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Kei Tsukishima

En la madrugada seguí investigando, tratando de encontrar algo. Estaba tan concentrado en la pantalla que no escuché a alguien entrar en la sala. Carraspeó y volteé encontrándome con Kageyama.

—¿Por qué no vas a dormir? Todos ya se fueron —dijo rompiendo el silencio.

—No puedo dormir hasta encontrar a Yams— respondí sin apartar la vista de la computadora.

Suspiró y me alcanzó una taza de café, luego apagó la computadora.

—Si estás muy cansado, no podrás hacer nada.

Lo miré, frustrado pero sabiendo que tenía razón. Sorbí un poco de mi café, el vapor empañó mis lentes y tuve que alejar un poco la taza.

—Tal vez podríamos buscar algo en la casa de Shoyo, en la de su tía— sugirió.

—Es una buena idea.

—Mañana— insistió.

—Está bien— acepté, finalmente dispuesto a tomar un descanso— Mañana.

—Está bien— acepté, finalmente dispuesto a tomar un descanso— Mañana

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Shoyo Hinata

Me sentía sucio, como si ya no fuera parte de mi propio cuerpo.

¿El dolor se detendría en algún momento?

Estaba sentado en el suelo de la sala, con los ojos llenos de lágrimas y el cuerpo adolorido. No podía procesar lo que acababa de pasar y tampoco quería hacerlo.

Kageyama... —susurré, preguntándome dónde estaba, por qué no había llegado.

Me recosté en el suelo y me hice un ovillo. Suspiré y conté hasta diez, tratando de calmarme. Me preguntaba por qué me había pasado esto a mí y si Yamaguchi había sentido lo mismo cuando le sucedió. Cerré los ojos y traté de no recordar cada escena, cada golpe, cada toque, cada dolor...

Mi llanto se hizo más fuerte, dejando salir todo aquello que me atormentaba. No podía detener las lágrimas, no podía detener el dolor. Solo quería que todo terminara, pero sabía que no sería tan fácil.

 Solo quería que todo terminara, pero sabía que no sería tan fácil

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Tobio Kageyama

En la mañana, Tsukishima me llevó en moto a la casa de la tía de Shoyo. Nos detuvimos frente a la fachada, una casa mediana y acogedora. Bajé de la moto, tratando de mentalizarme para lo que podríamos encontrar dentro.

Tsukishima tocó la puerta, notando mi indecisión.

Esperamos varios minutos, escuchando pasos y algunas voces de niños y una mujer que sonaba agradable. La puerta se abrió, dejando ver a la tía de Shoyo. Nos observó por un momento y luego nos invitó a entrar, sabiendo quiénes éramos, pero sin decir nada.

—Suban a sus habitaciones —les dijo a los niños.

Sus hijos le hicieron caso, pero Natsu, la hermanita de Shoyo, se acercó a mí—¿Dónde está Shoyo?— preguntó.

—Vendrá pronto, pero ahora sé buena y hazle caso a tu tía— respondí.

Natsu sonrió y subió rápidamente la escalera. Cuando las puertas de sus habitaciones se cerraron, la tía de Shoyo nos miró.

—¿Qué pasó? ¿Shoyo tuvo un accidente o murió? Diganmelo sin dar demasiadas vueltas, estoy preparada.

—No es nada de eso— respondió Tsukishima.

La mujer suspiró y sus hombros se destensaron— Se ven hambrientos, ¿quieren algo? Estoy cocinando para los niños pero ustedes pueden quedarse.

—Señora Hinata...— comencé murmurando.

—Llámeme Mei

—Mei, no podemos quedarnos a comer— dije.

—Entonces, ¿qué está sucediendo? Si Shoyo no está herido o muerto, no entiendo qué hacen aquí.

—Shoyo desapareció— solté..

—Shoyo suele hacer eso— me interrumpió.

—No es como las otras veces en las que se fue y volvió, esta vez fue secuestrado —dijo Tsukishima.

Mei se sentó en el sofá, murmurando—No puede estar pasando, mi niño debe dejar de sufrir en algún momento.

—Necesitamos revisar las cosas de Shoyo— intervine, la situación tenía que desarrollarse más rápidamente si queríamos encontrarlos.

—¿Por qué? ¿Quién lo secuestró?— preguntó Mei.

—Su madre— respondió Tsukishima.

Los ojos de Mei se abrieron de par en par—Eso no puede ser posible.

—Sí, pasó —afirmó Tsukishima.

—Pueden revisar lo que quieran, pero no le digan nada a los niños— dijo Mei.

—Gracias— le agradecí— Lo traeremos de vuelta.

Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora