CAPITULO 125 (LA AMENAZA DE PEDRO)

56 2 2
                                    

Sara entró a la habitación de su madre

Sara: ay, Pedro em dijo que estabas dormida ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? 

Déborah: no, desperté, me quedé pensando en... no, nada, mi amor, olvídalo 

Sara: ¿estás nerviosa porque mañana hablar con la policía? 

Déborah: el que nada sabe, nada teme. Y yo sigo sin tener idea de quién me mandó esa botella

Sara: pues, sí vas a tener que hacer un esfuerzo porque tenemos que dar con el culpable, tiene que recibir su castigo. Sabes, yo pensaba que había sido Simón, porque se me hacía el sospechoso más lógico, pero no puedo denunciarlo sin pruebas y, además, por alguna razón tengo el presentimiento de que no fue él 

Déborah: voy a hacer otro intento por recordar, pero, la verdad, es que todavía no me siento muy bien porque... necesito descansar 

Sara: ¿estás así por Pedro? ¿Te dijo algo? 

Déborah: no mencionó nada de lo de Dante, si es a lo te refieres, no. Mejor hablemos de otra cosa. ¿Estás feliz con tu embarazo? 

Sara: (sonríe) mucho, mucho. A pesar de lo que pasa con T/n me ilusiona muchísimo ser mamá, también tengo miedo de no hacerlo bien

Déborah: yo me sentía igual cuando supe que estaba embarazada de ti, mi amor ¿cómo quieres que sea? 

Sara: como tú, como su abuelita 

Déborah ríe 

Sara: bueno, ya, que sea lo que Dios quiera, vamos a dormir. Sólo quería ver que estuvieras bien, descansa (se va) 

Déborah soltaba pequeñas lágrimas

...

En otro lugar, estaba Pedro tratando de dormir, de tan siquiera tratar de cerrar los ojos, pero no podía y sus razones parecían ser suficientes para no hacerlo. Todo lo hablado con Déborah lo tenía muy mal, todo lo que esa mujer le había confesado daba vueltas por su cabeza, estaba volviéndose loco con esas confesiones, no sabía que hacer. Debía de tranquilizarse, pero había otro problema, la voz de su madre aún estaba dentro de su cabeza, ocacionando que pierda más el sentido y vea cosas que no son la verdad 

¿Cuáles fueron esas confesiones?

...

Mientras tanto, T/n también trataba de descansar, pero la sonrisa de su rostro no la dejaba dormir, de solo pensar que pronto tendría un hijo la ponía muy feliz. Su sueño estaba haciéndose realidad, siempre quiso cargar entre sus brazos a un bebé hermoso y risueño, sabía que muy pronto cumpliría el sueño que sus padres siempre habían querido

Al día siguiente...

Dante: pues, voy a tomarte la palabra y me voy a ir de vacaciones 

Juan: ¿está todo bien con tu familia? 

Dante: sí, ya mi hijo salió del hospital y ahora queremos pasar un tiempo en familia 

Juan: no te preocupes, ve y disfruta de tu tiempo libre, voy a procurar de no interrumpirte 

Suena el celular 

Juan: ¿dígame? 

Hombre: los hijos del señor Dante viven en Estados Unidos, no han regresado y ninguno ha estado en el hospital 

Juan cuelga la llamada 

Juan: perdón, a veces hay cosas que no se pueden evitar 

Dante: sí, te entiendo. Voy a seguir unos días en el pueblo

LA  HERENCIA, UN LEGADO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora