.36.

380 40 27
                                    

36.

Sawamura Daichi

Llamé a Asahi a mi oficina— Ve a la prisión estatal, habla con Ryūnosuke Tanaka y Chikara Ennoshita. Tal vez podrían darnos más información.

—No van a hablar, nunca lo hicieron.

—Ve — respondí mirándolo directamente—. No perdemos nada con intentar.

Cuando Asahi se fue, Akiteru ingresó en su lugar.

—Hemos encontrado algo en el video —me comentó.

Me levanté al instante y lo seguí hasta las computadoras. Allí, Shimizu estaba esperando.

—Analizamos fotograma por fotograma y hemos notado algunas cosas interesantes —dijo, señalando la pantalla—. Comencemos con el primero. Parece tener entre 17 y 18 años, cabello oscuro y ojos azules. Se ve serio y parece haber sufrido. Tiene una hermana mayor que escapó de su casa. Tal vez eso nos sirva.

—Akiteru, investiga sobre adolescentes que hayan escapado de su casa —le pedí.

—Quizás no encontremos nada —intervino Shimizu—. Es probable que sus padres no los hayan denunciado como desaparecidos. No parecen ser padres que les importen sus hijos.

Pasamos al siguiente chico. La imagen del rubio con la máscara puesta era inquietante, como si pudiera leer nuestras almas con tan solo una mirada.

—Encontramos algo inusual en sus ojos —explicó Shimizu—. Parecía no estar muy concentrado en donde miraba, casi como si en verdad usara lentes para ver bien.

—Eso es un distintivo específico. Puede ser que se haya quitado los lentes para no ser tan reconocible —comenté— Eso fue inteligente.

—Investigamos sobre asesinatos por pandillas frente a dos niños, pero no encontramos nada. Es probable que lo hayan disfrazado como un accidente —dijo Akiteru con cierta rabia plasmada en su voz.

—Prueben con los servicios sociales. Pregunten sobre dos chicos, ambos probablemente rubios y que el menor use lentes —les sugerí.

—Lo intentaremos, pero no creo descubrir nada —respondió Shimizu— Además, no sabemos si usa lentes desde pequeño.

Continuó pasando al tercer chico. Era pelirrojo y tenía ojos brillantes.

—Su color de cabello es reconocible. Hay poca población japonesa con ese color de cabello —explicó Akiteru—. Su historia no dice demasiado, pero pensamos que su madre puede ser la líder de una gran pandilla.

—Investigamos las pandillas lideradas por mujeres. Son pocas. La más importante es Los Noctámbulos —añadió Shimizu.

—Eso no puede ser. Si su madre es lider de Los Noctámbulos, este chico debería estar muerto— dije sorprendido.

—El amor de una madre es inexplicable —replicó Akiteru.

—Secuestrar a tu hijo no es amor —intervino Shimizu con su tono serio.

—Hablemos del último —les pedí tratando de ignorar toda la información del chico, era doloroso pensar que sufrió tanto.

Shimizu suspiró con tristeza y mostró la imagen del último chico.

—Parece ser el menor. Tiene 17 años —explicó Akiteru—. Revisamos casos de abusos hechos por adolescentes a niños, pero son demasiados como para filtrar. Es triste.

—Tratamos de buscar más a fondo, pero no hay mucho— añadió Shimizu.

—Según testigos, los Ravens usan una camioneta —dije, tratando de conectar pistas. Lo poco que teníamos había que utilizarlo.

Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora