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Shoyo Hinata

Daba vueltas por la sala, completamente furioso. Quería ser yo quien acabara con Atsumu, pero Yamaguchi había decidido lo contrario, y aunque entendía su punto, eso no calmaba mi frustración. Sentía que no era lo suficientemente bueno para el equipo. Golpeé la mesa con fuerza, dejando escapar un gruñido de impotencia.

De repente, sentí una presencia detrás de mí. Era Kageyama, siempre tan silencioso.

—¡Vete! —le grité, sin girarme a mirarlo.

Él no se movió. En su lugar, se acercó más y, antes de que pudiera reaccionar, me empujó contra la pared, aprisionándome con su brazo.

—¿Qué te pasa, Shoyo?

—¡Aléjate de mí! —le grité de nuevo, pero las lágrimas empezaron a correr por mi rostro, traicionándome.

No se movió, solo me miraba, sus ojos fijos en los míos. Traté de apartarlo, pero era inútil. —Tranquilízate—dijo, su voz ahora más suave.

—¡Cállate! —le espeté.

Sin pensarlo, tomé el cuello de su camiseta y lo acerqué a mí, besándolo con una desesperación que nunca había sentido antes. Era un beso lleno de rabia, de tristeza, de todo lo que no podía decir en palabras. Kageyama se quedó inmóvil por un momento, sorprendido, pero luego sus brazos me rodearon, devolviendo el beso con una intensidad igual a la mía.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos con dificultad. Me limpié las lágrimas.

—Shoyo... —Kageyama comenzó a decir algo, pero lo interrumpí.

—No quiero hablar de eso...

—¿Entonces que quieres?

—A ti...

Sin más, esta vez fue él quien me besó.

Sin más, esta vez fue él quien me besó

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Kōshi Sugawara

En la oficina de Daichi todo era un caos de papeles, note que el caso se volvía más complicado cada día. Me pasé una mano por el pelo, sintiendo la tensión acumulada en mis hombros.

—Tal vez deberíamos investigar denuncias de abuso infantil —dije, como una seugeencia—. Podríamos intentar descubrir algún niño que pueda estar relacionado con Atsumu o con algun potencial Raven

Daichi levantó la vista de los papeles que tenía frente a él. Sus ojos mostraban el mismo cansancio que sentía yo—No creo que los Ravens tengan contacto directo con las víctimas de Atsumu.

Suspiré, frustrado. Me dejé caer en la silla—Pero... —comencé, buscando una forma de expresar mis pensamientos—. Si los Ravens se creen justicieros, como dijiste, entonces deben tener algún tipo de conexión emocional con lo que hacen. Tal vez no tienen contacto directo, pero deben saber algo. Alguien tiene que saber algo.

Daichi cruzo los brazos sobre el pecho—Es posible, pero sin pruebas concretas, estamos yendo a ciegas, Suga.

—Entonces, ¿qué sugieres? —pregunté, aunque la respuesta era evidente. Continuaríamos investigando, seguiríamos todas las pistas, aunque parecieran llevarnos a callejones sin salida.

Daichi miró la pantalla de la computadora, donde aún parpadeaba el mensaje de los Ravens: "Lo hicimos por los niños".

—Tu solo sigue.

Sawamura Daichi

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Sawamura Daichi

En ese instante sonó el teléfono y respondí inmediatamente. Asahi estaba al otro lado de la línea, su voz sonaba grave.

Daichi, hemos encontrado un cuerpo en la ubicación —dijo—. Concuerda con la descripción de Atsumu, pero no pudimos identificarlo.

Me levanté de la silla, sintiendo una oleada de adrenalina recorrer mi cuerpo—¿Por qué no pudieron identificarlo?

—Es mejor que lo veas por ti mismo.

Colgué el teléfono y miré a Suga.

—Vamos a ver la escena del crimen —le dije, recogiendo mi abrigo. Suga asintió y nos dirigimos rápidamente hacia el lugar indicado por Asahi.

Llegamos a la escena unos minutos después. La zona estaba acordonada con cinta policial, y una multitud de periodistas y curiosos se agolpaba alrededor, tratando de averiguar qué había ocurrido. Asahi nos saludó y nos condujo hacia el cuerpo, que estaba cubierto por una lona para evitar que los curiosos pudieran ver algo.

Levanté la lona con cuidado, preparado para lo peor. Sin embargo, nada me había preparado para lo que vi. Casi me caigo hacia atrás al ver el estado del cuerpo. Tenía marcas de cuchillos en el pecho y los brazos, un gran corte en el cuello, y el rostro estaba horriblemente cortado.

—Está desollado —murmuró Suga.

Sentí un nudo en el estómago mientras observaba el cuerpo. No cabía duda de quién había hecho esto.

—Fue el carnicero —dije en un susurro— Hace unos meses que no sabíamos nada del carnicero, y ahora ha vuelto.

—A vuelto con fuerza— dijo Asahi desviando la vista lejos del cuerpo.

—Más que nunca, debemos desmantelar a los Ravens— dije volviendo a tapar el cuerpo— No podemos permitir que sigan con esto. No podemos permitir que más personas sufran de esta manera.

Nos quedamos en silencio, pero sabia que mis compañeros estaban de acuerdo conmigo.

Pronto caerán, Ravens....

Pronto.

Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora