33. El Lamento de Gisela.

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Durante un par de días mi casa se convirtió en algo parecido a un cementerio. Permaneció oscura y en silencio, la gente había desaparecido. Dormí dos noches seguidas en el sofá porque yo también necesitaba estar solo, y aproveché que casi nadie salía de su cuarto más que para ir al baño o para buscar algo de comida en la heladera. Mi mamá dejó una abundante cantidad de jamón, queso, salame y pan, para que nos hiciéramos un sandwiches. Creí que pasaríamos toda la semana comiendo eso, por suerte Tefi nos rescató. Pidió al delivery varias pizzas y antes de llevarse una buena selección de porciones a su cuarto pegó el grito: "Hay pizza, la que quiera que venga a buscar". Por supuesto, el primero en atacar esas cajas de pizza fui yo. Fue un gran error dejarme solo con ellas, aunque creo que Tefi previó que esto iba a pasar y pidió más de la cuenta, tanto que ni siquiera todos pudimos agotar las raciones.

De hambre no nos íbamos a morir, lo que estaba matando a mi familia era la indiferencia. El duelo emocional entre Gisela y Alicia nos dejó traumados y ahora todos evitamos hablar de cualquier cosa en espacios compartidos.

Al menos no tuve que quedarme solo en la penumbra del living durante dos días. Tefi me acogió en su cuarto durante varias horas, y si bien no hablamos del asunto que nos preocupaba, pasamos un buen rato disfrutando de un nuevo juego llamado Fall Guys. Es super divertido, en especial para jugar con otra persona. Nos reímos un montón.

Mientras jugábamos se me ocurrió preguntarle algo que me mantuvo pensando durante un buen rato... sí, porque a veces pienso, aunque no lo parezca.

―¿Por qué participaste en el concurso de petes?

―¿Eh? ¿Y por qué no? ―Dijo ella, sin dejar de mirar la pantalla. Era gracioso ver cómo sacaba la lengua y se movía de un lado a otro intentando que su personaje no cayera por alguna cornisa.

―Por lo que dijo Ayelén... me dio la impresión de que te quedaste mal cuando ella insinuó que... bueno... que te gustaba mucho hacer ciertas cosas conmigo.

Tefi perdió la partida, yo ya había perdido mucho antes así que solo estaba esperando a que ella terminara.

Me miró con sus hermosos ojos y sonrió.

―Si me hubiera mostrado afectada por eso, Ayelén se habría salido con la suya. No voy a permitir que esa yegua me arruine la vida.

―Ah, sí... ya veo. Con mamá hablamos de ese tema. Ella me dijo: "Nunca hay que mostrar señal de debilidad frente a Ayelén".

―Así es. Eso aplica para todas las personas que son tan hijas de puta como ella, personas que solo vienen a joderte la vida. ¿No te diste cuenta de lo enojada que estaba ese día?

―Ayelén siempre está enojada ―aseguré.

―Bueno, pero esta vez su enojo tenía un motivo: me vio a mí actuando como si nada y se puso furiosa. No puede tolerar que sus jueguitos diabólicos no den resultado. Le pega de lleno en el orgullo. Y sí, a mí me resultó difícil chuparte la verga... especialmente hacerlo frente a todas las demás...

―Pero demostraste que sos más astuta que Ayelén... y más valiente.

―Así es. Además me sirvió para otra cosa. Imagino que algún día tengo que contarles a las otras cómo conseguí tanto dinero. Porque eso va a pasar tarde o temprano. Y bueno, ya me vieron con tu pija en la boca... así que, tal vez, no se escandalicen tanto cuando se enteren.

―Ah, sí... es buena idea ir preparando el terreno para cuando eso ocurra.

―De todas formas, no creas que van a pasar esas cosas entre nosotros. Intentaremos limitarlas a las fotos, solo en caso que sea estrictamente necesario.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora