55. Territorio de Guerra.

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Hubo momentos en los que me cuestioné si estaba haciendo lo correcto, si mi abuela Fernanda realmente se merecía todo lo que le estaba haciendo. Esas dudas se disiparon una mañana, pocos días después de la cogida que le di. Ahora sé que se merece eso y mucho más.

Todo ocurrió una mañana, durante el desayuno. Al principio todo fue alegría, como si se tratase de un milagro, Macarena logró convencer a Alicia de salir de su encierro y compartir una grata mañana con sus hijas. El motivo: era el cumpleaños de Alicia.

Desde que comenzó la cuarentena, el último cumpleaños que realmente celebramos fue el de Macarena. Desde ahí en adelante le tocó cumplir años a Pilar y a la tía Cristela. Pero no estábamos de ánimos para los festejos, ellas no querían hacer nada y los pasamos como un día cualquiera. Sin embargo, esta vez teníamos motivos para celebrar: queríamos que mi mamá se sintiera un poco mejor.

De todas maneras no era un gran festejo, sino un desayuno un poco más elaborado de lo habitual y nada más.

Para la ocasión Cristela le había arreglado el pelo y estaba usando un lindo vestido color rojo con un amplio escote. Sus grandes tetas estaban firmes, llenas de encanto. No había señales de Ayelén por ningún lado y los reportes de inteligencia (es decir, Tefi) indicaban que el enemigo se había acostado tarde y que, posiblemente, no se levantaría hasta dentro de unas cuantas horas. Gisela y Pilar se las ingeniaron para preparar un par de ricas tortas de manzana y Tefi y yo nos encargamos del café con leche. Parecía que nada podía ser más perfecto. Era el inicio de la recuperación de Alicia, la salida de su letargo. Hasta que llegó Fernanda...

¿Una madre puede ser odiosa y despreciable con sus propias hijas? ¿Y el día de su cumpleaños?

La respuesta es: Sí.

Mi mamá cometió muchos errores, en especial con Gisela. Pero creo que nunca obró de mala fe. Nunca fue malvada solo por el hecho de ser malvada. Si le impedía a Gisela ser lesbiana, no lo hacía por ser cruel con su hija, sino porque veía el lesbianismo como un demonio que destruye vidas. Según Macarena mamá sufrió mucho por sus tendencias lésbicas y solo intentaba evitarle ese sufrimiento a Gisela. Pero como no sabía procesar un tema tan complejo, lo hizo de mala manera, causando más daño que buenos resultados. No fue por mala, fue por no saber lidiar con la situación.

Pero lo de mi abuela Fernanda ya es ser malvada. Una maldad nivel Ayelén. Y ahora entiendo a quién salió esa arpía.

—Qué milagro que estés celebrando tu cumpleaños con la ropa puesta —dijo Fernanda, mirando a su hija con desprecio—. Pensé que ya habías perdido hasta la última pizca de decencia.

Si será hipócrita. Ella habla de decencia después de que le suplicó a su nieto que le metiera la pija por el culo.

—Mamá, no te metas —dijo Cristela, pero fue ignorada. Fernanda siguió con la vista fija en Alicia.

—¿Le vas a contar a tus hijas cómo celebraste tus veintiún años? —Espetó—. Quizás a alguna le interese tener una fiestita como esa. —Mi madre se quedó muda, mirándola con cara de cordero degollado—. Dale contales lo que hiciste en el taller. Así es como supe que los rumores eran ciertos. "La puta del barrio", le decían. Celebró su cumpleaños en una fiesta sexual donde ella era la única mujer invitada... los otros siete u ocho eran amigos del dueño del taller. La encontré recibiendo vergas por todos lados, por la boca, por la concha... hasta por el culo. Le estaban dando por todos los agujeros a la vez. Los tipos se turnaban para usarla, como si fuera una muñeca sexual. Y ella... lo disfrutaba, pedía más. Los alentaba a que la siguieran humillando, a que la usen como depósito de semen. Esa es la clase de fiestas que le gustan a esta mujer. La tuvieron dentro del taller toda la noche, le dieron sin parar. No hubo ni una sola verga que no haya pasado por todos sus agujeros. ¿Esa es la clase de valores que pensás inculcarle a tus hijas?

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora