43. Negociando Información.

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Desde que empezaron a pasar cosas raras en mi casa siempre, en algún rincón de mi cabeza, hubo una vocecita temerosa diciéndome: "Algún día toda esta locura se va a acabar", "Algún día todo se va a ir al carajo", "Algún día va a pasar algo como..." Como lo que pasó hoy.

Ayelén es una arpía. Eso ya lo tengo más que claro. Sin embargo, nunca creí que fuera capaz de hacer algo así. Una cosa es molestarme y robarme el dormitorio o extorsionar sexualmente a mi mamá (algo que de por sí ya es muy malo); pero poner toda la familia en riesgo, eso ya es cruzar una línea. Esto ya no es una travesura. Ella es malvada en serio. Nos odia a todos y nos quiere hacer sufrir... quién sabe por qué.

Estoy comenzando a pensar que ella en realidad es como el Joker, el archienemigo de Batman. Es mala porque sí. Es su naturaleza. Solo quiere ver el mundo arder... o al menos quiere ver arder nuestra familia.

¿Cómo le explico la situación a Brenda?

Disimular es imposible. Desde su perspectiva, ella está viendo a una mujer desnuda en la cama, en cuatro patas, y a su hijo metiéndole la pija por el orto. Toda mi verga está bien metida por el culo, y como si esto fuera poco, hace apenas unos segundos Alicia también le estaba comiendo la concha a su propia hermana, y estoy seguro de que Brenda lo vio. Y aunque no lo hubiera visto, la posición de mi tía, con las piernas abiertas frente a mi mamá, deja todo muy claro.

Brenda abrió la boca varias veces, como para decir algo. Parecía un pez boqueando fuera del agua. Al final dio media vuelta y se marchó.

Salí corriendo detrás de ella y pude ver cómo se perdía en el pasillo, en dirección hacia el cuarto de Gisela.

A mi derecha, mirando todo con una sonrisa maliciosa, se encontraba Ayelén, acostada en un sillón.

―Te fuiste a la mierda pendeja ―dije, acercándome a ella.

―¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar?

Me detuve en seco. Sería incapaz de pegarle a cualquier mujer, aunque sea una arpía hija de puta como Ayelén.

―Nadie te va a pegar ―dijo la voz de mi madre desde el interior de la pieza―. Pero te vas de esta casa, inmediatamente.

Un bolso salió volando de la pieza y cayó en el piso del living.

―Qué? Estás loca? ―Preguntó Ayelén, poniéndose de pie.

―Loca estás vos ―dijo mi mamá, asomándose―. No puedo creer que hayas hecho una cosa así. Sabés el riesgo en el que pusiste a la familia?

―No es mi culpa que sean unos degenerados incestuosos...

―Mirá quién habla ―dijo Cristela. Ella es la madre de Ayelén y por un momento creí que defendería a su hija; pero estaba tan enojada como Alicia―. Vos no te quedás atrás en esas cuestiones. O querés que les cuente lo que hacíamos en la pieza cuando nos dejaban solas?

Ayelén apretó tanto sus labios que se pusieron blancos.

―Te vas ya mismo de acá ―le dije―. No me importa dónde vas a vivir, lo único que sé es que si te quedás en esta casa, vamos a terminar muy mal. Lo tuyo no es hacer "bromitas", nos querés joder. Simplemente eso. Querés vernos sufrir, como si nosotros te hubiéramos hecho algo malo.

―Sinceramente no entiendo por qué te comportás de esta manera, Ayelén ―dijo Cristela―. Ya habíamos hablado de este asunto, tenés que aprender a convivir con la gente. No podés ser tan... arpía. La última vez que hablamos de este tema te dejamos bien en claro que ya estabas al borde de irte a vivir a otra parte. Me duele en el alma tener que echar a mi propia hija de la casa, pero sé muy bien que tu abuela te va a recibir con los brazos abiertos. No te va a faltar techo ni comida. Si te quedás acá, las cosas van a terminar mal. Es cierto que Nahuel no te va a pegar... pero Macarena... ella te va a romper la cara en cuanto se entere de lo que hiciste.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora