30. Aprendizaje de Cuarentena.

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Diario de Cuarentena:

<Inicia la operación Fortaleza>.

Estoy decidido a recuperar mi "Fortaleza de la Soledad". No puede ser que la arpía de mi prima se apodere de mi cuarto. Tengo que hacer algo al respecto. No pienso acatar sus condiciones.

―Hola, Nahuel ¿qué andás haciendo? ―Me saludó mi tía Cristela.

Yo estaba sentado en el sofá, completamente desnudo, mirando fijamente la puerta de mi dormitorio.

―Hola tía ―saludé, sin prestarle mucha atención― Acá ando...

Diario de Cuarentena:

<Concentración, cadete Nahuel. El trabajo de inteligencia ya se realizó. Llegó el momento de pasar a la acción>.

―Yo estoy un poco aburrida ―mi tía hablaba a mis espaldas, ni siquiera me giré para mirarla.

Mi mente estaba focalizada en ese dormitorio. No había planificado demasiado, pero sí estaba decidido a hacer algo. El primer paso consistía en entrar a mi cuarto sin golpear. Sabía que Ayelén estaba durmiendo, lo sé porque abrí un poquito la puerta y espié.

Mi estrategia es sencilla: Hacerle la vida imposible hasta que me devuelva mi cuarto.

La voy a despertar y voy a hacer todo lo que pueda para no dejarla dormir en paz.

―¿Vos estás ocupado con algo? ―Preguntó Cristela. Su voz sonó en el fondo de mi cabeza, apenas si fui consciente de ella.

Diario de Cuarentena:

<Adelante, cadete Nahuel. El éxito de la operación depende de que el primer ataque sea un éxito>.

Estaba concentrado. Decidido. El corazón me latía con fuerza guerrera. Había llegado el momento de actuar.

―Nahuel... ―dijo mi tía.

Me puse de pie, no podía permitirme ninguna distracción. Esa arpía se va a enterar de lo que puedo hacer.

―Nahuel...

Si es necesario, voy a darle una patada a la puerta.

―Nahuel...

Empecé a caminar hacia la puerta. La operación está en marcha, ya nada puede detenerla.

―Nahuel... ¿querés que te chupe la verga?

Diario de Cuarentena:

<¡Aborten! ¡Aborten! La operación Fortaleza queda cancelada! Repito: ¡Aborten! ¡Operación cancelada!>

Giré la cabeza por primera vez desde que mi tía empezó a hablarme y me quedé pasmado al ver que tenía puesto un conjunto de lencería celeste. Un corpiño sin copa, que no tapaba nada de sus tetas, solo se las adornaba. Un portaligas y medias de encaje que le llegaban hasta la mitad de los muslos. Su concha estaba completamente a la vista.

Mi verga, que había escuchado la propuesta de Cristela, comenzó a despertarse, como un animalito hambriento que huele comida.

―No me mires con esa cara, chiquitín ―dijo ella, con una gran sonrisa―. Sabés que lo digo en serio.

―Sí... lo sé... pero... em... ―estaba aturdido por su belleza despampanante. Esa mujer ya no parecía mi tía. Era como tener una actriz porno desnuda en casa―. Ayelén está en mi pieza. ¿Dónde vamos a...?

―Por eso no te preocupes. Macarena nos presta su cuarto.

―¿Segura?

―Sí, claro. Hablé con ella del tema y no tiene problema. Incluso me contó que la idea de ayudarte con estímulos fue de ella. Se nota que se preocupa por vos. Vení, vamos a la pieza.

Aislado Entre MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora