Tuve que esperar unos días para seguir con el plan, porque no dependía de mí. Era muy importante que esta nueva etapa la iniciara Fernanda. Todo dependía de cuánto tiempo tardaría ella en sucumbir ante la curiosidad, el morbo o la calentura. Durante dos días se limitó a evitarme a toda costa, lo mismo hizo con Tefi.
Al tercer día mi abuela se acercó cuando yo estaba solo en el living, leyendo un libro. Necesitaba mostrarme todo el tiempo por si ella quería hablar conmigo. Ese detalle también era muy importante, por eso pasé tan poco tiempo dentro de mi habitación. Solo entré por las noches, para dormir... y para coger con Brenda. Para mi sorpresa, ella parecía muy a gusto con esto de simular ser pareja, se tomó el asunto bastante en serio. Mientras me montaba dijo cosas como "Debo complacer a mi novio". Nunca le pedí que me complaciera, pero entendí su juego, y se lo seguí. Yo también hice mi esfuerzo para que ella la pase bien, si no lo hacía, mis hermanas jamás me lo perdonarían.
―Che, Nahuel... ―dijo, Fernanda con cierta vergüenza―. Ahora me voy a bañar... em... este... yo...
―¿Me puedo bañar con vos? ―Le pregunté al instante, con una gran sonrisa.
―Solo si querés.
―Pero... ¿no te va a molestar? La última vez me pareció que te enojaste conmigo.
―No estoy enojada con vos. Solo estoy algo confundida. Mostraste una actitud muy relajada con ciertas cosas que... no son normales. Bueno, no sé... no pretendo acusarte de nada... supongo que será cuestión de acostumbrarse. De todas maneras, me gusta pasar tiempo con vos, hace dos días que ni hablamos... y eso que vivimos en la misma casa. Si esto es lo que querés... podemos hacerlo.
―Me encantaría.
―Muy bien. Voy a preparar el baño. Te espero.
A decir verdad, creí que mi abuela tardaría más en caer en la trampa, quizás una semana. Con esto me demuestra que es tan curiosa como mi mamá... o quizás más. También entiendo que si vino tan rápido es porque no le desagradó tanto lo que ocurrió la primera vez.
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En esta ocasión mi abuela no mostró ningún tipo de pudor al desnudarse. Se quitó cada prenda de ropa con total naturalidad y cuando yo hice lo mismo le dedicó una buena mirada a mi miembro flácido.
Nos metimos en la bañera sin mucha ceremonia. Al igual que la última vez, ella se quedó de pie del lado de las canillas, dándome la espalda. Comenzamos a enjabonarnos lentamente, como si hubiéramos hecho esto mil veces. Yo aproveché y pasé una esponja por su espalda, esto dio buenos resultados, mi abuela se relajó un poco y no pareció molestarle demasiado que yo, ocasionalmente, pasara una mano por sus pechos.
Sin prisa fui llevando mis manos por todo su cuerpo. Sin dejar de arrimarla, fui bajando poco a poco por su vientre.
Mis dedos se movieron rápidamente sobre su vagina, mi miembro erecto se posicionó entre sus nalgas, apuntando para abajo. El agua de la ducha le caía en la cara y en las tetas. Con mi pecho contra su espalda, la hice disfrutar.
―En serio, no es necesario que hagas esto ―me dijo mientras le acariciaba el clítoris.
―Lo sé. Lo hago porque quiero.
―Uf... ah... ―ella soltó una serie de gemidos muy suaves.
―¿Lo estoy haciendo bien? ―Pregunté sin dejar de mover los dedos.
―Para mi sorpresa, lo estás haciendo muy bien. Demasiado bien...
―Es que practiqué bastante.
―Mm.... uff... me imagino que habrás practicado más de una vez con tus hermanas. O con tu mamá...
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Aislado Entre Mujeres
Ficción GeneralNahuel es un chico de 18 años que vive junto a sus cuatro hermanas mayores y su madre. Un día se entera que tendrá que cederle su dormitorio a dos nuevas integrantes de la casa: su tía y su prima. Como si esto fuera poco, se declara cuarentena por c...