capítulo 6

2K 119 3
                                    

sofía ortiz

A veces odiaba mi bocaza, de verdad que lo hacía. Mi instagram se había vuelto loco en el momento en el que publiqué que iba a ir a la carrera. En parte lo entendía, sí, pero no pensé que sería tan loco. Mi móvil ni siquiera soportó todas las notificaciones y tuve que desinstalar la aplicación por unas horas, y eso que mi trabajo era vivir prácticamente en ella.

La mayor parte de gente sólo quería ver drama, lo cual confirmé en cuanto mi bandeja de entrada también se llenó de medios de comunicación que iban a estar allí presentes, deseosos de sonsacar un par de palabras que pudieran sacar de contexto, por un momento hasta creí que me hablaría Netflix para aparecer en la próxima temporada de Drive to Survive. Podía sonar exagerado, pero sí, así de loco se había vuelto todo.

Supongo que pensándolo, pocas parejas sexuales de pilotos salían a los medios, y las pocas ex novias decidían pasar al anonimato, o ignorar que esa parte de su vida alguna vez existió, decidiendo no hablar del tema. También probablemente ellas tendrían un agente de relaciones públicas que les recomendara no hacerlo, porque ahora veía claramente que sólo me había metido en un lío más grande.

En mi caso, lo más cercano a una agente de publicidad era María, quien con los años se había acostumbrado a que cuando se me mete algo en la cabeza, no hay quien me lo saque, por lo que ni siquiera intentaba pararme. A veces incluso pensaba que disfrutaba apoyándome en mis delirios.

Además, también era mucho más orgullosa de lo que me gustaría admitir. La declaración de Carlos me había afectado más de lo que la gente cree. Él y yo nunca nos conocimos, en profundidad, al menos. Habíamos coqueteado, no le había contado mis más oscuros secretos. Y nos habíamos acostado. Nada más. De hecho, me sentí tan intimidada por su presencia que a la mañana siguiente salí huyendo como si la vida me fuese en ello.

En mi defensa, me había acostado con un chico totalmente fuera de mi alcance, cosa que pude ver y recordar,  para entonces ya sobria, cuando me desperté a la noche siguiente. Y, honestamente, en aquel momento, mi autoestima no podía soportar otro golpe cuando se levantase y me viese, ahora sin luces y sin alcohol en el organismo. Así que, digamos que evité un rechazo, cogiendo un taxi (porque después de intentar rememorarlo desde que todo esto explotó, conseguí aclarar un poco mi mente y lo que había pasado la noche siguiente). Aunque seguía sin recordar todo lo de la noche, más allá de lo que pasó en cuanto llegamos al hotel, joder eso nunca lo olvidaría.

En conclusión, él había dicho que no le agradaba y no sabía por qué. Tal vez dije algo en la noche que no le gustó y él sí se acordaba, a diferencia de mí. No tenía ni idea, y me dolía. En lo que sabía, él había sido majo. Puede que no la llamase al día siguiente, como esperaba, pero tampoco podía estar enfadada por eso. Al fin y al cabo, era lo que sabía que iba a pasar en cuanto me levanté a su lado. Si hubiese pensado que tenía una oportunidad real, probablemente me habría quedado. 

Pero no lo había hecho. Yo misma me había dado cuenta de que sólo había sido una idea fantasiosa de una adolescente de 19 años tras una noche loca. Ni siquiera era la primera vez que hacía algo así, pero nunca me había jodido tanto darme cuenta de que no tenía chance.

Aunque eso ahora ya daba igual, porque estaba en la estación de tren de Barcelona, esperando a mi padre para el fin de semana de carrera. Yo había llegado algo antes, aprovechando que los trenes por la mañana estaban un poco más baratos, pero prometí a mi padre que vendría a por él (entre nosotras, lo de las nuevas tecnologías no lo llevaba muy bien, dudo que supiese abrir Google Maps) para irnos juntos al hotel.

Había sido difícil encontrar dos habitaciones tan cerca de la fecha, de hecho, tuve que tirar un poco de ahorros y reservar dos suites. Mi trabajo estaba bien pagado, y aunque ahora estaba expandiéndome a campañas más grandes, mi cuenta bancaria aún no estaba a rebosar como para no notar algo así. Pero eso no importaba. Ese era nuestro fin de semana, y nos merecíamos lo mejor. 

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora