capítulo 47

1.3K 89 8
                                    

sofía ortiz

No tenía ni idea de qué se supone que tenía que hacer ahora. Sí, Carlos y yo hablamos a lo largo de todo el descanso de verano (esta vez sus mensajes sí fueron contestados), pero fue imposible vernos.

La semana que estuve en Mallorca, él estaba en el yate con sus padres, y no salió de la isla hasta apenas días antes de la vuelta a las carreras, cuando yo ya me encontraba en Países Bajos, coordinando todo lo que Christian me mandaba hacer.

Horner, eso era otra cosa que me perturbaba... Me había usado para llevarme a donde estaría el piloto de Ferrari, sin yo saberlo. Una cosa era mi horario laboral, pero... ¿Eso? Eso fue rastrero, y muy bajo. Aunque desde luego no salió como esperaba.

Ahora no tenía muy claro en qué punto estábamos el madrileño y yo. Sus padres me odiaban (lo comprobé cuando durante el descanso los encontré por las calles de la isla y decidieron cambiarse de acera para no cruzarse conmigo), mi jefe solo me había contratado para joderle el campeonato, y yo le odiaba hace nada.

Mi mente era un caos, pero por lo menos el ajetreado fin de semana en la carrera en casa de Max me había permitido abstraerme. Tenía que estar de aquí para allá, fotos, grabaciones, conversaciones interminables, ediciones... Ahora mismo, me encontraba persiguiendo al neerlandés por el paddock, junto con un cámara que se encargaba de grabar.

Esta semana, les había propuesto a los dos pilotos de Red Bull jugar al escondite, y no habían tardado en aceptar. Ambos parecían mucho más cómodos cuando nos alejábamos momentáneamente de todo el tema de carreras, motor, rendimiento... Ellos se lo pasaban bien, y yo me reía con facilidad de lo que le contaban a la cámara.

El ojiazul estaba tan tranquilo que incluso pude quedarme algo atrás, contestando al mensaje que Carlos me había mandado, pero antes de siquiera escribir una palabra, alguien me había empujado entre dos motorhomes, y no me costó mucho reconocer el conjunto rojo de la persona delante de mí.

—¿Creías que te ibas a escapar tan fácilmente, nena?—El hombre frente a mí tenía una sonrisa encantadora, la cual me contagió inevitablemente

—No estaba escapando... Te parecerá raro, pero algunos aquí trabajamos...—Bromeé

—Bueno, el niño de papá no te va a echar de menos, estaba super concentrado en... Lo que sea que estuvieseis haciendo

—Max, Carlos, somos amigos, además de compañeros—Rodé los ojos

—Los amigos no follan entre ellos

—Si me has traído para hablar de eso, prefiero seguir trabajando...—Le respondí, cruzándome de brazos. No me imaginaba nuestro reencuentro así, aunque tampoco sé que me imaginaba.

—Vale, vale, lo siento...—Suspiró—Es sólo... Que estáis siempre juntos, y... No sé. Da igual—Quería dejar el tema, y yo se lo permití por ahora—Te eché de menos

—Yo también...—Admití, con una sonrisa—Aunque no mucho, ya sabes, sigo siendo de Red Bull—Le guiñé un ojo a modo de broma, mientras él solo negaba con la cabeza

—Calla...—Se acercó a besarme, un beso lento y suave, que fue interrumpido por una voz

—¡Checo! Te encontré, sabía que vendrías a esconderte con Fernando...— El neerlandés gritó, no muy lejos de donde estábamos.

—Tengo que irme, Carlos...—Hablé, puesto que el susodicho me tenía atrapada entre sus brazos. Él sólo suspiró, alejándose un poco para dejarme ir, pero antes de irme, me volvió a hablar.

—Esto... Yo... Sé que no es el mejor plan, pero... Podríamos vernos esta noche... Ver una peli, o... No sé...

—¡Sofía! ¡No te escondas! Te vamos a encontrar... —Esta vez fue Checo el que habló, probablemente pensaban que esto era parte del juego, y yo no pude evitar tensarme. Si nos pillaban aquí, esto iba a ser muy difícil de explicar.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora