El viento marino golpeaba con furia las murallas de Volantis, mientras Jon Snow avanzaba con pasos decididos hacia el templo de R'hllor. El encuentro que lo aguardaba tenía el potencial de cambiar el curso de su vida, y con él, el destino de Westeros. Los rumores sobre la Casa Graegoris lo habían llevado hasta allí, en busca de una alianza que pudiera darle la ventaja en la inevitable confrontación con Daenerys Targaryen. Había venido con la esperanza de encontrar aliados dispuestos a hacer frente a la reina del dragón, pero en el fondo, sabía que cualquier alianza valdría su peso en incertidumbre.Dentro del templo, el ambiente era denso, cargado de una energía extraña. Jon fue conducido hacia una cámara privada por un guardia que no pronunció ni una palabra durante todo el trayecto. Al entrar, se encontró con un hombre de mediana edad, vestido con una túnica negra adornada con pequeños detalles plateados que relucían a la luz de las velas. Este era el emisario de la Casa Graegoris, el hombre con quien Jon debía negociar su futuro.
El emisario inclinó la cabeza con una leve reverencia, pero sus ojos se mantuvieron atentos y fijos en Jon, como si intentara desentrañar sus pensamientos antes de que él siquiera hablara. Jon sintió que aquel hombre poseía una paciencia que solo se encuentra en los que han vivido demasiado tiempo en las sombras.
—Aegon Targaryen —dijo finalmente el emisario, su voz profunda y calmada—. Te doy la bienvenida a Volantis. La Casa Graegoris ha oído de ti, de tu causa... y de lo que has perdido.
Jon se tensó por un momento, pero decidió no corregir el uso de su nombre de nacimiento. A estas alturas, sus raíces ya no importaban tanto como el conflicto que se avecinaba.
—Gracias —respondió Jon, sin querer prolongar los formalismos—. Estoy aquí porque necesito aliados. La guerra se aproxima y, aunque deseo evitar la destrucción, sé que Daenerys no va a detenerse. Su ambición es incontrolable, y si no hacemos algo, quemará Westeros hasta sus cimientos.
El emisario lo escuchaba en silencio, sin interrumpir ni mostrar una reacción visible. Su rostro permanecía inmutable, como si las palabras de Jon no fueran nada más que el murmullo del viento. Sin embargo, esa indiferencia no perturbaba a Jon, que ya había aprendido que el silencio también podía ser una forma de poder.
—He oído rumores sobre la Casa Graegoris —continuó Jon, observando al hombre con detenimiento—. Dicen que tienen sangre valyria, que aún recuerdan lo que fue el poder de los dragones. Si es cierto, entonces deben saber lo peligrosa que es Daenerys y cómo podría arrasar con todo lo que hemos construido.
El emisario se mantuvo en su posición, sin hacer gesto alguno. Jon sintió que el peso de sus palabras caía en el vacío, pero no dejó que eso lo disuadiera.
—Si ustedes se unen a mi causa, podríamos detenerla —añadió Jon, con más urgencia—. Los Graegoris podrían ser la clave para devolver el equilibrio a Westeros. Yo... yo no busco el poder para mí. Pero sé que Daenerys no puede reinar. No mientras su ira la consume. Si lo permitimos, solo veremos más muerte, más fuego. Necesitamos otro camino.
Al terminar, el silencio en la sala se hizo aún más profundo. Jon aguardó la respuesta del emisario, que parecía estar debatiéndose entre la decisión de hablar o seguir observando. Finalmente, el hombre habló, pero sus palabras no eran lo que Jon había esperado.
—Entiendo tu preocupación, Jon Snow —dijo el emisario, eligiendo usar su nombre preferido esta vez—. Los dragones de Valyria han dejado cicatrices profundas en la historia, y los Graegoris, al igual que tú, lo saben. Sin embargo, no soy yo quien debe decidir el curso de nuestra casa. La regente Aelyria Graegoris y sus hermanos discutirán lo que has propuesto. Hasta entonces, no puedo darte una respuesta definitiva.
Jon frunció el ceño. Había revelado más de lo que había planeado inicialmente, y ahora se encontraba a merced de una casa cuya lealtad y propósito seguían siendo un misterio.
—¿Cuánto tiempo necesitarán para decidir? —preguntó Jon, sin ocultar su impaciencia.
—El tiempo que sea necesario —respondió el emisario con una calma calculada—. Nuestra casa ha esperado durante siglos para resurgir. No tomaremos decisiones apresuradas. Deberás esperar, Jon Snow. Y si la regente considera que nuestros destinos están entrelazados, te lo haremos saber.
Jon apretó los dientes, sabiendo que no tenía otra opción más que esperar. Había arriesgado mucho viniendo hasta Volantis, y ahora debía enfrentarse a la posibilidad de que su plan no saliera como lo había previsto.
—Muy bien —dijo finalmente, tratando de ocultar su frustración—. Pero no tenemos mucho tiempo. Daenerys ya está preparando su ejército. Si no actuamos pronto, será demasiado tarde.
El emisario lo miró con una expresión insondable y asintió levemente.
—Lo tendremos en cuenta —dijo, y luego hizo una inclinación de cabeza que indicaba que la reunión había terminado.
Jon se levantó, su capa ondeando a su alrededor mientras salía del templo. Afuera, el viento seguía azotando la ciudad, y Jon sintió que su futuro se volvía cada vez más incierto. Había venido a Volantis en busca de aliados, pero lo que había encontrado era un vacío cargado de secretos.
Mientras montaba su caballo y se dirigía hacia el puerto, una sensación de inquietud lo invadió. Sabía que el tiempo estaba en su contra, y aunque los Graegoris no se habían declarado enemigos, tampoco le habían ofrecido la alianza que tanto necesitaba.
***
De vuelta en el templo, el emisario se quedó en la sala oscura, sumido en sus pensamientos. Jon Snow había revelado su intención de traicionar a Daenerys, y eso era algo que no podía ignorar. Sin embargo, no era su lugar decidir el futuro de la Casa Graegoris.
Con pasos tranquilos, salió de la cámara y se dirigió a los aposentos de Aelyria, la regente de la casa, para comunicarle lo sucedido. El tiempo de los Graegoris aún no había llegado, pero sabían que el fuego y la sangre pronto se desatarían una vez más en Westeros. Y cuando eso ocurriera, tendrían que decidir de qué lado estar.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
ФанфикTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...