63. Revelaciones.

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Si bien mi madre prohibió todo tipo de relación sexual entre nosotros (excepto las que sirven para reunir material de OnlyFans) puedo decir que arrancamos el día con una buena noticia.

Bueno, para mí el día arrancó a las dos y media de la tarde, cuando me levanté. Lo bueno es que Alicia ya no me molesta por tener horarios vampíricos, porque todos estamos más o menos igual. Ella se queda hasta altas horas de la madrugada mirando series y películas en Netflix.

A la buena noticia la recibí cuando fui en busca de una taza de café con leche. Pilar me la dio al mismo tiempo que decía:

—La abuela volvió a su casa.

—Wow! ¿De verdad? —Miré al resto de mis hermanas, todas estaban allí desayunando, merendando o almorzando (dependiendo de a qué hora hubiera comenzado su jornada). Brenda también estaba allí, como si fuera una más de la familia.

—Sí, va a ser lo mejor —la respuesta llegó de mi mamá, quien acababa de entrar en la cocina—. Ahora Cristela está hablando con Ayelén. Ellas también se van a ir.

—¿Las estás echando? —Pregunté mientras tomaba un sorbo de café con leche. Me dio un poco de pena que todas mis hermanas estuvieran vestidas, apenas si podía ver algo a través del escote de Pilar.

—No eché a nadie —Alicia se sentó entre Gisela y Tefi y pidió una taza de café solo—. Es parte del acuerdo. Fernanda no quiere quedarse sola y acá somos demasiados. Fue la misma Cristela quien propuso la idea de ir a vivir con ella unos meses. Al menos hasta que encuentren otra cosa. Por cierto, Nahuel... ¿se puede saber por qué tenemos que ver tu verga colgando mientras tomamos un café?

—Uy... —miré para abajo, tenía puesta una vieja remera blanca y nada más, mi pene colgaba de la forma que mi mamá describió—. No me di cuenta, perdón.

—No tenés que pedir perdón —intervino Gisela—. Una cosa es que ya no hagamos nada sexual entre nosotras; pero lo de andar desnudos por la casa es algo que no va a cambiar.

—Mmm... no sé —dijo mi mamá—. Podría generar ciertas tentaciones.

—Y habrá que aguantarlas —sentenció Gisela. Me dio la impresión de que mi hermana mayor se estaba empezando a postular como "la voz popular" dentro de la casa—. Es una tontería que no podamos andar sin ropa ni diez minutos después de todo lo que hicimos juntos.

—Está bien, como quieran —dijo Alicia, entendiendo que no ganaría esta discusión. Probablemente había perdido el poder de ganarle cualquier discusión a Gisela.

—Además... tengo algo en mente —comentó Gisela—. ¿Se acuerdan del concurso de petes? —La tensión se instaló en el ambiente, nadie quería recordar ese momento, fue justo el día en que comenzó la guerra entre Gisela y Alicia—. Pido perdón por haberlo arruinado. No pude evitarlo.

—Ya está, ya pasó —dijo Tefi—. Entendemos por qué te enojaste tanto.

—Bueno, el enojo ya se me pasó... más o menos. Y me quedé con ganas de saber quién es la mejor chupando conchas. No te cuento a vos, hermanito, porque sé que tenés todas las de perder en esto.

—Hey, pero puedo aprender —aseguré—. Quiero aprender.

—Si les parece bien, me gustaría hacer un pequeño concurso de chupada de concha —dijo Gisela, con una gran sonrisa—. Brenda puede ser la jueza, ella es la más neutral de todas.

—Yo encantada —dijo Brenda, con una amplia sonrisa.

—Che, ¿acaso se olvidan de cuál fue nuestro acuerdo? —Intervino Alicia—. No más sexo. Eso se acabó.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora