36. Alquiler.

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Los gemidos de Brenda y Gisela nos llegaban con total claridad. Me pregunté qué estaría pasando en la habitación de Macarena, ella también estaba a una pared de distancia del cuarto de Gisela, pero del lado contrario al mío... y si los cálculos no me fallan, mi tía Cristela está con ella. No necesito ser el tipo más creativo del mundo para imaginarme que, ahora mismo, Macarena y Cristela deben estar dándose una jugosa chupada en la concha, es posible que estén en pleno 69. Aunque ellas tienen que esforzarse para no ser oídas. Sería muy extraño explicarle a Brenda por qué Macarena estaba cogiendo con su tía.

Otra que debía hacer un gran esfuerzo para opacar sus gemidos era mi madre. Alicia estaba dando potentes saltos sobre mi verga y a mí me preocupaba el movimiento de la cama. Aún no hacíamos mucho ruido, pero si ella continuaba con ese violento meneo de caderas, el respaldar de la cama comenzaría a azotarse contra la pared y se escucharía en toda la casa.

―Despacito, mamá ―le dije―. Brenda nos puede escuchar.

―Sí, tenés razón, perdón... ―relajó considerablemente sus movimientos―. Es que... llevo tanto tiempo sin hacer esto que... simplemente perdí la cabeza. Sos mi hijo, Nahuel. ¿Qué mierda estamos haciendo?

―No sé, pero me gusta. Y se nota que vos también estás disfrutando.

―Ay, no me digas eso, que me hacés sentir peor.

―¿Tanto te molesta admitir que podés disfrutar del sexo?

―Más me molesta si se trata de la verga de mi hijo... pero, no puedo parar.

Apoyó sus manos contra mis hombros provocando que sus grandes tetas quedaran colgadas ante mis ojos. Empezó a menear la cadera otra vez, de atrás para adelante, de arriba hacia abajo y en círculos, lo hizo de todas las maneras posibles, intentando no mover mucho la cama. Su concha estaba totalmente mojada y mi verga no encontraba resistencia al entrar, su dilatación era total.

No sé mucho de orgasmos femeninos, pero estoy casi seguro de que mi madre tuvo al menos uno. Para no gemir tuvo que morderse el labio y se aferró a las sábanas con fuerza. Dio saltos más largos y luego se quedó sentada, con mi verga completamente metida dentro de su concha e inició un nuevo meneo de caderas, esta vez más frenético y sin que la verga saliera ni un centímetro de ese agujero.

Cuando lo que yo creo que fue un orgasmo terminó, ella emitió un suspiro sordo y comenzó a respirar de forma agitada, como intentando recuperar el aire, pero sin hacer ruido. Aunque un par de gemidos se le escaparon y estoy seguro de que fueron oídos en el cuarto de Gisela. No me preocupé demasiado, Brenda podría creer que Alicia estaba masturbándose con alguno de sus numerosos dildos, no tenía forma de sospechar que yo estaba en la habitación. De todas maneras, lo más sensato era no llamar mucho la atención.

Alicia se bajó de su montura y sonrió mostrándome que ya estaba satisfecha, creí que ese sería el final del asunto, pero ella fue considerada conmigo. Es cierto que yo había acabado, pero cuando el acto sexual se reanudó, mi verga tuvo tiempo de despertarse otra vez, ella aún no quería irse a dormir. Alicia, entendiendo esto, se la tragó tanto como pudo e inició una nueva mamada. Esta vez fue más sensual, más fogosa. Ella quería demostrarme lo buena que era haciendo petes y realmente lo estaba consiguiendo.

Cerré los ojos y disfruté de los sensuales gemidos que provenían del cuarto de mi hermana. La lengua de Alicia no se detuvo ni un segundo, ni siquiera cuando eyaculé dentro de su boca. Ella siguió chupando y lamiendo como si nada. Por supuesto, se tragó todo el semen. Después de esta acabada mi cuerpo se relajó tanto que en cuestión de segundos me quedé dormido... con la verga aún dentro de la boca de mi madre.

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El día transcurrió con normalidad, y esta vez sí lo digo en serio. Volvimos a ser una familia normal, donde todo el mundo lleva la ropa puesta. Quizás Brenda pueda sospechar que no somos del todo convencionales por lo que pasó durante la noche con mi mamá, pero no tiene motivos para sospechar nada más. Hasta Macarena se vistió con un pantalón y una remera discreta y ayudó en la limpieza de la casa. Brenda intentó ayudar, pero se lo impidieron. Mi tía le dijo que ella, de momento, tenía el carácter de invitada y no estaba obligada a ayudar con los quehaceres domésticos. Sin embargo, con el tiempo, podría ganarse el "status" de una más de la casa... ahí sí le daremos una escoba.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora