ZAITH
Hoy como de costumbre, es miércoles, y eso significa otro turno de 48 horas. En casi dos meses apenas he ido un par de veces a casa. Mi mamá, mi mami y mis hermanos no paran de decirme que no es saludable estar tanto tiempo aquí, pero bueno, ella quería un hijo médico, ¿no? Irónicamente, este lugar que tanto deseé parece haberse convertido en una pesadilla.
He visto a César sufrir, y entiendo por qué Tatiana se enamoró de él. Pero el modo en que la trató... eso jamás se lo voy a perdonar. Cada día parece más una maldita pesadilla de la que no podemos despertar.
Hoy, estamos cortos de personal, como siempre. Se supone que llegan nuevos residentes para ayudarnos a los internos, pero ya veremos si eso hace alguna diferencia. Iba caminando por el pasillo del piso de cirugía, concentrado en mi lista mental de tareas, cuando choqué de lleno con alguien. Levanté la mirada, y mi corazón se detuvo. Unos ojos muy familiares me miraban de vuelta. No, no podía ser...
¿Ignací? pensé, pero no lo dije en voz alta. ¿Qué demonios está haciendo aquí?
Mis pensamientos iban a mil por hora. ¿Por qué lleva una bata de médico? ¿Cómo no supe que él estaría aquí? El chico que me había hecho suspirar toda mi adolescencia en la high school ahora estaba frente a mí. ¡Maldita sea, Tatiana, qué mal momento para estar en coma!
Ignacio, el chico playboy que me robó el sueño en Wattpad durante toda mi adolescencia. Y ahora... ahora está aquí, a solo unos centímetros de mí. Claro, Zaith, qué perfecto.
Me doy cuenta de que llevo un rato mirándolo como un idiota y no he dicho ni una palabra. Mi cerebro no responde. ¡Ahhh! ¡Jueputa, reacciona!
- Eh, hola... - logro decir, intentando sonar casual. Actúa normal, Zaith, actúa normal.
Sonrió, y mis nervios se dispararon. ¡Mierda, sigue siendo guapísimo!
- Hola, tranqui - me respondió, como si nada. Y entonces, dijo algo que me dejó helado - Zai, no te confundiría con nadie. Sigues siendo el mismo chico torpe de la high school.
Parpadeé. ¿Sabe mi nombre? ¿Cómo demonios recuerda mi nombre?
- ¿C-cómo...? - traté de preguntar, pero me interrumpió con esa sonrisa que siempre había soñado.
- Vamos, Zaith, no me olvido tan fácil. Nunca podría confundirte. Además, eres imposible de olvidar.
Sonreí como un tonto, sin poder evitarlo, mis pensamientos atrapados en esa mezcla de incredulidad y emoción. ¿Qué hace aquí?
Al final, después de un silencio incómodo y miles de preguntas en mi cabeza, él rompió la tensión.
- Estoy aquí porque me trasladaron. Después de terminar mi especialización en Canadá, este hospital parecía la opción adecuada. Mi puntaje me dio para estudiar medicina, y, bueno, aquí estoy.
No puede ser... Está aquí, en mi hospital. Por un segundo, olvidé dónde estaba. Todo parecía una especie de historia de Wattpad hecha realidad.
Nos quedamos hablando unos minutos más. Ignacio me contó sobre su especialización en cirugía, su vida en Canadá, y cómo había conseguido el traslado aquí para trabajar en el departamento de cirugía. Yo apenas podía seguir la conversación, asimilando todo.
Cuando finalmente terminamos de hablar, salí casi tambaleándome, con la cabeza llena de emociones mezcladas, y me dirigí directamente a la habitación de Tatiana. Necesitaba verla, aunque sé que sigue sin despertarse.
César estaba ahí, como siempre. Me acerqué y le toqué el hombro.
- ¿Te importa si hablamos afuera? - le pregunté.
Salimos de la habitación, y antes de que pudiera preguntarme qué pasaba, solté todo.
- Vas a creer que estoy loco, pero... Voy a necesitar que te vayas un rato y nos dejes solos.
Suspiré y miré la puerta de la habitación de Tatiana. Necesitaba más que nunca escucharla reírse de mí.
El dio media vuelta y se fue.
•••
Tatiana
Desde este lugar extraño donde estoy, atrapada, sin poder moverme ni hablar, escucho a lo lejos. Es Zai. Su voz rompe el silencio, trayendo una mezcla de consuelo y desesperación. Lo escucho, pero no puedo responder, no puedo hacerle saber que estoy aquí, que lo oigo.
- Querida, no te imaginas lo que acaba de pasar - empieza a contarme, su voz llena de esa emoción nerviosa que siempre tiene cuando algo lo sacude. Siento como si estuviera a mi lado, pero no lo está. Estoy atrapada, invisible. Zai, estoy aquí quiero decir, pero las palabras no salen.
- ¿Te acuerdas del orangután de Wattpad, ese chico del que estuve enamorado toda la secundaria? Pues no vas a creerlo... ¡Es médico! ¡Y no odontólogo como pensábamos! ¡Médico, Tatiana! ¡Está aquí, en el hospital! - Puedo escuchar cómo se ríe de la ironía, esa risa nerviosa que le sale cuando está demasiado emocionado para contenerse. Mi corazón quiere unirse a la risa, pero no puedo.
¿Ignací? ¿El chico del que hablaba todo el tiempo? El que solíamos bromear diciendo que se convertiría en un dentista guapo, pero frío. ¿Ahora es médico? ¿Y está aquí?
- ¿Puedes creerlo? Justo ahora, en el peor momento, aparece este tipo. Y lo peor es que sigue siendo igual de guapo. Dios, si me vieras cómo me quedé congelado cuando lo vi. Yo, Zaith Ortega, el que siempre tiene una respuesta rápida, me quedé sin palabras. No pude decir nada. Parecía un adolescente otra vez.
En mi mente, veo su cara, imagino sus expresiones exageradas, su modo de mover las manos cuando está emocionado. ¡Zai, te ves como un tonto, seguro!, quiero decirle, pero mi boca no responde. Estoy atrapada en este silencio. Si pudiera, me reiría. Lo imagino con ese nerviosismo infantil, actuando como si fuera un niño enamorado otra vez.
- Me dijo que se especializó en Canadá, Tatiana, ¡en Canadá! Y ahora lo han trasladado aquí. ¡Justo aquí! Es como una novela. Si esto fuera Betty la fea, te estaría diciendo que todo esto es una señal del destino, ¿no crees? - Su risa suena fuerte, pero detrás de esa risa, siento su angustia. Está tratando de encontrar algún alivio en medio de esta situación. Y yo... yo solo quiero decirle lo que siempre le digo. ¡Superaloooo, amigo!, pero las palabras se quedan atascadas dentro de mí.
Zai, si pudiera hablar... Si pudiera decirte que quizás esto es una señal. Tal vez es su momento, tal vez Ignací está aquí por una razón, y no solo por el destino retorcido que nos tiene a todos atrapados en este hospital.
- Amiga, de verdad, necesito que te despiertes y me digas algo. Me digas que me calme, que soy un tonto por emocionarme por alguien que no me miraba dos veces en la secundaria. Necesito que te rías de mí, como siempre lo hacías. O mejor aún, que me digas que es el destino, que esta es mi oportunidad.
Cada palabra que dice es como una llamada directa a mi corazón. Quiero tanto responder, quiero decirle que estoy aquí, que lo oigo, que me estoy riendo por dentro de lo dramático que suena. Zai, claro que es el destino, pienso. Siempre te dije que él volvería, que todo pasa por algo, mentira.
Pero no puedo. No puedo hacer nada más que escuchar, atrapada en este lugar donde las palabras y las emociones no encuentran salida. Estoy aquí, y él no lo sabe. Maldita sea, quisiera gritarle que todo estará bien, que estoy con él, que todo lo que siempre soñamos puede ser real.
Pero el silencio me mantiene prisionera, mientras su voz sigue llenando este vacío.
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solo en sueños
Fanfictionde tu boca podría esperar cualquier cosa, pero jamás pensé que tus caricias me mintieran