capítulo 43

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sofia ortiz

¿Alguien sabe cuál es la pena de asesinato? Yo creo que no puede ser tanta, es decir... El juez se apiadaría de mí cuando le dijese porqué, ¿verdad? 

Es decir, viendo lo gilipollas que Carlos estaba siendo, hasta alguien así estaría de mi lado. Además María me ayudaría, eso seguro que hace que se reparta el castigo entre las dos...

Ahora mismo, todos estábamos mirando al español, aunque lo que estábamos sintiendo las dos mujeres nada tenía que ver con el resto de hombres. Nosotras solamente queríamos saltarle a la yugular.

— Vosotros... — Miguel empezó, y tan pronto oí su voz (acompañada de un codazo de la castaña a mi lado), me recompuse, dispuesta a contestarle al imbécil al que estaba a punto de sacarle los ojos.

— ¿Seguro que lo tienes? ¿O tal vez te di uno falso? Mira que fingir se me da muy bien... — Le respondí, con una sonrisa burlona, la cual él no tardó en corresponder

— Yo diría que te tienes en demasiada estima, fingir no es lo tuyo... — Insistió, el cabrón sabía que me estaba llevando al límite

— Y yo diría que mentir tampoco es lo tuyo — Solté una pequeña risa — Yo nunca te di mi número, tampoco me lo pediste, y sinceramente, no te dejaría en muy buen lugar haber tenido que rogar al resto por tener una forma de contactarme — Supe que ese era el movimiento final cuando vi como su rostro se descomponía

— Pero... ¿Os conocéis? — Otro de los chicos habló, haciéndome rodar los ojos

— Desgraciadamente, aunque prefiero hacer como que no... — Murmuré

— Trabajamos juntos — El español respondió

— Ya te gustaría — Reí un poco — Yo trabajo para Red Bull, a mí sí me gusta ganar

— ¿Acaso tengo que recordarte de qué escudería eras hasta que te contrataron? — Carlos alzó una ceja

— Tranquilo, sigo siendo fan de Charles — Sonreí y terminé de teclear mi número en el teléfono del chico — Puedes mandarme un mensaje cuando quieras, en cuanto llegue a mi habitación pondré a cargar el móvil — Se lo devolví, para posteriormente mirar al piloto de Ferrari — Puedes guardar lo de la comida por haber perdido el partido, mejor invítame a beber en las próximas victorias de Max, que serán muchas — No necesité mucho para saber que eso le había jodido.

Ni siquiera dejé que contestaran, le regalé al chico que me pidió el número una sonrisa, y cuando me di la vuelta, María ya había recogido nuestras cosas durante mi pequeño encontronazo con el pelinegro, lo que nos permitió irnos con facilidad.

Sin embargo, fuimos interrumpidas a medio camino, pero para mi suerte, no era el chico que me sacaba de mis casillas cada vez que abría la boca, sino el hombre que me había acompañado como equipo de volley a lo largo del día.

— ¡Hey! Perdonad, ehm... Lo siento, Carlos a veces es imbécil — Empezó a hablar, lo que me hizo reír — A la noche haremos una pequeña fiesta, en el yate de Pablo — Señaló detrás suya, y yo asentí, recordando que así se llamaba otro de los chicos — Prometo que va a haber mucha gente, no será algo tan violento y... Me encantaría verte — Esta vez me miró a mí, cosa que me puso nerviosa.

¿Él era atractivo? Definitivamente. ¿Mi tipo? También. Ahora...¿Vernos en ese tipo de aspecto? Todo el mundo sabía lo que eso significaba, y sinceramente, no creo que me apetezca.

Definitivamente la... Cosa que había ocurrido la última vez que Carlos y yo estuvimos en el mismo espacio, esa especie de confesión a medias, me había confundido bastante.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora