65. Libertinaje.

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Durante una mañana, mientras desayunábamos, Macarena nos comunicó que ya es oficial: comenzará la campaña de vacunación contra el Covid. Esa noticia tendría que haberme puesto feliz, porque seguramente alegró a un montón de gente. Muchos deberán estar impacientes por recuperar su vida normal; pero yo no. Para mí significa que esta forma de vida en aislamiento, con mi familia, está llegando a su fin.

Sé que las cosas de ahora en adelante van a cambiar mucho. No sé qué tendrán en mente mis hermanas. Tal vez alguna quiera quedarse a vivir en esta casa durante años, aunque algo me dice que no será así.

— ¿Y es confiable esa vacuna? —Preguntó mi mamá.

—A ver, mamá... espero que no seas esa clase de persona que cree que nos van a poner un chip para controlar nuestras mentes o para rastrearse, como dicen algunos paranoicos.

—No, Maca, nada que ver. Yo sí quiero vacunarme, más miedo me da no hacerlo. Solo quiero saber si de todas las opciones que hay de vacunas contra el Covid vamos a tener la mejor.

—Bueno, cuando llegue el momento, tal vez puedas elegir la que querés... o quizás te pongan la que te toque. No lo sé. Lo que sí sé es que todas son efectivas. Y nos van a poner dos dosi

—¿Dos? Eso me tranquiliza, siento que es como un refuerzo.

Macarena consiguió calmar un poco a Alicia, pensé que mi madre opondría más resistencia ante la campaña de vacunación, porque es paranoica por naturaleza; pero entiende que el riesgo está en salir a la calle sin vacunarse. Sin embargo, las palabras de mi hermana no sirvieron para calmar mi preocupación con respecto a lo que va a pasar después.

—¿Qué piensan hacer cuando ya estén vacunadas? —Les pregunté a todas las presentes. La única que no estaba allí era Ayelén, que seguía con su práctica de pasar largas horas encerrada en el cuarto de mi mamá

—No lo sé —dijo Pilar—. Ni siquiera había pensado en eso.

—Yo quiero ir de vacaciones a la misma playa que fui con Camila Contreras —aseguró Macarena.

—Claro, porque tenés ganas de que te vuelvan a coger entre varios, en plena playa —dijo Gisela, con una sonrisa picarona.

—Por supuesto. Quiero disfrutar de mi libertad. Quiero pasear en concha por la playa y terminar garchando con el primer pijudo que me encuentre.

—Suena interesante —dijo Pilar, con una risita.

—¿Y vos, Gise? —Le pregunté—. ¿Tenés planes?

—Sí, lo hablamos con Brenda —miró a su amiga y las dos intercambiaron sonrisas de complicidad—. Vamos a alquilar un departamento para las dos.

—¿Van a formalizar su relación? —Preguntó Tefi.

—No, nada de eso. Seguiremos siendo buenas amigas... tan buenas que vamos a coger un montón. Pero no somos novias. —Dijo esto último mirándome a mí—. Con lo que ganamos en la oficina podemos permitirnos alquilar algo decente.

—¿Y vos, Tefi? —Preguntó Maca.

—Estoy como Pilar. No tengo idea de qué voy a hacer. Lo voy a pensar durante estos días.

Por alguna extraña razón, esas palabras me tranquilizaron un poco.

—Nahuel... ¿Tenés algo en mente? —Preguntó Pilar.

—Yo me voy a quedar acá —respondí al instante—. En esta casa tengo todo lo que necesito. ¿Por qué me iría?

—Se quiere quedar con la mamá —dijo Alicia, abrazándome fuerte. Mi cara terminó hundida entre sus grandes tetas—. Qué lindo... ojalá más de una decida quedarse un tiempo. Me da un poco de miedo que se vayan todas.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora