IX

357 41 3
                                    

Tatiana

Después de dejarlo en la cama, salí de la habitación y me dirigía a mi baño, me eche un poco de agua en la cara, que está pasando en mi vida.

•••

Me sumergí en un sueño profundo y vívido. Estaba con el amor de mi vida, la persona que hacía que mi corazón latiera con emoción y pasión. Pero había algo extraño: no podía ver su cara. Era como si estuviera borrosa, indefinida.

Estábamos en un lugar hermoso, rodeados de naturaleza y tranquilidad. Nosotros dos estábamos sentados en un banco, mirando hacia el horizonte. Sentía su mano en la mía, su calor y su seguridad.

Hablábamos de cosas profundas, de sueños y deseos. Me sentía comprendida y amada. Pero cada vez que intentaba mirar su rostro, se desvanecía en la niebla.

•••

Este sueño se repite noche tras noche. Siempre es el mismo: el amor, la conexión, la incompletitud. Me despierto con una sensación de melancolía, preguntándome quién es esa persona, por qué no puedo ver su cara.

¿Es alguien de mi pasado? ¿Alguien que aún no he conocido? ¿O es simplemente una creación de mi subconsciente?

El sueño me deja con más preguntas que respuestas. Pero también me deja con una sensación de esperanza, de que algún día encontraré a esa persona, y podré ver su rostro con claridad.

Fui por un vaso de agua, y escuché ruidos en la habitación de invitados, primero pensé en que podría ser un cochino y estar haciendo sus cosas, luego recordé que estaba tomado, y me preocupe porque se estuviera ahogando en su propio vómito.

Entre sin pensarlo y Vi que tenía una pesadilla, me acerque y estaba sudando.

•••

César

•••

Me sumergí en un sueño que comenzó como una escena idílica. Estaba rodeado de mi familia, riendo y sonriendo juntos. Mi corazón estaba lleno de felicidad y amor. Todos estábamos en un lugar hermoso, con un sol brillante y un cielo azul.

Pero de repente, todo cambió. Mi familia comenzó a desaparecer, uno por uno. Mi madre se desvaneció en la nada, seguida de mi padre. Mis hermanos y hermana se esfumaron como si nunca hubieran existido.

Me quedé solo, rodeado de un silencio opresivo. Sentí un pánico creciente en mi pecho. Comencé a murmurar, suplicando que no me dejaran solo.

- No, no, no... no me quiero quedar solo - repetía, mi voz temblorosa.

Lágrimas calientes comenzaron a rodar por mis mejillas. Sentí una desolación profunda, como si hubiera perdido todo lo que me importaba. Mi corazón latía con angustia, mi alma se sentía vacía.

Intenté correr para encontrar a mi familia, pero mis piernas estaban paralizadas. Estaba atrapado en una soledad insoportable. Mi mente se llenó de pensamientos oscuros y temores.

•••

Sentí que alguien me llamaba.

- César... César -  La voz era suave y familiar. Poco a poco, abrí los ojos y vi a una mujer parada frente a mí. Era ella, la preciosa que me había ayudado anoche.

Su rostro estaba iluminado por la luz tenue de la habitación, y sus ojos brillaban con una mezcla de preocupación y ternura. Me sentí atraído hacia ella, sin saber por qué.

Sin dudarlo, solo sentí un impulso de besarla. Mi corazón latía con emoción, y mi mente se vació de pensamientos. Solo existía ella, en ese momento.

Me acerqué a ella, y nuestros labios se encontraron en un beso suave y apasionado. Sentí que el tiempo se detenía, y que nada más importaba.

La besé con intensidad, como si necesitara sentir su calor y su proximidad. Ella respondió con igual pasión, y nuestros cuerpos se acercaron.

En ese momento, no pensé en nada más. Solo en ella, en su sabor, en su olor, en su calor. Era como si hubiera encontrado un pedacito de cielo en sus brazos.

•••

Tatiana

Nunca había pensado que mi primer encuentro íntimo podría ser tan cargado de emoción, confusión y deseo. César había sido una presencia constante en mis pensamientos, un crush que no solo capturaba mi imaginación, sino que también me hacía cuestionar mis propios sentimientos.

La noche en que finalmente nos encontramos, estaba nublada, y el aire fresco de la ciudad parecía estar lleno de promesas y expectativas. Era una de esas noches en las que el anhelo parece tener forma, y el destino se siente tan tangible como la brisa que acaricia la piel. César y yo habíamos compartido pocas palabras por lo que jamás me imaginé estar en esta situación.

Nuestros cuerpos se acercaron de una manera que parecía natural, como si estuviéramos destinados a encontrar esa cercanía.

Cada toque, cada caricia, era una nueva experiencia para mí, una mezcla de emoción y vulnerabilidad que no había anticipado. A medida que la noche avanzaba, sentía una mezcla de deseo y miedo, una especie de aventura desconocida que me impulsaba a seguir adelante, pero también me hacía preguntarme si estábamos tomando el camino correcto.

César, con su mirada suave y sus gestos cuidadosos, parecía entender mi incertidumbre. Sus manos eran suaves pero firmes, y cada contacto me decía que estaba dispuesto a explorar este momento conmigo, respetando mi ritmo y mis sentimientos. No sabíamos si esto significaba algo más en el futuro, pero en ese instante, lo único que importaba era el aquí y el ahora.

El deseo se mezclaba con la búsqueda de conexión emocional, y aunque no sabía si César sería el amor de mi vida, en ese momento, éramos dos almas buscando consuelo y entendimiento. El encuentro fue una revelación de lo que podría ser, una muestra de que el anhelo de ser amado puede llevarnos a lugares inesperados, y de que a veces, la intimidad es tanto un descubrimiento personal como un acto compartido.

Cuando finalmente nos acurrucamos juntos, sentí una calma que contrastaba con la intensidad de la noche. No era solo el final de una experiencia física, sino el comienzo de una nueva comprensión de lo que significaba estar verdaderamente presente con alguien. César y yo habíamos compartido un momento único, y aunque no sabíamos qué nos depararía el futuro, el recuerdo de esa noche permanecería como una parte fundamental de nuestra historia, sea cual sea el rumbo que tome.

Y así me quedé dormida en sus brazos.



🔥🔥🔥🔥🔥🫀🪽✨

solo en sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora