazado diciendo

Si no vienes a celebrar mi victoria, a la próxima dejo a Sainz pasar

Y el cabrón sabía que ese era mi punto débil. Mi enemistad con Carlos era la forma más rápida de convencerme. Así que ahora el neerlandés me había traído desde mi hotel, y yo ya estaba enfundada en un vestido y unos tacones, con un maquillaje bastante ligero, porque no pensaba quedarme mucho tiempo.

Nada más lejos de la realidad.

Cuando llegué todo fue algo incómodo, aunque Charles hablaba conmigo por cortesía (no más de unas cuantas palabras) y Verstappen estaba presentándome a los pilotos que no había conocido, incluso diría que los había evitado. En mi defensa, no creía que fuese agradable ser rechazada por tus ídolos.

No tuve más opción que beber una copa para soltarme un poco, y salí a bailar, sola. Eso siempre me animaba. No tardó mucho en acercarse Ricciardo conmigo a imitarme también.

¡Menos mal que la chica Red Bull se anima! ¡Sois todos unos muermos! ¡Venid a bailar!

Tardaron varios minutos, pero se nos acercaron más pilotos, un poco movidos por la emoción del australiano. De ahí todo fue viento en popa. Checo dijo que el podía beber todo lo que quisiese sin emborracharse demasiado, y yo lo reté, acabando en una competición. Yuki y yo descubrimos que compartimos un gran amor por la comida, aunque nos vimos interrumpidos a media conversación por Pierre y sus intentos juguetones de ligoteos.

Después de eso, pude hablar con los chicos Mercedes, quienes se rieron de mi acento claramente español mientras yo a veces me perdía en un inglés tan británico, y más cuando los shots de tequila ya me estaban afectando.

Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien de fiesta, bailando, hablando, jugando, conociendo gente... Fue inevitable pensar en que me faltaba algo. O alguien. Pero no dejé que eso me arruinase la noche.

Una vez había conseguido rememorar la mayor parte de la historia, fue imposible que una sonrisa no se me dibujase en la cara. Eran chicos maravillosos, y parecía que ya no sentían ese resentimiento hacia mí, cosa que haría mi trabajo mucho más fácil. No podía negar que me daba un poquito de miedo salir del garaje porque fuera de las cuatro paredes azul marino seguía sintiéndome fuera de lugar.

Me levanté de la cama, lista para hacer mi maleta para el próximo Gran Premio. Al haberme incorporado a mitad de temporada, las vacaciones las tenía extrañamente cerca, pero eso no aligeró mi carga de trabajo.

En cuanto terminase la maleta, tenía que acercarme a donde quedé con los chicos de los dos equipos de Red Bull, lista para grabar un nuevo vídeo para el canal de YouTube. La presencia de Daniel siempre aplacaba a Max, mientras que Checo y Yuki eran una increíble pareja para estabilizar la dinámica, impidiendo que los dos mejores amigos se vayan por las ramas. No podía salir mal.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora