XXIII

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Cesar

Después de la llamada, no me quedé muy satisfecho.

El cementerio estaba tranquilo, rodeado de árboles y lápidas que parecen susurrar historias del pasado. Me encuentro de pie frente a la tumba de mi gemelo,  con lágrimas en los ojos y un corazón lleno de incertidumbre.

- Carlos, hermano, necesito tu consejo - le digo, mi voz temblando - No sé qué hacer con esta mujer. Se fue sin explicarme nada, y ahora está en un hospital... pero no tengo ni idea qué pasa. Me preocupa, Carlos. Me preocupa mucho.

Mi mirada se posa en la lápida, donde se lee el nombre de mi gemelo. Siento una punzada de dolor y nostalgia.

- ¿Por qué tuviste que irte, Carlos? Me haces mucha falta. Eres el único que siempre supo entenderme.

Respiro profundamente y continúo.

- Esta mujer... no sé si la amo. Nunca he amado a nadie, Carlos. Solo a ti. Pero hay algo en ella que me atrae, que me hace sentir vivo. Pero ¿y si no es amor? ¿Y si es solo una ilusión?

Mi voz se desvanece en el silencio del cementerio. Me siento solo, perdido y confundido.

- Carlos, hermano, por favor, dame un señal. ¿Qué debo hacer? ¿Debo buscarla? ¿Debo dejarla ir?

La brisa susurra entre los árboles, pero no recibo respuesta. Solo el silencio y el sol cada vez más ardiente.

Me quedo allí, frente a la tumba de mi gemelo, buscando respuestas que no llegan. Pero sé que, en algún lugar, Carlos me está escuchando, y su espíritu me guiará hacia la decisión correcta.

Esperando su respuesta me dormí en el cesped.

•••

Me quedé dormido al lado de la tumba de mi hermano, exhausto por la emoción y la nostalgia. Pero mi sueño no fue tranquilo. De repente, me encontré en un lugar sereno y luminoso, rodeado de una luz cálida y reconfortante.

Y entonces, vi a Carlos. Estaba sonriendo, con sus ojos brillantes y llenos de amor. Se acercó a mí, y yo sentí un abismo de emoción.

- Carlos... - susurré, mi voz temblando.

- Hermano - dijo él, con su voz suave y cariñosa - Estoy aquí para ti.

Me abrazó fuerte, y yo sentí su calor y su amor. Me recordó a cuando éramos niños, y nos abrazábamos después de un día lleno de aventuras.

- ¿Qué pasa con ella? - le pregunté, refiriéndome a Tatiana que me había estado preocupando.

Carlos sonrió.

- Ella es especial, hermano. La quiero porque la amas tú. Pero no te preocupes por si la amas o no. Preocúpate por si la tratas con amor y respeto.

Me miró fijamente, con sus ojos llenos de sabiduría.

- Recuerda, hermano, que el amor no es una decisión, es un sentimiento. No te preocupes por entenderlo, solo déjate llevar.

Me tomó la mano, y me la apretó suavemente.

- Y recuerda, netto, que siempre estaré contigo. En tu corazón, en tus recuerdos, en tus sueños.

Me pidió un abrazo y un beso, como de costumbre. Y yo se los di, con lágrimas en los ojos.

- Te amo, Carlos - le dije.

- Te amo más, carnal - respondió él, sonriendo.

Y con eso, el sueño se desvaneció. Me desperté al lado de la tumba de mi hermano, con una sensación de paz y claridad que no había sentido en mucho tiempo.

Supe que Carlos había estado conmigo, guiándome hacia la respuesta que buscaba. Y supe que siempre estaría conmigo, en mi lo corazón y en mis recuerdos.

•••

Tatiana

Estoy sentada en la habitación del hospital, rodeada de la frialdad y el olor a desinfectante. Mi papá yace en la cama, débil y cansado. Me siento impotente al verlo así.

Siempre he sido la fuerte, la que carga con los problemas de mi papá. Es como si nunca hubiera crecido, como si fuera un adolescente eterno. Mi hermano es el favorito, la luz de sus ojos. Desde que mi mamá murió, estoy sola en esto.

Mi mente está llena de pensamientos y preocupaciones. me ha estado dando vueltas en la cabeza. Nuestra relación es complicada, y no sé qué somos exactamente. Me preocupa haber salido de Phoenix sin hablar con él.

- ¿Por qué tiene que ser tan difícil? - me pregunto.

De repente, la puerta de la habitación se abre y entra Duvan, mi ex. Mi corazón se detiene. ¿Qué hace aquí? Me trató mal, me utilizó y me dejó con heridas emocionales profundas.

- Idiota - pienso, recordando el dolor que me causó.

Me levanto de la silla, intentando mantener la calma. No quiero que Duvan vea cómo me afecta su presencia.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunto, intentando sonar firme.

Duvan se acerca a mí, con una sonrisa fingida en su rostro.

- Vine a visitar a tu papá - dice, como si fuera una persona preocupada.

No le creo. Sé que no le importa mi familia.

- ¿Y qué quieres de mí? - le pregunto, cruzando los brazos.

Duvan se detiene, mirándome con una mezcla de sorpresa y enfado.

- Nada, Tatiana -  dice, antes de dar media vuelta y salir de la habitación.

Me quedo en silencio, procesando lo que acaba de pasar. César, Duvan... Mi vida está llena de relaciones complicadas.

Mi papá me mira, con una expresión de preocupación.

- ¿Estás bien, hija? - me pregunta.

Asiento, intentando sonreír.

- Sí, pa. Estoy bien - miento, al ver qué despertó.

Pero no estoy bien. Estoy confundida, estresada y herida. Solo quiero encontrar la paz y el amor verdadero. Quiero que alguien me abrace y me diga que todo va a estar bien.

La soledad me envuelve, y salgo un rato al pasillo y comienzo a llorar, siento que unos brazos me rodean, se de quien se trata.

- ¿que pasa amor? - me dice mi mejor amigo.

- me siento sola Zai, te necesito en Phoenix, si no, me vendré aqui - dije mirándolo triste.

- vamos a mi casa, creo que te hara bien pelear un rato con mi mamá - rei, es que mi suegra postiza no me quiere, según ella, yo digo que me ama.

A mí papá le iban hacer chequeos para ver qué todo funcionará bien, Haci que tenía un par de horas.

- papá voy a la casa de Zai, regreso en un rato, ¿Davi sabe que está aquí? - negó - lo llamaré.

En el camino hablé con mi hermano, el estaba en la MASIA en Barcelona, una escuela de fútbol para chicos jóvenes, el solo tenía 15 años, insistió en venir, Pero me negué, le dije que todo estaba bien, amo a mi hermano, Pero simplemente no siempre nos llevamos bien, tenemos muchas diferencias, enormes.




Disculpen la demora, han pasado días un tanto difícil, pero espero subir otro hoy mismo.

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