capítulo 51

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sofía ortiz

La chica delante de mí se erguía imponente. Su altura elegante, su pelo pulcramente liso, y un cuerpo de escándalo, por lo que podía ver con tan solo un bikini puesto.

—Hola, ¿quién eres?—Habló con amabilidad

—E-esto yo...—Un montón de escenarios, la mayor parte de ellos no muy agradables, pasaban por mi mente.—¿Está Carlos?—Wow, Sofía. ¿Eso es realmente lo mejor que se te ha ocurrido?

—Uh... No sé si debería responderte a eso...—¿Es tonta? Lo pregunto genuinamente.

Gracias a Dios, una figura masculina fácilmente reconocible para mí, apareció por detrás, con tan solo un bañador también.

—¡Carlos!—Exclamé, haciendo que el susodicho se girase para verme.

Su sonrisa radiante, la forma en la que se acercó hacia mí con rapidez, prácticamente corriendo, y me estrechó entre sus brazos casi me hizo olvidar la presencia de la mujer presente viendo toda la escena.

Casi.

—Joder, me estaba volviendo loco. Te echaba muchísimo de menos, he estado super ocupado y tu también y...—Su voz sonó en un español atropellado, en contraste con el inglés en el que estuve hablando con nuestra espectadora.

—Lo sé, lo sé, lo siento. Es que he estado un poco decaída, han pasado muchas cosas y no estaba muy segura de cómo lidiar con ello... Lo siento.—Le respondí de igual forma, antes de ser interrumpidos de nuestra bienvenida por un carraspeo.

¿Es demasiado si digo que la odio? Porque lo hago. Llevo dos semanas sin hablar con mi... Con Carlos. En persona, me refiero. Y la verdad que es cierto que estuve algo deprimida hasta hace cosa de una hora que aterricé en Italia.

—Ah, sí, perdona.—Carlos se separó de mí, sintiendo inmediatamente un vacío.—Ella es Alessia, mi vecina. Ella es Sofía.

¿Acabo de bajar a la name-zone? Ni amiga, ni novia. Solamente... Mi nombre. Genial, genial. Hagamos como que no me acabo de cruzar media Europa para verle y me acaba de presentar por mi nombre.

Aún encima ni una mínima explicación de qué hace una tía así, semidesnuda, en tu casa. Te has lucido, Sainz.

—Encantada, no había oído hablar de ti...—No estoy especialmente segura de si su tono fue desagradable, pero para mí ahora mismo todo lo que la envolviese a ella me lo parecía.

—¿Ah, sí? Qué raro...—Fingí la mayor sonrisa que pude.—No pasa nada, probablemente nos veamos más veces...

Carlos me invitó a pasar con ellos, aunque la intrusa no me dejó mucho tiempo para disfrutar con él y hablar. Especialmente cuando ella estaba sobre él todo el rato.

Aún encima, el piloto de Ferrari no hacía nada para evitarlo, haciendo que ella no detenga sus acciones.

Yo, por mi parte, me quedé en una hamaca, de morros, sentada bajo la sombra que proporcionaban unos árboles que estaban plantados en la terraza, ubicada en la parte de atrás de la casa, junto a la piscina.

La vivienda era bastante elegante, en la típica línea italiana mediterránea, en un pueblo algo alejado de la ciudad pero lo suficientemente cerca de Maranello como para llegar en veinte minutos con un viaje en coche. Tenía dos plantas, que parecían estar bastante bien distribuidas, con un baño, salón, y cocina en la planta de abajo. Aún no había subido a la otra planta, pero estaba segura de que sería igual de bonita que la de abajo.

—¡Oye oye oye! ¡Carlos!—En medio de mi berrinche (que estaba segura de que no había notado) había aparecido, cargándome con rapidez y mojándome con las gotas que se habían quedado en su cuerpo al salir del agua.—¡Bájame!

one night stand | carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora