Una vez más fui interrumpido en pleno acto masturbatorio. Una de las situaciones más incómodas y vergonzosas de mi vida parecía repetirse otra vez, como si se tratara de una burla macabra del destino. Pero dejé de sentir la sensación de deja vu cuando mi hermana Estefanía me preguntó si me había hecho la paja mirando sus fotos.
Esto había tomado un rumbo muy diferente a lo que ocurrió con mi madre. Para empezar, Alicia no se enojó tanto, a pesar de que le llené la cara con semen. Además Tefi me estaba pidiendo explicaciones por algo de lo que era culpable. La diferencia más grande era que esta vez no contaba con Macarena, para que luchara a mi favor. Estaba solo en esta batalla.
Pensé rápido, tanto como mi obnubilado (por la paja) cerebro me lo permitió. No podía negar que había robado las fotos del celular de mi hermana, eso ya había sido corroborado por ella. Sin embargo podía cambiar la intención con la que hice semejante cosa.
―No estaba mirando tus fotos ―mentí―. No te agrandes, pendeja. No sos tan linda ―sabía que la mejor estrategia era atacar su orgullo, esto la haría enojar y Tefi no pensaba con claridad cuando estaba enojada.
―¿Ah no? ¿Entonces qué estabas mirando mientras te hacías la paja? ¡Dame el celular! ―Se acercó a mí e intentó sacarme el teléfono de la mano, pero no se lo permití―. Si encuentro una foto mía en la pantalla...
No tenía tiempo para quitar la imagen de la pantalla. Utilicé una maniobra cobarde, pero efectiva: apagué el celular. Cuando Tefi me lo quitó de la mano rezongó, porque tuvo que volver a prenderlo y esperar los insoportables segundos que tarda un smartphone en iniciar.
―Te dije que no estaba mirando tus fotos.
―¡Pero las sacaste de mi celular!
―Sí, pero no para hacerme una paja.
―¿Y entonces para qué? ―Espetó, con los ojos centelleando de odio.
"Pensá, Nahuel, pensá", me dije mentalmente. No importaba si la excusa me hacía ver como un tarado, debía ser convincente. Cualquier cosa era mejor que admitir que me estaba pajeando mirando las fotos de mi hermana.
―Para venderlas.
Ella se quedó mirándome confundida durante varios segundos, como si yo hubiera hablado en algún dialecto extraño.
―¿A quién se las ibas a vender?
―A mis compañeros de fútbol. Más de uno está caliente con vos. Muchas veces me pidieron fotos de alguna de mis hermanas.
―¿Les hubieras vendido fotos de tus hermanas a los pajeros de tus amigos?
―No, de todas no. Pero tuyas sí.
―¿Por qué las mías sí y las otras no?
―Porque... ―No se me ocurría ninguna excusa, esto de mentir no es tan fácil como parece. Estrujé mi mente y saqué otra excusa que me hacía ver como un mal hermano; pero no como un mal hermano que se pajea mirando fotos porno de su hermana―. Porque vos me tratás para la mierda, no me hubiera importado ganar unos pesos con tus fotos. Con las demás me llevo bien, con ellas no haría eso.
―Yo te trato para la mierda porque vos me tratás así.
―No, Tefi... en eso estás muy equivocada. Yo te trato bien, la que se enoja siempre conmigo sos vos. ¿Acaso no te enseñé a jugar a la Play? Hice eso para que nos llevemos un poco mejor...
―Sí, todo parecía muy lindo... hasta que me enteré que me robaste las fotos del celular. ¿Cómo querés que te trate bien después de una cosa así? ¡Pajero!
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Aislado Entre Mujeres
General FictionNahuel es un chico de 18 años que vive junto a sus cuatro hermanas mayores y su madre. Un día se entera que tendrá que cederle su dormitorio a dos nuevas integrantes de la casa: su tía y su prima. Como si esto fuera poco, se declara cuarentena por c...