**Capítulo: El Precio de la Vida**
Las horas que precedieron la llegada de Kaelen fueron las más oscuras en Rocadragón. Daenerys, una mujer que había enfrentado innumerables desafíos y batallas, sentía un temor que no había experimentado antes. No era un temor por su trono, ni por sus dragones o por el poder que podía perder; era un temor más profundo, más humano. El temor de perder a Aelyria, la regente de la Casa Graegoris y, aunque aún no lo admitiera completamente en voz alta, alguien que había comenzado a significar más de lo que alguna vez creyó posible.
Aelyria estaba tendida en su cama, su piel, normalmente radiante y fuerte, se veía enfermiza, pálida. Los hilos negros del veneno, provenientes de la herida que le había infligido Arya Stark, ahora trepaban lentamente por su torso, trazando un camino letal hacia su corazón. Cada respiración era un esfuerzo, y el sudor frío corría por su frente. Deliraba, murmurando cosas que apenas podían entenderse, fragmentos de su pasado y visiones que parecían provenir de un lugar muy lejano.
— "Mi madre... la veo... y la suya antes que ella," susurró Aelyria, sus ojos vidriosos y perdidos en un paisaje invisible. — "Ellas están aquí... esperando... por mí..."
Daenerys estaba al borde de la desesperación, sentada al lado de la cama de Aelyria, sosteniendo su mano. Nunca había sentido tanta impotencia. Había enfrentado a Reyes de la Noche, dragones y ejércitos, pero la muerte lenta que veía ahora era algo completamente diferente. La rabia y la frustración bullían dentro de ella, pero no había nada que pudiera hacer. La magia oscura que la estaba matando era algo contra lo que no podía luchar.
— "Aelyria," susurró Daenerys, acercándose más a ella, como si pudiera traerla de vuelta de sus delirios solo con el sonido de su voz. — "No me dejes..."
Pero Aelyria apenas la escuchaba. Hablaba de sus hermanos, de Kaelen y de Daemon, de los recuerdos de su infancia, y luego de cosas que no tenían sentido para Daenerys. Veía sombras, figuras de otros tiempos, otras vidas.
— "Todo... vuelve al principio," murmuró Aelyria, su voz débil. — "Las sombras... siempre vuelven..."
Daenerys sintió que algo se rompía dentro de ella. Cada palabra de Aelyria era como una punzada en su propio corazón. Sabía que si no encontraban una solución pronto, perdería a la única persona que realmente comprendía la complejidad de su lucha, su destino.
Fue entonces cuando una de las puertas del gran salón se abrió bruscamente. Un mensajero, exhausto por la carrera desde los muros exteriores, se inclinó profundamente antes de dirigirse a la Reina.
— "Mi reina, los barcos de Kaelen Graegoris han sido avistados en el horizonte. Están a punto de llegar."
Daenerys se levantó de inmediato, pero no podía apartar los ojos de Aelyria. La llegada de Kaelen significaba que el oráculo de Asshai estaba cerca, y con él, la esperanza. Pero también había un miedo creciente. Los oráculos no ofrecían sus conocimientos sin un costo.
Minutos después, Kaelen ingresó en Rocadragón, llevando consigo a la sacerdotisa de Asshai. A su lado, la figura encapuchada de la sacerdotisa proyectaba una sombra larga y densa sobre las piedras frías del castillo. Sus movimientos eran lentos pero decididos, y la oscuridad parecía seguirla, envolviéndola como un manto.
Kaelen cruzó el gran salón y se dirigió directamente a Daenerys. — "La sacerdotisa ha llegado, Daenerys," dijo, sus ojos llenos de una mezcla de esperanza y preocupación. — "¿Cómo está?"
Daenerys no pudo ocultar la desesperación en su rostro. — "Está empeorando," respondió con una voz rota. — "No tenemos mucho tiempo."
La sacerdotisa avanzó sin decir una palabra, y todos los presentes, incluidos Kaelen, Daenerys y el pequeño consejo, se apartaron para darle espacio. Se acercó a Aelyria, observando el recorrido oscuro del veneno en su cuerpo, su respiración entrecortada, y el leve brillo febril en sus ojos.
— "El veneno ha avanzado mucho," dijo la sacerdotisa con una voz que parecía resonar desde otro tiempo. — "Pero aún hay una posibilidad de salvarla."
Daenerys dio un paso adelante, su mirada fija en la sacerdotisa. — "Haré lo que sea necesario. Cualquier cosa."
La sacerdotisa se volvió hacia ella, sus ojos penetrantes bajo la capucha. — "Hay un precio para todo, Madre de Dragones. La magia de Valyria es antigua y poderosa, pero los oráculos no la manejan sin un costo."
Daenerys sintió una tensión en el aire, una sensación de que algo terrible estaba por revelarse. — "¿Qué precio? Lo que sea, lo pagaré."
La sacerdotisa extendió su mano, y con un gesto delicado, trazó un círculo alrededor de Aelyria en el aire, como si estuviera invocando energías invisibles. — "El precio es... la vida de tu primogénito."
Las palabras cayeron como una bomba en la habitación. Todos los presentes se quedaron en silencio, sus miradas fijas en la sacerdotisa. Kaelen frunció el ceño, Daenerys dio un paso atrás, como si hubiera sido golpeada físicamente, y los demás intercambiaron miradas de desconcierto.
— "¿Qué... qué estás diciendo?" balbuceó Daenerys, sus ojos entrecerrados.
— "El veneno que la consume es poderoso. El único modo de revertirlo completamente es ofreciendo una vida a cambio de otra. Y la vida que se requiere es la de tu primogénito... con ella," dijo la sacerdotisa, señalando a Aelyria.
El silencio se hizo aún más profundo. Daenerys sintió como si el mundo se desmoronara a su alrededor. Su primogénito. Un hijo que aún no había concebido, pero que el destino ya le había prometido. No era solo la vida de Aelyria lo que estaba en juego, sino también el futuro que nunca había imaginado tan claramente hasta ese momento.
— "Eso es... imposible," susurró Daenerys, sacudiendo la cabeza. — "¿Cómo puedes saber que tendremos un hijo?"
La sacerdotisa la miró fijamente, sus ojos insondables. — "Porque así lo ha dicho el fuego. Si decides salvar a Aelyria, deberás renunciar a ese futuro. Un hijo que nunca conocerás, pero que está destinado a nacer de vuestra unión."
Daenerys no pudo hablar por un momento, sus pensamientos se arremolinaban en su mente. El precio era altísimo, impensable. Pero Aelyria... Aelyria estaba muriendo frente a ella. El dilema era insoportable.
— "No," murmuró Kaelen, rompiendo el silencio, su voz firme. — "No puedes pedir eso."
— "Es el único modo," insistió la sacerdotisa, sin rastro de emoción en su tono.
Daenerys miró a Aelyria, inconsciente, atrapada en sus delirios, luchando por su vida. Se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, no sabía qué decisión tomar. El trono, el poder, los ejércitos... nada de eso importaba en ese momento. Solo la vida de Aelyria y el precio que tenía que pagar.
Finalmente, con un temblor en la voz, Daenerys habló: — "Lo haré. Si eso es lo que se necesita para salvarla... lo haré."
El susurro de sorpresa llenó la sala. Pero antes de que alguien pudiera interrumpirla, la sacerdotisa levantó una mano, indicando que el ritual debía comenzar. Con manos expertas, comenzó a dibujar símbolos oscuros alrededor de Aelyria, canalizando energías antiguas que se arremolinaban como sombras vivientes.
Daenerys observó en silencio, sintiendo que su corazón se desgarraba con cada segundo que pasaba. La sacerdotisa pronunció palabras en una lengua olvidada, y el aire en la habitación se volvió pesado, casi asfixiante.
Con un último gesto, la sacerdotisa colocó su mano sobre el corazón de Aelyria, y un destello de luz oscura llenó la sala. El veneno, lento pero visible, comenzó a retroceder.
Aelyria respiró profundamente, como si acabara de regresar de la muerte. Pero el precio... el precio ya había sido pactado, y las consecuencias de esa decisión seguirían a Daenerys y a la Casa Graegoris por el resto de sus días.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanfictionTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...