LXIII

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Tatiana

Mientras Zaith me cuenta lo que pasó con Ignacio, siento que mi mente comienza a revolverse. Al principio, son solo fragmentos sueltos, destellos breves de imágenes que no logro descifrar del todo. Su voz sigue resonando en la habitación, pero mi cabeza parece haberse lanzado a otro lugar, a otra época. Su voz, sus gestos, su presencia aquí conmigo... todo empieza a despertar algo en mí.

En algún momento, mientras lo miro hablar, mi mente parece romper un dique que había estado conteniendo un río de recuerdos, y ahora todo se inunda. Veo escenas de nosotros dos riéndonos a carcajadas, momentos en los que me abrazaba después de una larga conversación, tardes en el gimnasio donde competíamos solo por tonterías, noches de pizza y series, su risa, su voz, su compañía incondicional. ¡Es él! Lo sé. Es él. Es mi mejor amigo, mi Betty.

Mi corazón late desbocado, y me esfuerzo por mantener la calma, aunque siento que mi rostro debe estar reflejando el torbellino que está ocurriendo en mi interior. Intento seguirle el hilo a lo que me está diciendo, pero las palabras se me escapan como arena entre los dedos. Apenas puedo concentrarme en lo que está diciendo porque algo más grande me envuelve: la certeza de que he recuperado lo que creía perdido para siempre.

Finalmente, sus palabras comienzan a detenerse, y noto que se queda mirándome, confundido, probablemente por la expresión en mi cara. Trato de sonreír, pero siento que es una sonrisa extraña, quizás demasiado amplia, llena de una emoción que no sé cómo controlar.

- ¿Estás bien, Tatiana? - me pregunta, alzando una ceja. Su voz está llena de esa preocupación que solo alguien que te conoce de verdad puede mostrar.

Tomo aire y trato de ordenarme. ¿Cómo se dice esto? ¿Cómo le explico que, mientras me hablaba de Ignacio y sus sentimientos, mi memoria regresó como una avalancha? Me muero de ganas de gritarle que lo recuerdo todo, que finalmente sé quién es él en mi vida. Pero las palabras parecen trabarse en mi garganta.

- Zai… - murmuro, sintiendo que mi voz tiembla. No quiero llorar, pero la emoción me sobrepasa. Él me observa, esperando, y sé que no tengo mucho tiempo antes de que piense que me pasa algo malo.

- ¿Qué pasa? - insiste, mirándome con preocupación. - ¿Por qué tienes esa cara?

- Es que… - mis manos empiezan a temblar, y las coloco sobre mis rodillas para que no se note. Suspiro, intentando calmarme, pero el nudo en mi garganta se hace más grande.

- A ver, Tatiana, si te vas a reír de mis problemas, al menos dime por qué - dice con una sonrisa nerviosa, sin saber qué está ocurriendo.

Su broma, esa manera suya de siempre quitarle peso a las cosas, de hacerme sentir mejor con su humor, me llena de una calidez que me hace sentir que estoy de vuelta. Que finalmente soy yo. Tomo aire profundamente y decido, con todo el valor que tengo, lanzarme de una vez.

- Zai… te recuerdo - Las palabras salen casi como un susurro, pero en el instante en que las digo, veo cómo su rostro cambia. Se queda en blanco, sus ojos clavados en mí con una mezcla de incredulidad y sorpresa.

- ¿Cómo que… me recuerdas? - pregunta, su voz apenas un hilo.

- Todo. Te recuerdo todo, desde que llegaste a mi vida hasta ahora. Cada momento, cada risa, cada abrazo. Eres mi mejor amigo. Mi Betty… eres tú. - Mi voz se quiebra, y siento que me voy a echar a llorar en cualquier momento.

La sorpresa en su rostro es indescriptible. Lo veo llevarse una mano a la boca, completamente impactado, y por un instante, pienso que va a llorar también. Nos quedamos en silencio, mirándonos, y siento que el peso de todo lo que había estado perdido finalmente ha regresado a su lugar.

solo en sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora