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Tadashi Yamaguchi

Preparé la bañera para tomar una ducha, calentando el agua con cuidado y tocándola de vez en cuando para asegurarme de que estuviera a la temperatura adecuada. Me quité la ropa con delicadeza, sintiendo el dolor en mis brazos al levantarlos. Aun así, terminé de desnudarme y me metí en la bañera.

El contacto con el agua me hizo sentir un alivio inmediato después de estar encerrado tanto tiempo. Recosté la espalda despacio, disfrutando del momento de relajación, hasta que el agua tocó mis cortes. Mis ojos se humedecieron de inmediato, y un terrible ardor se extendió por mis brazos. Solté un quejido de dolor y me senté en la bañera, sin saber cómo haría para bañarme bien.

—Mierda... —murmuré, apretando los dientes mientras intentaba soportar el dolor.

Pensé en cómo Narita me había advertido que tuviera cuidado con el agua. Claro, sabía que el agua ardía en los cortes, pero eso no hacía la experiencia menos dolorosa. Necesitaba limpiarme, pero cada movimiento parecía intensificar el dolor.

Me quedé allí sentado, mirando el agua, tratando de reunir el coraje para seguir. Sabía que tenía que hacerlo, aunque solo fuera para poder volver al trabajo sin que nadie cuestionara mi estado. Pero en ese momento, todo lo que quería era que el dolor desapareciera.

Estaba pensando seriamente en continuar cuando escuché la puerta abrirse. Tsukki entró, con una expresión de preocupación en el rostro.

—¿Estás bien? Te escuché quejarte —dijo, acercándose.

Me sequé los ojos húmedos y asentí, aunque no muy convencido— Me va a costar lavarme el cabello, pero estoy bien. No te preocupes.

Me miró en silencio por un momento, luego recogió el shampoo y se arrodilló al lado de la bañera.

—Yo puedo hacerlo por ti— Quise negarme, pero Tsukishima ya estaba ahí, preparado—Recuéstate y no te preocupes. Tú ya has cuidado mucho de mí, ahora me toca devolverte el favor.

Suspiré y volví a recostarme en el agua, permitiendo que me mojara el cabello. Sus manos comenzaron a masajear mi cuero cabelludo con el shampoo, y el simple contacto se sintió relajante, como si no tuviera que hacer mucho esfuerzo.

—Yams —me llamó, y lo miré—. Si quieres hablar con alguien de lo que pasó, puedes hablarme a mí.

—Estoy bien —mentí, cerrando los ojos y dejando que sus manos siguieran con su trabajo.

En cierto modo, me sentía vulnerable estando en esa situación con él, pero también protegido. Tsukishima enjuagó el shampoo de mi cabeza con abundante agua, y aunque había terminado, siguió acariciando mi cabello. La sensación era reconfortante, tanto que sentí un nudo formarse en mi pecho.

Quise llorar y me tapé la boca con la mano, tratando de contener las lágrimas.

—Llora —pidió con la voz entrecortada—. Está bien llorar. Me duele verte así, pero lo mejor es que expreses lo que sientes.

—No puedo —dije—. No quiero pensar en lo que pasó. Es como si todos mis traumas volvieran a salir a flote después del secuestro.

Me abrazó con un brazo, mientras que con el otro acariciaba mi rostro— Se que eres fuerte, pero de alguna forma debes afrontar lo que sucedió.

—No quiero pensar más en eso. Me duele.

El dolor en mi pecho era difícil de explicar, como un nudo doloroso que no podía expulsar. Tsukishima me miró con ternura.

—Todo estará bien.

—No estoy seguro —admití—. Ya había dejado toda la mierda de los cortes atrás, y ahora, por culpa del secuestro, volvieron. No sé si podré evitar volver a hacerlo.

Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora