XXXIV

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César

Estaba en la cama del hospital, con las luces frías del techo zumbando sobre mi cabeza, y mi mente no paraba de dar vueltas. El pitido constante del monitor cardíaco parecía marcar el ritmo de mi ansiedad, que crecía con cada segundo que pasaba. La imagen de esa maldita foto no dejaba de aparecer en mi cabeza. ¿Cómo había llegado a esto? Un simple desmayo, y ahora una foto que estaba a punto de explotar en las redes, con el nombre de Tatiana exhibido para cualquiera que quisiera hablar de nosotros.

- ¿Cómo puede la gente ser tan hijadeputa? - Me mordí el labio con fuerza, mirando el techo, tratando de no perder la compostura. Todo esto no se trataba de mí. Se trataba de ella. La foto de su nombre con el corazón, algo tan privado y personal, ahora en manos de desconocidos que se alimentarían del morbo. No quería que Tatiana sufriera por esto, no por algo tan estúpido, por mi culpa.

Cristhian estaba sentado a mi lado, con el ceño fruncido mientras revisaba su teléfono. Sabía que él estaba tratando de encontrar una solución, pero también sabía que esto era una de esas cosas que escapaban de nuestro control. Las redes sociales eran como una marea, una vez que te atrapaba, no podías nadar contra ella.

- gemela, esto es serio - murmuró, sus ojos sin despegarse de la pantalla - esta foto se viraliza, la gente va a hacer lo que hace siempre. Rumores, teorías... sabes cómo es.

Asentí en silencio, mi mandíbula tensa. No quería escucharlo, pero sabía que tenía razón. La gente no sabía respetar nada. No les importaba que hubiera acabado en el hospital, ni que todo esto fuera un malentendido. Lo único que les interesaba era el drama, la carnada perfecta para destrozar cualquier paz que tuviéramos desde lo de mi gemelo.

- Malditos. Siempre hostigando. Siempre buscando algo para jodernos - gruñí, apretando los puños sobre las sábanas - ¿Por qué no podían simplemente dejarnos en paz? - Lo peor es que ella no tiene nada que ver con esto. Yo soy el que está jodido, el que se desmayó, pero ella... Tatiana no merece que la metan en esto.

Cristhian me miró con angustia, tratando de mantener la calma pero incluso él sabía que no podíamos controlar lo que venía. Lo único que podíamos hacer era intentar minimizar el daño.

- Vamos a tener que salir con un comunicado o algo - sugirió, pensativo - Explicar lo que pasó antes de que las cosas se salgan de control. No podemos dejar que la gente invente sus propias historias. Pero lo más importante es que hables con Tatiana. Ella necesita saber lo que está pasando, y tú necesitas asegurarte de que esto no afecte lo que tienen.

Asentí de nuevo, pero mi mente ya estaba en otro lugar. Todo lo que podía pensar era en Tatiana.En cómo todo esto la afectaría. Me conocía bien, sabía que me molestaban cosas pequeñas, pero esto no era pequeño. No quería que pensara que la estaba exponiendo de alguna manera.

El sonido de la puerta al abrirse me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza y ahí estaba ella. Con su mirada preocupada, sus labios fruncidos en esa línea tensa que solo usaba cuando estaba verdaderamente angustiada. No me gustaba que me viera fodongo pues, pero en ese momento no me importaban mucho mis ojeras y la cara que debía tener. Lo único que me importaba en ese momento era que estaba aquí, frente a mí.

Antes de que pudiera decir algo, cruzó la habitación con pasos rápidos y se inclinó hacia mí, sin importar los cables, los monitores ni el ambiente del hospital. Sus manos temblorosas me tocaron el rostro, y sentí cómo su aliento temblaba mientras hablaba.

- ¿Estás bien? - preguntó, con la voz rota por la preocupación.

No me preguntó por la foto, ni por lo que la gente diría, ni por los rumores que podrían estallar en cualquier momento. Cristhian dijo que le había mencionado algo. Pero ella Solo quería saber si yo estaba bien. Ese simple hecho me hizo sentir aún más pequeño, como si todo mi miedo a que ella saliera perjudicada fuera insignificante al lado de lo que realmente importaba.

solo en sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora