Mi primera reacción fue de bronca... porque sabía que Ayelén había obligado a mi madre a hacer eso. Seguramente la estaba extorsionando con contarle a todo el mundo lo que vio en el baño, el día que acabé en la cara de mi madre justo cuando mi prima abrió la puerta. Sabía que habría consecuencias por esto, pero creí que yo sería quien las pague, no Alicia. Sin embargo, que la víctima del chantaje de Ayelén fuera mi mamá tenía más sentido, al fin y al cabo ella sería quien quedaría peor parada si lo ocurrido salía a la luz. ¿Cómo explicaría Alicia que permitió que su hijo le acabe en toda la cara? Y lo que es aún peor, Ayelén podría suponer que detrás de eso hubo más actos "inmorales". Si se le da la gana incluso puede decir que mi mamá me chupó la pija, o algo peor.
Mientras intentaba procesar toda la bronca que me invadía, llegaron los celos. Esos mismos celos que a veces sentí cuando mis amigos miraban mucho a mis hermanas... o a mi mamá. A ver, que sé que Alicia no me pertenece, y mucho menos en el ámbito sexual... pero.... ¿por qué le está chupando la concha a esa hija de puta? ¿por qué accedió?
―Dale, tía... ponele ganas, que no vamos a parar hasta que me hagas acabar ―dijo Ayelén, meneando el culo contra la cara de mi madre.
―Hago lo que puedo. Sabés que a mí estas cosas, con mujeres, no me gustan...
―Callate, que se nota que la estás pasando bien... estás toda mojada...
No sé por qué, en ese momento la rabia se me subió a la cabeza y ya no pude dominarla. Quizás se debió a que Ayelén se estaba burlando de Alicia, la estaba humillando... y yo simplemente no pude tolerarlo.
―¡Salí de ahí, boluda! ―Grité, exponiéndome.
Ayelén y Alicia soltaron un grito al unísono, y se giraron para verme. Salí del baño medio mojado, completamente desnudo, y con la pija bien erecta. No me importó en lo más mínimo.
―Dejala en paz ―agregué, acercándome a la cama. Estaba dispuesto a sacar a esa maldita bruja de los pelos, si era necesario.
―¡Nahuel! ¿Qué hacés acá? ―Dijo mi madre, mirándome con los ojos muy abiertos, como si yo fuera un fantasma.
―Nada, me estaba bañando... y me encontré con esto... ¿te está obligando, cierto?
―Nahuel... ―Alicia quiso hablar, pero no encontró palabras.
―No te metas, pendejo ―dijo Ayelén―. Esto es entre mi tía y yo.
―También es conmigo ―dije, plantándome frente a ella―. Yo también estaba en el baño ese día.
Por un segundo mi prima puso cara de póquer, no pude adivinar ninguna emoción o intención; pero luego se empezó a dibujar la sonrisa más maquiavélica que vi en mi vida. Me recordó a Jim Carrey, interpretando al Grinch. Sí, así de malvada es mi prima... aunque tenga carita de ángel.
―Tenés mucha razón, primo ―me dijo, sin borrar su sonrisa―. Vos también estabas.
―No, Aye ―intervino mi mamá―. Yo puedo aguantar esto, pero dejá a Nahuel afuera.
―Pero tía, ¿no lo escuchaste? Él mismo dijo que ya está metido en esto.
―Nahuel no sabe de lo que habla.
―Lo sé muy bien, mamá. No quiero que Ayelén te haga esto. Si va a ser tan hija de puta de extorsionar a alguien de su propia familia, prefiero que lo haga conmigo. Bien degenerada tiene que ser, para obligarte a que le chupes la concha.
―Conmigo no te hagas el puritano, pendejo ―se quejó la rubia―, que vos también hacés de las tuyas.
―Mamá, ¿cómo permitís que te trate así? ―Pregunté, ignorando las palabras de Ayelén―. ¿Cómo permitís que te obligue de esta manera?
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Aislado Entre Mujeres
General FictionNahuel es un chico de 18 años que vive junto a sus cuatro hermanas mayores y su madre. Un día se entera que tendrá que cederle su dormitorio a dos nuevas integrantes de la casa: su tía y su prima. Como si esto fuera poco, se declara cuarentena por c...