ZAITH
Dos meses y medio. Ya había pasado todo ese tiempo desde que Tatiana cayó en coma, y aunque mi paciencia se agotaba, como médico sabía que esto podía alargarse hasta seis meses antes de que se considere que no hay esperanza. Entendía los riesgos, los datos clínicos. Los comas prolongados a menudo indicaban la posibilidad de un estado vegetativo. El cerebro, si no mostraba signos de actividad, comenzaba a deteriorarse más allá de lo que podíamos revertir. Pero aún así, cada día que Tatiana seguía así, mi desesperación crecía.
Por otro lado, estas últimas dos semanas han sido confusas. He estado saliendo con Ignacio, solo como amigos, claro. Él es hetero, o eso creo, pero había momentos en los que su comportamiento me desconcertaba. Era cariñoso, quizás más de lo que esperaba. A veces me preguntaba si estaba leyendo señales que no existían, o si simplemente era mi imaginación queriendo ver algo que no estaba ahí. Fuimos a comer varias veces, le mostré un poco de Los Ángeles. Hoy, estábamos en un bar cerca del centro, y mientras bebíamos tranquilamente, mi teléfono vibró. Era un mensaje de mi residente.
- Tatiana Valencia despertó. Ven rápido. Hubo complicaciones.
Sentí que el mundo se detenía por un instante. Mi respiración se aceleró, y casi dejo caer el teléfono. ¿Complicaciones? No sabía qué sentir, una parte de mí sonreía, estaba nervioso. La otra, en cambio, temía lo peor.
- Ignacio, tenemos que ir al hospital. Tatiana… despertó. Pero… no sé qué pasó - le dije casi sin aliento.
Él se levantó de inmediato, pagamos la cuenta a las prisas, y salimos rumbo al hospital. Ignacio, siendo quien era, trató de calmarme durante el trayecto, pero yo apenas podía concentrarme en lo que decía. Mi mente estaba fija en Tatiana, en lo que podría haber salido mal, en lo que significaba que estuviera consciente después de tanto tiempo.
Cuando llegamos al hospital, lo primero que vi fue a César, de pie fuera de la habitación de Tatiana. Su rostro estaba pálido, sus ojos rojos como si hubiera estado llorando, o peor aún, gritando. Me acerqué a él con prisa.
- ¿Qué pasó? - pregunté, y mi voz sonó más demandante de lo que quería.
- Me sacaron… - fue todo lo que dijo, pero su mirada decía más. Estaba destrozado.
No le di más vueltas. Entré a la habitación, y cuando vi a Tatiana, me invadió una mezcla de alivio y angustia. Estaba despierta, pero algo no estaba bien. Sus ojos estaban abiertos, pero su expresión era distante, vacía. Parecía confusa, su respiración irregular.
- Tati… - me acerqué lentamente, intentando no asustarla.
Ella me miró, pero sus ojos no mostraban ningún reconocimiento. No era la mirada que esperaba, no era mi Tatiana. Intenté mantener la calma, recordando mi entrenamiento médico, pero el temor era palpable.
- ¿Sabes quién soy? - le pregunté, con la voz suave, mientras tomaba su mano.
Ella parpadeó, sus labios temblaron un momento, y luego dijo algo, pero fue casi imperceptible. Me incliné más cerca, tratando de escucharla.
- No... no lo sé... - murmuró finalmente.
Un frío recorrió mi espalda, ¿no me reconoce?
•••
César
Estos meses en el hospital han sido duros, pero también necesarios. Me han servido para pensar en ella, en mí, en lo que quiero para mi futuro. Y es con ella. Nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Pasé tanto tiempo huyendo de lo que sentía, creyendo que no era lo suficientemente bueno, que ahora, sentado aquí junto a Tatiana, mientras dormía en esa cama, todo se me aclaraba.
Aquí conocí a una psicóloga muy amable. Empecé a tomar terapia con ella todas las tardes, algo que jamás pensé que haría. Siempre había creído que no necesitaba ayuda, que podía manejarlo todo por mí mismo, pero cada sesión me enseña algo nuevo. En terapia, inevitablemente, siempre llegamos al mismo tema, pienso que nadie puede amarme, no a mí. Yo soy el problema, no los demás. Es un pensamiento que me ha perseguido desde hace mucho, más desde que perdí a mi gemelo.
Me duele muchísimo lo que pasó con Carlos, su muerte es una carga que llevo conmigo todos los días. En terapia he trabajado en eso, en el dolor que me dejó. Me cuesta hablar de él, pero me obligo a hacerlo. Carlos se fue, y yo me quedé aquí solo. No dejo de sentir que fallé, que si hubiera hecho algo diferente, él seguiría aquí. Que, de alguna manera, mi vida ya no es completa sin él.
Hoy en terapia le estaba hablando a la psicóloga sobre Tatiana, sobre lo mucho que la quiero. Y ahora en su habitación Le dije que si ella me da la oportunidad de empezar una vida juntos, voy a tratarla como se merece, voy a hacerla feliz, a pesar de mis dudas, de mis miedos. Justo cuando estaba en medio de esa confesión, al borde de lo imposible, la vi. Vi cómo comenzó a moverse, a abrir los ojos.
No lo podía creer. Me levanté rápidamente de la silla, acercándome a la cama.
- amor... - dije con la voz entrecortada, el corazón golpeándome el pecho.
Sus párpados temblaron, y sus ojos finalmente se abrieron del todo. Pero algo no estaba bien. Me miró, pero no de la manera en que lo esperaba. Sus ojos estaban vacíos, confusos. No había reconocimiento en su mirada.
- ¿Tatiana? Soy yo, César - dije con un hilo de voz, intentando mantenerme calmado.
Ella me observó durante unos segundos que parecieron eternos. Parpadeó varias veces, sus labios se movieron, pero no dijo nada. Mis manos comenzaron a temblar. No me reconocía. Lo supe en ese instante, algo se había roto en su mente o en su corazón.
No pude soportarlo. Salí de la habitación antes de que las lágrimas cayeran. Cuando la puerta se cerró detrás de mí, el peso de todo se me vino encima. Me apoyé contra la pared, y finalmente, dejé que las lágrimas salieran.
¿Cómo me puede hacer esto la vida?, el médico llegó para revisarla, y al poco tiempo zaith.
•
•
•1/?
ESTÁS LEYENDO
solo en sueños
Fanfictionde tu boca podría esperar cualquier cosa, pero jamás pensé que tus caricias me mintieran