53. La Jugada de Nahuel.

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Los últimos dos días la situación en mi casa estuvo tensa... pero ya estamos acostumbrados a vivir con tensión. Tuvimos que hacer una tregua para que Ayelén pudiera poner un pie fuera del cuarto de mi madre. Fijamos un horario en el que ella podía salir a comer algo o incluso a tomar sol al patio. En el instante en que mi prima salía del cuarto, todas mis hermanas se refugiaban en sus dormitorios, Brenda y Alicia se les unían. Las únicas personas con las que Ayelén podía socializar eran su mamá, la abuela Fernanda y yo.

A ver... que yo también tenía ganas de matarla; pero me aguanté e hice el papel del nieto bueno frente a mi abuela. Incluso la hice reír contándole algunas anécdotas divertidas de mi vida.

Me reclamó varias veces que nunca fuera a visitarla y que le hubiera gustado pasar más tiempo conmigo. Le prometí que en el futuro le prestaría más atención.

Por suerte Cristela se encargó de que no se hablara del tema que nos tenía consternados a todos. La abuela hizo un par de comentarios como "Alicia nunca mencionó que tuviera problemas económicos" o "Hacer una cosa así... teniendo hijas...". Sin embargo en cada una de estas ocasiones Cristela desvió el tema de conversación en cuestión de segundos.

Durante unas de estas salidas de Ayelén a tomar sol en el patio, mi abuela aprovechó para darse una ducha en el baño del cuarto de mi madre, y yo no podía dejar pasar esa insuperable oportunidad.

Sin siquiera avisarle, me metí al baño unos minutos después que ella.

―Nahuel! ¿Qué hacés acá? ―Preguntó mi abuela. Intentó cubrir su desnudez con las manos pero no le fue posible.

Debo reconocer que su piel se mantiene mucho más tersa y suave de lo que había imaginado. Apenas puedo notar unas sutiles diferencias con el cuerpo de mi madre... o el de la tía Cristela. Las tres parecen haber salido del mismo molde: Tetas exhuberantes, cinturas estrechas, y caderas anchas.

―Dijiste que podía usar este baño...

―Pero... ahora estoy yo.

―No importa, a mí no me molesta bañarme con otra persona.

Me desnudé con total naturalidad. Me acostumbré tanto a que me vean desnudo que sinceramente no me molesta que mi abuela me vea así. Además... me vio cogiendo con Brenda... y con Tefi, aunque esta segunda parte no la sabe.

―No me parece apropiado...

―Abuela, me dijiste que querías pasar más tiempo conmigo, para conocerme mejor... bueno, acá estoy.

Bajé mi calzoncillo y ella se quedó mirando fijamente mi verga flácida. La tenía justo donde quería.

Entré en la bañera y me paré tan cerca de mi abuela como pude. Rocé el costado de su cuerpo cuando estiré la mano para tomar el jabón, ella se estremeció y al hacerlo bajó las manos. Sus tetas quedaron al desnudo frente a mis ojos, aunque una de sus mano seguía tapándole la concha.

―¿Tanto te molesta que te vea desnuda? ―Le pregunté.

―Y sí... lógico... ¿no te parece? ¿a vos no te incomoda ver a tu abuela desnuda? ¿o que yo te vea así?

―Me da igual ―dije, encogiéndome de hombros―. No es la primera vez que me ducho con otra mujer.

―Como lo hiciste con Tefi...

―Ajá...

―¿Y con quién más?

―Em... con mi mamá. Ella sabe perfectamente el problema que tenemos con los baños, y a veces me deja usar este. Y bueno... un día entré cuando ella estaba en la ducha y me dijo que podíamos bañarnos juntos.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora