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Cesar

Estábamos en el aeropuerto y no dejaba de pensar que la gente era una bola de chismosos. Podía sentir sus miradas, las susurraderas. El típico ¿Ese no estaba muerto? Lo sabía, lo leía en sus labios, en sus gestos, y cada vez me hervía más la sangre. Ser gemelo idéntico no es para cualquiera,  lo digo en serio. Por más que lo expliques, no lo entienden. Ellos sólo ven una cara conocida y se creen con el derecho de decir lo que sea.

Lillian iba adelante con Dylan, cubierta con una gorra y lentes oscuros. Ya había cambiado tanto físicamente que nadie la reconocía. Dylan, pobrecito, aún no entendía bien lo que pasaba, pero se portaba mejor de lo que esperábamos. Cristhian, Vanessa y yo íbamos detrás, más expuestos. Mi apa y mi ama estaban con Lillian, tratando de mantenerse tranquilos, pero sus miradas a veces se cruzaban con las nuestras, como queriendo asegurarse de que todo iba bien.

- ¿Tú crees que alguien se acerque? - me preguntó Vanessa, mordiéndose un poco los labios.

- Ya lo están haciendo… - le respondí. Pude ver cómo algunos tipos nos observaban desde la fila de espera. Era cuestión de tiempo antes de que se atrevieran a dar el primer paso.

Cristhian me miró de reojo, tratando de disimular, como siempre lo hacía.

- No les hagas caso, güey. Son chismosos de mierda, ni saben lo que pasó.

Justo en ese momento, un tipo medio nervioso, de esos que ni se atreven a mirar directo, se acercó con un teléfono en la mano.

- ¿César? ¿Eres tú? ¿Te puedo tomar una foto?

Apreté los dientes, pero respiré hondo. ¿Para qué hacerla de pedo? Si le decía que no, me iban a grabar de todos modos y armar el chisme de que estaba enojado o algo peor. Así que le sonreí, aunque sin muchas ganas.

- Sí, nomás rápido, carnal.

Cristhian se adelantó, interrumpiendo un poco el momento.

- Dale, dale, que ya casi subimos al avión. Rápido, porfa.

El tipo sacó la foto y se fue, pero no sin antes lanzarme esa mirada incómoda. La misma de todos: la duda, la incredulidad, como si estuviera viendo un fantasma. Escuché los murmullos detrás de nosotros.

- Ese no es César, es Carlos. No mames, los gemelos siempre engañan, seguro no está muerto - Quería soltar un golpe a la pared, pero me contuve.

Subimos al avión con más tranquilidad. Dentro ya nadie nos reconocía, o al menos no tenían las agallas de acercarse. Me senté con Vanessa y Lillian, mientras Dylan jugaba con su abuela un par de filas adelante.

- ¿Todo bien? - pregunté a Vanessa, que estaba perdida mirando por la ventana.

- Sí, todo bien… sólo me preocupa que la gente siga hablando de ti como si no tuvieras derecho a estar aquí, esto afecta a Cristhian aunque no lo diga - respondió, bajando la voz.

- Van a hablar siempre, cuñada - le dije, pero en el fondo sentía la misma frustración - Es lo que hacemos, seguimos adelante.

Lillian nos miró desde su asiento, con Dylan ya dormido en su regazo.

- Estas más tranquilo ahora, ¿verdad? - me preguntó, refiriéndose a la tensión en el aeropuerto.

- Sí, por ahora. Pero ya sabes que no termina aquí. Esto apenas comienza.

Cristhian, sentado delante, se giró para mirarnos.

- Oye, quédate tranquilo, ya estamos aquí. En Cali la cosa estará más calmada, no todos nos conocen como acá. Te lo prometo.

Pero yo sabía que no sería así de fácil. Los ojos estaban siempre puestos en nosotros, especialmente en mí, el gemelo que según algunos debería estar en una tumba.

Me recliné en el asiento, cerrando los ojos, intentando borrar los murmullos y las miradas que me habían seguido todo el maldito día.

¡Deja de pensar cesar! - me recriminé

Cuando la vea a ella dejaré de pensar.

•••

Cristhian

Estábamos en la sala de espera del aeropuerto, y las miradas me ponían de malas. No era lo mismo de antes. Antes, Carlos era el que se llevaba toda la atención, y yo podía pasar desapercibido, ser el hermano tranquilo. Pero ahora, con él ya no estando, todas las miradas caían sobre nosotros. Sobre César, sobre Lillian, sobre mí. Y la neta, no estaba seguro de cómo manejarlo. Sabía que tenía que cuidar de mi familia, pero sentía que no lo estaba haciendo bien. Todo se sentía fuera de lugar.

Me acerqué a Luna, que estaba entretenida con su teléfono. Ya no era una niña; estaba por cumplir 18, y, aunque seguía siendo mi hermanita menor, ahora veía las cosas de una manera muy distinta. A veces incluso más madura que yo.

- Luna - le dije, inclinándome hacia ella para que me escuchara bien. - ¿Sabes por qué César ya no quiere volver a los escenarios, verdad?

Ella levantó la mirada del teléfono, como si ya supiera lo que iba a decirle.

- Sí, Cris, es obvio. Ahorita todo mundo lo está mirando a él, y después de todo lo que ha pasado, no es fácil.

Asentí, pero no era solo eso lo que me molestaba.

- Antes, por lo menos las miradas se las llevaba Carlos con lillian. Nosotros podíamos andar tranquilos, como si no existiéramos, bueno no tan asi. Pero ahora... ahora todos están sobre César. Y, si no es sobre él, están sobre Lillian o sobre mí. Y siento que estoy fallando. No sé si lo estoy manejando bien. No sé si estoy cuidando a todos como debería.

Luna me miró con una sonrisa tranquila, de esas que me recordaban lo madura que se estaba volviendo.

- Hermano, lo estás haciendo bien. Todo esto es una locura, pero estás aquí, cuidando a la familia, haciendo lo mejor que puedes. No te machaques tanto por lo que no puedes controlar.

Suspiré, pero sus palabras me aliviaron un poco.

- Es difícil, Luna. Es como si no importara qué hagamos, la gente siempre va a estar ahí, juzgando, opinando.

Ella se rio suavemente, negando con la cabeza.

- Bueno, eso es inevitable. La gente siempre va a hablar. Pero tú no puedes dejar que eso te afecte. Tienes que vivir tu vida, y más ahora que estamos aquí, haciendo este viaje.

Sabía que tenía razón, pero aún así no me era tan fácil soltar la preocupación. Me quedé en silencio por un momento, observando cómo la gente pasaba de un lado a otro, algunos con esa mirada curiosa de quienes querían acercarse, pero no se atrevían.

Entonces, Luna soltó algo que me hizo reír, lo que no había hecho en horas.

- Oye, Cris, ¿tú crees que nuestra cuñada,  le va a hacer la vida imposible a César antes de perdonarlo?

No pude evitar soltar una carcajada.

- Yo creo que sí,Va a sufrir un rato antes de que lo perdone.

Los dos nos echamos a reír, y por un momento, sentí que el peso de todo aquello se aligeraba. Luna siempre tenía esa habilidad de hacerme ver las cosas con más calma. Sabía que este viaje no iba a ser fácil, pero al menos la tenía a ella para recordarme que, a pesar de todo, aún había momentos para reírnos.

Debía relajarme disfrutar de mi familia, de mi novia, de este viaje y sobre todo ver a cesar enamorado como un perrito pidiendo comida ajjaja.



🤣🪗🧔

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