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Kei Tsukishima

Aún estando escondido, mis manos temblaban incontrolablemente; los nervios carcomían cualquier otra emoción, reemplazando todo con una sensación paralizante de miedo.

No saber nada de Yamaguchi, el amor de mi vida, me torturaba sin cesar.

¿Estaba vivo? ¿Herido? ¿Muerto?

La incertidumbre me consumía, y el pensamiento de perder a cualquiera de mi equipo me hacía sentir al borde de la desesperación.

No quería sufrir más dolor.

De repente, un auto de policía apareció en la distancia. Mi corazón se detuvo por un instante y luego comenzó a latir con fuerza, casi dolorosamente, en mi pecho.

Si nos descubrían, todo podría acabar de la peor manera.

—Vuelvan a la camioneta, escóndanse cerca— ordené en un susurro urgente.

—No voy a dejarte— dijo Kuroo con firmeza.

—Está bien— cedí— Pero mantente oculto mientras yo me encargo de la policía.

Kuroo hizo una seña a los miembros del Nekoma para que se dispersaran y se ocultaran.

Luego se volvió hacia mí y asintió— Te cubriré la espalda.

Con mi arma en alto, me acerqué lentamente al auto de policía, mi respiración pesada y mis manos sudorosas. Cuando estuve lo suficientemente cerca, apunté directamente a la cabeza de Daichi.

Él levantó las manos de inmediato.

—No venimos a buscar problemas— dijo con calma.

—Daichi...— murmuró Asahi, intentando advertirle— Vamos, Kei, baja el arma.

Daichi se volvió lentamente para mirarme a los ojos— ¿Qué haces aquí, Kei?

—No es de tu incumbencia. Será mejor que se vayan— respondí con mi voz temblando un poco a pesar de mis esfuerzos por mantenerme firme.

—Parece que necesitan ayuda.

Dudé por un momento, pero bajé el arma. Algo en su mirada me decía que podía confiar en él, aunque fuera solo un poco.

—Haré unas llamadas y recibirán ayuda— continuó— Pero a cambio, quiero que desaparezcan del sistema. Dejen de hacer lo que hacen y los dejaré ir a todos.

Sabía que no era quien debía tomar esa decisión, pero la seguridad de mi equipo y de Yamaguchi era lo más importante para mí.

Asentí— Acepto.

Daichi me observó detenidamente, como si buscara alguna señal de engaño en mi rostro. Finalmente, asintió también.

—Está bien. Voy a hacer las llamadas ahora. Pero recuerden nuestra promesa.

Me mantuve en silencio, observándolo mientras hacía las llamadas. Kuroo y los demás salieron de sus escondites, manteniéndose alerta.

Sabía que esto solo era un paso, pero haría lo que fuera necesario para mantenernos a todos a salvo.

Sabía que esto solo era un paso, pero haría lo que fuera necesario para mantenernos a todos a salvo

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Partners in crime// Tsukiyama/kagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora