Logré cruzar el living sin inconvenientes y llegué a mi dormitorio, donde me esperaban tres hermosas mujeres. Sé que para casi todo el mundo sería patético si le dijera que una de esas mujeres es mi mamá, la otra es mi tía y la tercera es mi prima, que para colmo, está muy enojada conmigo.
Sin embargo en esta situación particular que se construyó luego de largos meses de cuarentena estricta, puedo decir que entré al dormitorio con la verga erecta y que esas tres mujeres, a pesar de ser parte de mi familia, están completamente desnudas.
Sí, sé que sonaría absurdo, inmoral y prohibido para la mayoría de la gente, y a mí todavía me hace mucho ruido mental esta situación. Pero como los sucesos extraños que coquetean con el incesto ya se volvieron algo de cada día en mi casa, me cuesta encontrar un tiempo para reflexionar sobre todo lo que está ocurriendo.
Y ahora no es momento de analizar la situación. Debo pasar a la acción antes de perder mi gran oportunidad de recuperar mi dormitorio.
―Bueno, de qué se trata todo esto ―preguntó mi mamá. Ella estaba acostada junto a su hermana y Cristela le acariciaba suavemente la vagina. Frente a ellas estaba Ayelén, mirando la escena, de rodillas.
―Tengo ganas de recuperar mi cuarto ―dije, cerrando la puerta y poniendo la traba. No quería interrupciones. No hoy. No justo ahora―. Ella fijó una pauta... un desafío. Me dijo que si yo hacía algo en particular, me lo devolvía.
―Ajá... ¿y qué cosa es esa? ―Preguntó mi mamá. Ella ya sabía de qué se trataba, se lo dije hace pocos segundos, cuando ella aún estaba en su cuarto "jugando" con Macarena. La pregunta iba dirigida a Ayelén.
―Si Nahuel te mete la pija por el orto, yo le devuelvo la pieza.
―¿Qué? ¿Estás loca? ―Mi mamá parecía consternada de verdad, al parecer, bajo el incentivo correcto, puede ser buena actriz.
Mi prima mostró una maligna sonrisa triunfal.
―Si no querés, Alicia, no te preocupes. Yo estoy cómoda en este cuarto.
―Y claro, cómo no vas a estar cómoda. Tenés libros, comics, television, computadora... y todo es mío! Mio!
―Qué egoísta que sos, primo.
―No soy egoísta. No tengo problemas en prestar las cosas. A Tefi le di la PlayStation. Pero porque yo quiero. Vos te apropiaste de mis cosas sin pedirme permiso. Y las quiero de vuelta. Y me encanta que tu mamá esté de testigo. Vos sos traicionera; pero Cristela se va a encargar de que cumplas con tu parte del trato. ¿No es así, tía?
―Si hicieron un acuerdo, y Nahuel lo cumple, entonces vas a tener que aceptar las consecuencias, Aye ―dijo mi tía, mientras metía dos dedos en la vagina de su hermana. Eso ayudó a que mi verga siguiera manteniendo su potente erección.
―Está bien, yo cumplo con mi parte del trato... pero quiero ver toda esa pija dentro del culo de Alicia... y no es solo meterla. Le tenés que dar duro por un rato... ―miró a mi mamá con una sonrisa maliciosa―. ¿Estás dispuesta a dejarte taladrar el orto por la pija de tu hijo?
―No lo sé... me parece demasiado. Una cosa es ayudar a Nahuel con su... problemita. Pero esto... es cruzar una línea. Es mi hijo... y yo hace mucho que no practico sexo anal.
Me encantó que Alicia estuviera disimulando de esa forma. De alguna manera eso nos da ventaja. Todavía no sé cómo, pero Alicia, a pesar de estar loca, es más inteligente que yo. En algún momento sabrá aprovechar esa ventaja.
―Lo que yo no entiendo es por qué dejaste de practicar sexo anal ―dijo Cristela―, con lo mucho que te gustaba. Todavía me acuerdo de la vez que te vi con Aníbal, el mecánico, en su taller. Esa vez se te ocurrió usar un minishort de jean que te dejaba la mitad de las nalgas a la vista, y sabías muy bien que cada vez que usabas ese short, o uno parecido, te hacían pasar al taller y salías de ahí toda manoseada y con la boquita llena de leche.
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Aislado Entre Mujeres
General FictionNahuel es un chico de 18 años que vive junto a sus cuatro hermanas mayores y su madre. Un día se entera que tendrá que cederle su dormitorio a dos nuevas integrantes de la casa: su tía y su prima. Como si esto fuera poco, se declara cuarentena por c...