ZAITH
Nunca imaginé que Ignacio y yo llegaríamos hasta aquí, en un pequeño departamento de Phoenix, viviendo juntos. Era surrealista. Aún más extraño era el hecho de que, después de tantos años de mirar desde lejos, ahora compartíamos un espacio, una vida… y algo más profundo que nunca había pensado que se haría realidad.
Me decía a mí mismo que esto era un sueño, que en cualquier momento despertaría, pero la realidad era que Ignacio estaba aquí, mirándome de esa manera, esa mirada en sus ojos que me desarmaba y que parecía que podía ver a través de mí, descubriendo cada rincón de lo que sentía por él.
Anoche, todo cambió. Salimos a cenar, riéndonos de historias del hospital, de los pacientes y de los errores tontos que ambos habíamos cometido alguna vez. La conversación fluyó como siempre, pero esta vez algo más flotaba en el aire, algo que nos atraía como un imán. Cuando llegamos al departamento, el silencio se hizo más pesado. Apenas cerramos la puerta, Ignacio me miró, y en ese instante supe que estábamos a punto de cruzar una línea que habíamos bordeado por semanas.
Se acercó y, con un leve temblor en la voz, susurró.
- No sé qué es esto que siento, Zaith, pero no quiero que acabe.
Antes de poder responder, sus labios encontraron los míos. El beso fue lento, cargado de todas las emociones contenidas que ambos habíamos callado. Fue un beso lleno de preguntas, de respuestas, de años de sentimientos guardados que finalmente encontraron salida. En ese momento, mi mente me decía que fuera cauteloso, que Ignacio quizás solo estaba confundido, que después podría arrepentirse, pero mi corazón me decía que me dejara llevar. Era la oportunidad que siempre había soñado, y allí estaba, en mis brazos.
Lo guié hacia el sofá, mis manos explorando su rostro, memorizando cada detalle, como si temiera que esta noche fuera la última. Ignacio me miraba con una mezcla de deseo y desconcierto, y yo me encontraba completamente absorto en él, sintiendo su calor, el peso de su cuerpo junto al mío.
- ¿Estás bien? - le pregunté, queriendo asegurarme de que él también deseaba esto.
- Sí… contigo me siento seguro, Zaith - respondió, y en su voz había una vulnerabilidad que nunca antes había visto en él.
Nos besamos de nuevo, esta vez con más intensidad, dejando que nuestros cuerpos respondieran a ese deseo que tanto tiempo habíamos contenido. Sus manos se deslizaron por mi espalda, acercándome más a él. No había prisa, solo la necesidad de explorar cada centímetro de su piel, de conocerlo de una manera que nunca había imaginado.
El mundo exterior se desvaneció, y solo existíamos nosotros dos, envueltos en una intimidad que parecía haber estado destinada desde hacía años. Era un amor diferente, más profundo de lo que había experimentado antes, porque no solo estábamos compartiendo un momento físico, sino una historia, un sueño que habíamos tenido desde adolescentes.
Cada caricia era una promesa, cada susurro, una confesión. Cuando nuestros cuerpos finalmente se unieron, sentí una mezcla de emociones que me dejó sin aliento. Era como si, en ese momento, ambos hubiéramos encontrado un lugar al que siempre habíamos pertenecido. La intimidad con Ignacio era distinta, llena de ternura, de deseo y de una vulnerabilidad compartida que hacía que todo cobrara sentido.
A la mañana siguiente, cuando desperté y lo vi a mi lado, con el rostro relajado y una expresión de paz, supe que este no era solo un sueño pasajero. Nos habíamos dado algo que ninguno de los dos había esperado, algo que iba más allá de una simple aventura.
•••
- que tanto me ves - pregunto aún con los ojos cerrados.
- esto no parece real - dije sin dejar de mirarlo, y sin saber en qué momento, yo estaba debajo de él
- esto tampoco te parece real - me sonrió mientras me besaba.
Esto era un verdadero sueño.
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solo en sueños
Fanfictionde tu boca podría esperar cualquier cosa, pero jamás pensé que tus caricias me mintieran