capítulo 29

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sofía ortiz

Max y yo habíamos mejorado mucho nuestra relación en los últimos días. Habíamos tenido varias reuniones de equipo, e incluso la gente estaba sorprendida de como el neerlandés parecía no tener tanta reticencia a las actividades de marketing que proponía, aunque es cierto que yo misma había adaptado las prácticas para que fueran más amenas.

Ya sabía que Checo era una persona fácil a la hora de trabajar, con él nunca habría un problema, y además hacía un muy buen dúo con su compañero. El rubio, por otro lado, no disfrutaba de exponerse tanto, ni siquiera le agradaba hablar de las carreras, como era bien sabido por los fans. Probablemente por eso la idea de un ambiente mucho más distendido y alejado de la conversación constantemente relacionada con el deporte iba mucho mejor con él.

Aún así, al principio la tensión fue inevitable, después de todo lo que había pasado, los dos estábamos incómodos. Yo, porque me sentía fuera de lugar, y él porque ahora trabajaba en el mismo sitio que él. Gracias a Dios la conversación con Horner ayudó mucho, puesto que le dio la seguridad de que lo que hablamos no fue solamente una invención mía. Quería confiar en mí, aunque no las tenía todas consigo, pero después de hablar con él, tenía la certeza real de que no quería aprovecharme de él.

Ahora mismo me estaba enseñando un poco más alrededor del paddock. Había estado antes en el de Barcelona, pero no había asistido al día de prensa ni había tenido la libertad de entrar a tantos sitios como ahora. Al principio iba a ser el mexicano quien hiciese ese trabajo, puesto que había podido hablar un poco más con él por su cercanía con mi viejo amigo, pero al parecer había tenido un problema con el paquete de mejoras, y Horner consideró que Max era la mejor opción, además de que daría una sensación de integración en el equipo.

— Anda mira, tienes ahí a tu mejor amigo, ¿quieres que le pidamos una foto cuando termine? — Bromeó, refiriéndose a Carlos, quien estaba en el escenario

— Claro, y un autógrafo, en mi camiseta nueva — Señalé mi atuendo, que se basaba en unos vaqueros y una parte de arriba con el logo de la escudería

— Oh por favor, que ni se acerque a esa camiseta, no merece tocar algo tan sagrado. — Siguió con ese tono bromista, que inevitablemente me sacó una carcajada sonora, pero que tampoco fue tan notoria en comparación con el ruido que había a mi alrededor.

— Igual si la tocase se le pegaba algo de vuestra buena suerte últimamen... — Iba a continuar, pero me congelé al escuchar como mi nombre salía de la boca de uno de los periodistas.

Era rastrero. Estaban intentando dejar mi nombre por los suelos, lo sabía. Acepté que eso iba a pasar desde el primer momento que firmé el contrato. Yo también lo haría en su lugar, al fin y al cabo era su trabajo. Quien mejor que yo para entenderlo, cuando yo también soy periodista.

Sin embargo, eso no significaba que no me sorprendiese. O me doliese, incluso. Había trabajado demasiado tiempo para ganarme una reputación y crear un perfil a mi imagen y semejanza. Pero ahora, lo estaban destruyendo, y yo no podía hacer nada más que quedarme callada. 

— Es mejor que nos vayamos... — Mi compañero intentó sacarme de allí

— Sí, supongo... — Empezamos a alejarnos, pero fue inevitable no oír la respuesta del español.

Si hubiese podido, yo misma hubiese trepado hasta ese escenario para asegurarme de que mi nombre no volviese a salir de su boca. Pero no podía. No os equivoquéis, no es porque me diese miedo lo que me haría Horner, sino más bien porque tendría que meterme en la marabunta de periodistas, los cuales preferirían cortarse un brazo a dejar su puesto privilegiado en el que tuviesen una buena imagen de los pilotos.

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora