Tatiana
Estaba en la barra de la cocina, pasando los dedos distraídamente por el borde de mi taza, cuando escuché un ruido leve a mis espaldas. Me giré y allí estaba César, parado en la entrada, con la expresión de alguien que no estaba seguro del lugar donde estaba. Aun así, se quedó, observándome como si tratara de captar cada detalle, quizás buscando algún indicio de lo que estaba pensando.
- Hola - le dije con una sonrisa, intentando parecer natural, aunque dentro de mí las emociones se arremolinaban, haciéndome un nudo en el estómago.
Con una sonrisa tímida, respondió a mi saludo y se sentó en el sofá, como si le costara decidirse. Le ofrecí un café, y al tomarse unos segundos en responder, de pronto murmuró algo que ya había dicho antes.
- Esto... se me hace un déjà vu - Sonreí de nuevo, ocultando el conocimiento de que había recuperado la memoria, todo lo que había recordado en las últimas horas, las historias con Zai, las lágrimas, las risas, el dolor, todo estaba fresco en mi mente. Pero esta era mi oportunidad, y no podía perderla. Así que solo asentí, entregándole la taza mientras tomaba asiento a su lado, lista para hablar de lo que me preocupaba.
Mirándolo de cerca, no pude evitar notar las sombras bajo sus ojos, la palidez en su piel, los gestos de alguien que ha pasado mucho tiempo descuidándose. No podía evitar sentir un torbellino de emociones, amor, preocupación, pero también rabia por verlo así. Comencé con calma, pero la frustración fue aumentando con cada palabra.
- ¿Por qué te estás tratando así, César? Esto no es normal, no es justo para ti... ni para nadie - Sabía que la preocupación en mis palabras era genuina, y quise que lo sintiera.
Él bajó la mirada, pareciendo buscar algo que decir, pero solo alcanzó a murmurar un
- perdón - Pero eso no me bastaba. Me incliné un poco hacia él, mirándolo fijamente a los ojos, sin permitirle evitar mi mirada.
- No tienes que pedirme perdón a mí, César. El único que tiene que perdonarse eres tú mismo - En sus ojos apareció un brillo triste, como si estuviera a punto de romperse en mil pedazos. Y eso, por alguna razón, me hizo querer abrazarlo, pero resistí.
Me senté más cerca y le hablé en voz baja, tratando de contener la mezcla de emociones que se agolpaban en mi garganta.
- Quiero que me ayudes a recordar todo - dije, dejando que mis palabras fueran cuidadosamente ambiguas. Mi plan estaba en marcha, pero también una parte de mí ansiaba saber si el hombre que amaba realmente estaba dispuesto a cambiar, a sanarse a sí mismo - Quiero darle una oportunidad a esto... a nosotros. Quiero entenderlo todo, quiero entender lo que me dijiste esa mañana en el hospital.
Al escuchar mis palabras, noté cómo su respiración se agitaba. Parecía estar buscando las palabras adecuadas, con sus manos temblando ligeramente sobre su taza de café.
- Tatiana - comenzó, su voz quebrándose apenas - no sé ni por dónde empezar... he sido un desastre contigo, con todos... Creo que he perdido el rumbo, solo se que quiero estar contigo - Su sinceridad era tan palpable que me dolió, pero me mantuve firme.
- Eso lo sé, César - respondí, con una mezcla de suavidad y firmeza - Pero si vamos a intentarlo, si de verdad quieres recuperar lo que teníamos, necesitas hacer más que disculparte. No quiero seguir viendo a esta versión de ti, tan... destruida. Quiero ver a la persona que eras, la que me hacía sentir segura, la que me hacía sonreír sin siquiera intentarlo.
César se pasó una mano por el cabello, exhalando lentamente.
- Siento como si... como si te hubiera defraudado de tantas maneras. Ni siquiera sé si soy capaz de volver a ser esa persona que dices. Tal vez es tarde.
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solo en sueños
Fanfictionde tu boca podría esperar cualquier cosa, pero jamás pensé que tus caricias me mintieran