Narrador omnisciente
Después de la propuesta de matrimonio durante el podcast de Sofía, la pareja se puso manos a la obra con las preparación. Las primeras decisiones fueron fáciles, como llegar al acuerdo de que después de tener una pedida a lo grande como la castaña deseaba, tendrían una boda pequeña y privada, alejada de las cámaras, exactamente como el español siempre lo había soñado. Los dos tuvieron claro que sería en España, en Madrid, pero a partir de ahí, todo se volvió más complicado.
Colores, arreglos, damas de honor, padrinos... Nunca pensaron que una boda significaría tanto trabajo.
Desde diciembre habían estado organizando todo, entre sus ajetreados trabajos y hobbies, cualquiera diría que no llegarían para tener todo preparado en agosto. Y lo cierto, es que no lo tendrían de no ser por la ayuda que recibieron. Por parte de la española, sus dos mejores amigas fueron las primeras en enterarse, no solamente porque eran fanáticas asiduas de su contenido, sino también porque tan pronto terminaron la retransmisión, ella misma las llamó para decírselo.
No estuvieron presentes físicamente, pero hicieron su trabajo de damas de honor de forma espléndida. Fueron ellas (junto con ayuda de las hermanas de Carlos) quienes ultimaron los detalles de los cuales la pareja, atrapados en una espiral de viajes y trabajo, no pudieron.
Buscaron el lugar donde se celebraría, se aseguraron de que la combinación floral no desentonase y en general hicieron todo lo necesario para ayudarlos.
—¿Estás segura de esto?—María preguntó, preocupada mientras esperaban a las invitadas en el piso de Sofía.
—Creo que sí. Ya sabes que ellas no son el problema, y en el fondo, por muy cursi que suene, no me imagino haciendo esto sin ellas...—La castaña habló, justo al tiempo que sonaba el timbre.
Al otro lado de la puerta estaban su hermana y su madre, con quienes si bien no habían mantenido una relación especialmente cercana en el último tiempo, seguían sintiendo un enorme cariño entre ellas, incluso si las circunstancias eran malas.
Por ello, Sofía sabía que no podía dejarlas fuera de un día tan especial, y que si lo hacía, se arrepentiría para siempre.
Iban en busca del vestido de novia perfecto, para lo que tanto ella como el piloto de Ferrari, habían viajado a la capital para asegurarse de que encontraban lo que querían, aunque él, respetando la tradición (y porque Sofía quería sorprenderle) no iría, y de hecho, aprovecharía para buscar él mismo el traje perfecto.
La madre y hermanas de su prometido también la acompañarían en la búsqueda, junto con otra persona muy especial para ella.
Al principio, el encuentro fue algo incómodo, ninguna sabiendo qué debería decir o hacer después de todo lo ocurrido en los últimos años, en los que ella no volvió a visitar su casa más que para ver a sus abuelos, y su padre había rechazado explícitamente la invitación que le había enviado para el gran día.
Aún así, según caminaban por las calles de la capital, parecía que nada de eso había pasado, la conversación acompañada con bromas y risas surgió con fluidez, llegando a la tienda con rapidez. Entraron, pero aún así, no estaban todos.
—¿Va a venir, cariño? Porque parece que llega tarde...—Reyes habló, mientras el resto ya estaba husmeando en las tallas y vestidos colgados por todo el local, apartando los que les gustaban para que la futura novia los probase.
—Sé que lo hará. Pero también sé que ser puntual no es una cualidad que tenga.—Rió—Puedes ir con el resto, yo espero aquí.
Y así fue, ya tenía una pila de vestidos escogidos por sus allegados que estaban esperándola en el vestidor, algunos de los cuales ella misma había elegido, puesto que se habían acercado a preguntarle por su aprobación, pero ella seguía esperando, para que unos quince minutos después, un chico que conocía muy bien atravesase la puerta con rapidez y las mejillas rojas, probablemente de correr.
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one night stand | carlos sainz
FanfictionDonde Carlos odia a Sofía por lo que hizo años atrás, o donde ella no sabe por qué el ha respondido algo así en una entrevista tras tanto tiempo, pero desde luego, sí sabe que ahora, ese odio es recíproco.