11. Invasión de Tetas.

2.1K 38 0
                                    

El día había transcurrido en paz y armonía, hasta parecíamos una familia feliz. Me pasé la mayor parte de la tarde en living, charlando con Macarena y Estefanía, esto resultó bastante complicado, porque Tefi estaba sentada justo delante mío y estaba en tanga. Para colmo el sillón era tan grande que le permitía subir las piernas, al tenerlas tan separadas, prácticamente le podía ver la concha. A Maca esto parecía no importarle, ya que ella también estaba en tanga, la cual por suerte yo casi no veía, al estar sentada a mi derecha, me la tapaban los apoyabrazos de su sillón. Pero sí podía ver sus tetas... ¿acaso esta chica no pensaba volver a usar una remera en toda su vida? O al menos un corpiño. La verga de me paró dos veces durante la charla, ninguna de las dos hizo un comentario al respecto, pero pude notar que Tefi se aguantaba la risa. Esto no fue tan humillante como hubiera esperado, ya me estaba acostumbrando a este tipo de situaciones.

Conversábamos sobre cualquier tema que nos resultara mínimamente interesante: yo les hablé del nuevo libro que estaba leyendo, y Macarena comentó que ya estaba terminando de leer el que le presté. Estefanía pasó como una hora contándonos lo mucho que estaba disfrutando con mis juegos de PlayStation.

Cuando llegó Gisela no pude dejar de sorprenderme, ella estaba usando una pequeña tanga negra y un corpiño haciendo juego. Se paró cerca de Macarena y le pidió que le cebara un mate.

Macarena se puso de pie y comenzó a caminar alrededor de Gisela, mirándola de arriba abajo. La mayor de mis hermanas se puso roja, seguramente ella se sentía muy incómoda al estar vestida así, por más que hubiera participado del concurso de culos con un atuendo similar. Para sorpresa de todos, Macarena le dio un fuerte cachetazo a una de las nalgas de Gisela, dejando una tenue marca de sus dedos. La pobre Gise dio un salto y abrió tanto los ojos que casi se le salen de sus cuencas.

―¡Qué orto que tenés, hermana! ―dijo Macarena, con una sonrisa―. Tengo que reconocer que te merecés el primer puesto.

―Em... gracias, pero... ¿podemos hablar de otra cosa?

―¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza reconocer que tenés tremendo culo? Si yo tuviera esas nalgas, me sentiría sumamente orgullosa, andaría todo el día con pantalones super ajustados.

―No me gusta usar ropa tan ajustada, lo sabés.

―Sí, pero también sé que tenés algunos pantalones que te quedan como si estuvieran pintados. En la oficina debés tenes loco a más de uno... o a más de una.

―Es cierto ―dijo Tefi―. No lo había pensado, pero a veces vas a trabajar con pantalones ajustados. Te deben mirar el orto todo el día.

―Sí, directamente vamos a asumir que te miran el culo, ―acotó Macarena―. Si dijeras que no, estarías mintiendo.

―Me miran el culo, no lo voy a negar. Es una situación de lo más incómoda.

―¿Y te enojás? ¿Les decís algo? ―Quiso saber Estefanía.

―Por lo general, no digo nada. Prefiero hacer de cuenta que eso no ocurrió. Aunque a veces es muy evidente que me están mirando... y no solo los hombres.

―Es que cualquier mujer fantasearía con volverse lesbiana para poder poner la cara entre estas nalgas.

―¡Ay, Macarena! ―Exclamó Gise, cuando su hermana le apretó las nalgas con ambas manos―. No digas esas cosas. No quiero pensar mal de mis compañeras de trabajo.

―No solo tenés tremendo culo, sino que además tenés unas tetas inmensas... y a veces, aunque no te guste, usás escotes para ir a trabajar. ¿Me vas a decir que ninguna te insinuó nada?

―Nada que ver....

―Mm... me parece que está mintiendo ―dijo Tefi.

―Ya me puedo imaginar la escena ―continuó Macarena―. Estás dentro de la cocina de la oficina, esos lugares son muy chiquitos... y con lo culona que sos, debés tapar todo el camino. Alguna de tus compañeras, que quiera prepararse un café, pasaría por detrás tuyo... y quien sabe... podría caer en la tentación de agarrar estas hermosas tetas.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora