51.
Tadashi Yamaguchi
Había pasado una hora y media desde que le pedí a Bokuto que revisara las grabaciones, y aún no había recibido ninguna respuesta. La ansiedad me estaba consumiendo; cada segundo que pasaba sin noticias era un tormento.
No sabía nada sobre las pandillas que salieron a investigar, y no tenía ninguna pista de dónde podría estar Kageyama. Mi mente se llenaba de pensamientos oscuros y aterradores, y el miedo a perderlo se hacía cada vez más real.
Me dejé caer en el sofá, sintiendo que mis fuerzas me abandonaban. La desesperación me envolvía como un manto pesado, dificultando incluso mi respiración. Sentía el peso de la incertidumbre y la impotencia presionando mi pecho, mientras los peores escenarios se repetían en mi mente una y otra vez.
Tsukki se acercó a mí y se sentó a mi lado, su presencia era una fuente de consuelo en medio del caos.
—Shoyo ha ido a ayudar a Bokuto— me informó— Está muy alterado por todo lo que ha pasado, y tal vez es mejor que se calme.
—Está bien. Mientras no haga una estupidez por ser muy impulsivo.
Me acarició el cabello, un gesto que me tranquilizaba más de lo que quería admitir.
—¿Qué sucede?— preguntó con suavidad.
Le conté mis inquietudes, las dudas que me asaltaban y la sensación de que el tiempo se nos acababa. Sentía como si una tormenta se estuviera gestando dentro de mí, una mezcla de miedo, angustia y desesperación.
—Todo tiene su tiempo— murmuró— Debemos esperar un poco más.
—¿Y si no tenemos tanto tiempo?
—¿Crees de verdad que Kageyama nos traicionó?
Mi cabeza decía que sí, que todas las evidencias apuntaban hacia él, pero mi corazón se negaba a aceptar esa posibilidad. Sentía una lucha interna, como si dos partes de mí estuvieran en constante conflicto.
—Mi cabeza dice que sí— admití— Pero mi corazón se niega rotundamente a ello.
Siguió acariciando mi cabello, escuchándome con paciencia y comprensión. Sus dedos deslizándose entre mis mechones eran un bálsamo para mi angustia.
—Espero que tu corazón tenga razón. Deseo con el alma que solo sea un malentendido.
Me incorporé un poco— Desde cuándo te importa tanto Kageyama— le pregunté con una sonrisa, intentando aligerar el ambiente.
—Siempre me importó. Me importan todos y cada uno de los Ravens.
Sentí una calidez en mi interior, algo que me hizo bajar la mirada hacia su rostro; observé cada detalle, sus ojos serenos, su expresión tranquila.
Mi mirada se detuvo en sus labios, sintiendo una atracción irresistible hacia él.
Las ganas de besarlo se hicieron cada vez más intensas, una necesidad que no podía ignorar.
Finalmente, lo atraje hacia mí y lo besé. Sentí sus labios respondiendo, suaves y cálidos, y un torrente de emociones recorrió mi cuerpo. El beso era un refugio en medio de la tormenta, una conexión que me anclaba a algo seguro y real.
Colocó sus manos en mi cintura y me condujo para que quedara sentado sobre él, mientras seguíamos besándonos. Sentí sus manos firmes y seguras, su calidez se extendía por mi piel, llenándome de una sensación de bienestar y seguridad.
El mundo exterior se desvaneció; solo existíamos nosotros dos en ese momento. Sentí su corazón latiendo contra el mío, su respiración mezclándose con la mía. Cada caricia, cada contacto, era un recordatorio de que no estaba solo, de que teníamos algo por lo que luchar y proteger.
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Partners in crime// Tsukiyama/kagehina
Teen Fiction"Nunca nos llevarás vivos Juramos que la muerte nos separará Llamarán a nuestros crímenes una obra de arte."