XXXIII

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Tatiana

Han pasado 2 semanas desde que César y yo somos novios, y.... No todo está saliendo como creía.

Es lindo, no lo niego, Pero sus celos me enloquecen un poco, yo pensaba que yo era insegura, Pero conocí a César parra.

Creo que no tiene motivos para sentirse inseguro, es guapo, tiene valores increíbles y puede tener a la mujer que quiera, YO DEBO SER LA INSEGURA, Pero no el hace show por todo, si no le mando mensaje, si no le aviso a dónde voy, diría que es.... SOBREPROTECTOR.

El gimnasio estaba lleno como siempre a esa hora, pero yo trataba de concentrarme en mi rutina, siguiendo los ejercicios que César y yo habíamos acordado. César, como de costumbre en estás semanas, estaba a mi lado, a unos cuantos pasos, pero podía sentirlo inquieto, lanzando miradas rápidas en mi dirección. Todo se desencadenó cuando el instructor, con su sonrisa fácil, se acercó para corregir mi postura.

- Así estarás más cómoda, solo trata de mantener la espalda recta - dijo mientras sus manos tocaban ligeramente mis hombros. Yo solo le sonreí, no había ninguna mala intención. Me parecía parte del trabajo del instructor, y respondí con un simple.

- gracias - antes de seguir con el ejercicio. Pero fue entonces cuando noté el cambio en César. Su rostro se endureció, los músculos de su mandíbula se tensaron y sus ojos, normalmente cálidos, ahora parecían llenos de furia contenida.

- ¿Qué pasa? - le pregunté, deteniéndome, pero él ya estaba levantándose del banco con una agresividad que nunca le había visto.

- ¿Qué pasa? - repitió, su voz cargada de sarcasmo - ¿Te gusta que ese tipo te toque, no? - negué ante lo que decía, era RIDICULO - ¡Te vi sonriéndole como si te estuviera contando un maldito chiste!.

Su tono me desconcertó. No era la primera vez que el instructor me corregía, pero nunca había imaginado que algo tan trivial provocaría esta reacción.

- César, solo me estaba ayudando... - intenté explicar, pero él no me dejaba terminar.

- Ayudándote... ¿o buscando una excusa para estar cerca de ti? ¡Porque claro, parece que te encanta que otros tipos te coqueteen delante de mí! - su voz se elevaba, lo suficiente para que algunas personas a nuestro alrededor comenzaran a mirarnos.

Me sentí acorralada, sorprendida por lo rápido que las cosas se habían salido de control. Mi respiración se aceleró, y noté cómo mi propia rabia comenzaba a hervir.

- ¿En serio, César? ¿Ahora resulta que no puedo ni sonreír sin que creas que estoy coqueteando? ¡Esto es ridículo! Estás haciendo una escena por nada - tome mi botella de agua para salir de ahí, Pero no me dejó irme.

Me crucé de brazos, tratando de mantener la calma, pero él dio un paso hacia mí, tan cerca que podía sentir su respiración agitada.

- No es por nada, Tatiana. ¡Es por cómo me haces sentir! ¡Es por cómo te ves con él, cómo actúas! ¿Te importa cómo me siento? - gruñó, su voz baja, pero intensa.

El aire entre nosotros se llenó de tensión. Podía sentir la mezcla de celos e inseguridad irradiando de él, y aunque quería gritar, decirle lo injusto que estaba siendo, una parte de mí comprendía su temor.

- Claro que me importa, Pero no es una excusa para lo que estás haciendo - susurré, esta vez con un tono más suave, dejando que el enfado se disipara poco a poco -  no puedes controlarlo todo, César. Si vamos a estar juntos, tienes que confiar en mí, no en lo que piensas que está pasando.

Hubo un momento de silencio. Su expresión seguía siendo tensa, pero algo en sus ojos cambió, como si mis palabras finalmente hubieran atravesado la barrera de su furia.

solo en sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora