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Kōtarō Bokuto

Keiji nos condujo por unos pasillos oscuros y lúgubres, con una iluminación tenue que apenas nos permitía ver. Las paredes de cemento desnudo estaban frías y húmedas, y a lo largo del corredor había varias puertas de metal, cerradas herméticamente. El ambiente era opresivo, el aire estaba viciado y cada paso que dábamos resonaba en el eco inquietante del lugar.

Noté que Yamaguchi estaba analizando cada detalle, con la mirada fija en cada una de las puertas que pasábamos.

Le susurré, tratando de no llamar la atención— ¿Qué sucede, Yamaguchi?

—Estoy buscando dónde podrían tener a Kageyama— respondió en un murmullo apenas audible.

De repente, Keiji se dio la vuelta sorpresivamente. Vi a Yamaguchi sacar uno de sus cuchillos del bolsillo, pero Keiji fue más rápido. Le quitó el cuchillo y lo acorraló contra la pared, comenzando a ahorcarlo con una fuerza brutal.

Mi corazón se aceleró y le grité— ¡Déjalo, Keiji!

Nos miró con desprecio, sin aflojar su agarre en el cuello de Yamaguchi.

—¿Son tan idiotas como para creer en mí?— dijo con una sonrisa burlona con sus ojos azules gélidos plagados de enojo.

Yamaguchi soltó una risa ronca, forzada por la presión en su garganta— Supimos de tu traición de inmediato...— logró decir con dificultad— ¿Dónde está Kageyama?

Keiji se inclinó más cerca, aumentando la presión en su cuello.

—Posiblemente ya esté muerto— dijo con frialdad, luego se giró hacia mí y me sonrió— Si intentas escapar, te matarán antes de que pongas un pie afuera, mi estrella.

La ira y la impotencia me paralizaron. Quería detener a Keiji, pero mis piernas no respondían, solo podía ver cómo las fuerzas abandonaban el cuerpo de Yamaguchi mientras era ahorcado. La desesperación me llenaba, cada segundo que pasaba me parecía una eternidad, hasta que finalmente, Yamaguchi se desmayó, su cuerpo colapsando contra la pared.

Sentí un nudo en la garganta, y mi mente gritaba en silencio, buscando una manera de salvarnos de esta situación desesperada.

Keiji sonrió ante la imagen de Yamaguchi desmayado en el suelo. Se colocó frente a mí y puso sus manos firmemente sobre mis hombros, mirándome directamente a los ojos.

—¿Te gusta lo que ves, Kou?— preguntó con una voz suave, casi seductora— El dolor, el sufrimiento... —Se inclinó hacia mi oído y susurró, su aliento hizo erizar todo mi cuerpo— Fue gratificante ver cómo se le escapaba el aire; sus ojos se llenaban de pánico mientras su cuerpo se rendía. Sentí una adrenalina indescriptible al tener su vida en mis manos.

Intenté apartarme, pero la fuerza de sus manos me mantuvo en mi lugar. Sentí náuseas al escuchar sus palabras.

—¡Para!

—Oh, estrella mía— dijo con una sonrisa torcida— Para ser una estrella, debes arder, debes superarte a ti mismo. Solo así brillarás más que nunca.

—Déjame en paz, Keiji— respondí con la voz temblando de rabia y desesperación.

Se alejó lentamente, dejando un beso en mi mejilla antes de decir— Me importas, Kou.

—No pretendas que te importo— le espeté— Sé que no es así.

—Te amo, Bokuto. Amo el "nosotros", cómo suena al salir de mis labios, cada sílaba...

—¡Basta! ¡Vete al carajo!— le grité— Me rompiste el corazón.

—Deja de decir esas cosas, ambos estamos enamorados y lo sabes.

Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora