Abrí el cuarto de Ayelén... digo, mi propio cuarto. Porque sigue siendo mi cuarto, carajo. Encontramos a mi prima tal cual la había dejado minutos antes.
―Ahí la tenés ―le dije a Tefi―. Sin ropa y con el mismo carácter de mierda de siempre.
―Quizás está desnuda porque está cambiando la piel ―dijo Tefi, sin molestarse en bajar la voz.
―¿Estás insinuando que soy una víbora? ―Le reprochó Ayelén.
―Y... tenés que reconocer que sos bastante venenosa.
Se desató un feroz duelo de mirada entre ellas. Cerré la puerta detrás de mí y evalúe cuál sería sería la mejor manera de traer un poco de paz a este encuentro entre féminas ardientes. Pero como no se me ocurrió nada, dije lo primero que se me cruzó por la cabeza.
―Ayelén, si tan mal te llevás con Tefi, no entiendo por qué tenés tantas ganas de chuparle la concha.
―Lo que ella busca es humillarme ―dijo Tefi―. Ella cree que va a lograr calentarme tanto que yo me voy a morir de ganas de chuparle la concha a ella, a pesar de que le expliqué que a mí esas cosas no me interesan.
―Bueno, pero Aye nunca dijo nada de que vos se la tuvieras que chupar ―aclaré―. Eso no es parte del trato.
―Lo sé, y por eso accedí a ayudarte ―dijo Tefi―. Vení, pendeja... ¿querés concha? ¡Acá la tenés!
Mi hermana se bajó la ropa interior de un tirón y se acercó a la cama. Ayelén se hizo a un lado y le permitió acostarse.
―Sinceramente no creí que fueras a animarte ―dijo mi prima.
―¿Ahora vas a decir que no me la vas a chupar?
―No dije eso, solo estoy sorprendida de que vos tengas tantas ganas de ayudar a Nahuel, después de todas las veces que dijiste que era un mantenido, un pendejo inútil, un irresponsable, un...
―¡Bueno, basta! ―Exclamó Tefi, sus mejillas estaban rojas. Me resultaba creíble que ella hubiera dicho esas cosas de mí. En especial al comienzo de la cuarentena―. Mis diferencias con Nahuel ya no son las mismas que antes, y él no es tonto, sabe que decís estas cosas solo porque querés que nos llevemos mal.
―Solamente estoy repitiendo tus palabras ―dijo Aye, poniendo cara angelical.
―A mí no me importa lo que haya opinado Tefi de mí hace unos meses. Yo también dije cosas de ella de las que me arrepiento. Pero ahora nos llevamos bien.
―Ah, qué lindo que los hermanitos se quieran tanto. ¿Y cómo hiciste para que ella te aceptara? ¿Le diste una verga con la que jugar? Porque a esta putita le encantan las vergas.
―¡Mirá quién habla! ―Gritó Tefi―. Nena, yo no me comí ni la cuarta parte de las pijas que te comiste vos. Si yo soy puta, ¿vos que sos?
Me costó entender por qué Ayelén tenía esa opinión sobre la sexualidad de mi hermana, si al fin y al cabo Tefi había tenido muy pocas experiencias sexuales. Analizando un poco más a fondo entendí que probablemente Tefi había exagerado sobre su vida sexual al hablar con Ayelén, y que ahora se avergonzaba de haberlo hecho. Aye tiene una lengua muy venenosa, va a usar cada información que tenga a su favor y lo que busca es que Tefi y yo nos sintamos mal. Especialmente Tefi. Me arrepentí de haber metido a mi hermana en este asunto. Ayelén solo quería vengarse por el rechazo que recibió por parte de Estefanía.
―Aye, ¿por qué no te callás un rato y empezás a chupar? ―Le pregunté―. Vos me pediste que traiga a Tefi, bueno, ahí la tenés. Ella no tiene por qué perder el tiempo con vos, si es que no arrancás lo que querés hacer.
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Aislado Entre Mujeres
General FictionNahuel es un chico de 18 años que vive junto a sus cuatro hermanas mayores y su madre. Un día se entera que tendrá que cederle su dormitorio a dos nuevas integrantes de la casa: su tía y su prima. Como si esto fuera poco, se declara cuarentena por c...