extra #1: meeting the family

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carlos sainz

Estar cagado se quedaba corto para como me sentía ahora mismo.

Estábamos de vuelta en España, en Galicia, concretamente. Hace tres meses estaba aquí conociendo a los padres de Sofía, y no recordaba haber tenido este sentimiento jamás.

Iba a conocer a sus abuelos. Las personas que realmente criaron a mi novia y la hicieron la persona que es. Había escuchado muchas historias, pero no fue hasta hace unas semanas atrás que la castaña me había relatado lo importante que ellos eran en su vida.

Es más, fue mi idea venir, solamente por querer ver en persona a quienes habían marcado un antes y un después en quien consideraba el amor de mi vida. Pero ahora mismo, puede que me arrepintiese un poquito.

Por otro lado, ella casi no podía ocultar su emoción en el asiento del copiloto, hablando sobre lo maravillosos que eran, lo mucho que los quería... Eso solo me ponía peor.

Sabía cómo de importante era esto, ¿y si la cago? ¿Y si digo algo que no les gusta? Peor, ¿y si les parezco un borde que no merece estar con su maravillosa nieta? Agradezco estar agarrando al volante, porque sino se me notaría el temblor en las manos.

—Amor.—No lo escuché.—¡Amor!—Exclamó, haciendo que esta vez le preste atención.—Relájate, anda. Les vas a encantar... Creo.—Susurró la última palabra, pero alcancé a escucharlo.

—¿Cómo?—Murmuré, aún más acojonado. ¿No estaba segura de qué les gustase?

—Digamos que... Tienen un carácter difícil. Son un poco sobreprotectores, ya sabes... Nunca pudieron hacer nada con lo de mi padre así que ahora se preocupan demasiado...—Explicó, mirando hacia otro lado.—Solamente pueden llegar a ser un poco complicados.

—No me estás tranquilizando...—Fruncí el ceño con preocupación, a lo que ella me dio una sonrisa apenada.

—Lo siento. Se me da fatal consolar a gente... ¡No te tomes a malas sus comentarios!—Y salió del coche. Huyó, más bien. Dejándome solo mientras ella timbraba en el bloque de edificios, esperando a que nos abrieran.

¿Por qué yo siempre acababa en la casa de su familia con una situación peliaguda? No lo sé, pero está claro que tengo la peor suerte del mundo. Salí del coche, siguiéndola mientras desabrochaba el primer botón de la camisa blanca que llevaba puesta. De repente sentía como si eso me quitase el aire.

Sofía sonrió de manera radiante al escuchar el sonido que indicaba que la puerta se abría. Ignorad lo que dije, soy el jodido bastardo más afortunado solamente por poder ver esa sonrisa en su cara. Casi hasta se me había olvidado a dónde íbamos hasta que llegamos al piso correcto en el ascensor. Me dió una última mirada antes de salir del cubículo, donde nos encontramos a una pareja mayor ya esperándonos en el rellano.

Parecían encantadores, bajitos por la edad, el hombre con gafas y una panza que le hacía ver adorable, casi recién sacado de un dibujo animado. La mujer también llevaba anteojos, con el pelo corto y muy delgada, ambos portaban una expresión escéptica que se relajó en cuanto vieron a su nieta.

—¡Mi pequeña!—El primero en hablar fue el hombre, con quien se fundió en un abrazo del cual podría jurar, se separó con los ojos llorosos.

—Hola cariño, ¿cómo estás?—La mujer le devolvió el gesto, igual de amoroso que el anterior.—Estás muy delgada, ¿estás comiendo bien?

—Sabes que sí, abu. Aunque nada sabe igual de bueno que tu comida, ya lo sabes...

—¿Y el trabajo? He oído que te va bien, ¡incluso los vecinos nos han preguntado por ti! Parece que tenemos toda una celebridad en la familia...

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora