Capitulo 50: Sombras del Pasado

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Jon Snow se encontraba en la sala de guerra de Invernalia, donde las sombras danzaban a la luz titilante de las velas. Había estado revisando informes sobre las fuerzas de los Graegoris, tratando de encontrar una forma de debilitar su posición, cuando un guardia irrumpió en la habitación, su rostro pálido de preocupación.

—Mi señor, hay una desconocida en los portones. Dice que es enemiga de los Graegoris y que tiene un mensaje para ti —informó el guardia, visiblemente agitado.

Jon se enderezó de inmediato. La llegada de un extraño, especialmente uno que afirmaba ser enemigo de los Graegoris, era algo que no podía ignorar. Miró a Sansa y Arya, que se encontraban a su lado, y asintió para que le siguieran. Con la tensión en el aire, todos se dirigieron hacia la entrada del castillo.

Al llegar, se encontraron con una mujer de aspecto decidido, con el cabello oscuro y una mirada afilada que parecía atravesar la niebla de sus pensamientos. Sus ropas eran típicas de Essos, una mezcla de telas de colores vibrantes que contrastaban con la grisácea palidez del norte. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Jon fue la marca de una cicatriz que cruzaba su rostro, una evidencia de una vida llena de luchas.

—Soy Asha —anunció la mujer con una voz firme y clara, y su tono no dejaba lugar a dudas sobre su propósito—. He venido a declararme enemiga de los Graegoris. Su tiranía ha cruzado una línea que no puedo permitir que quede impune.

Jon frunció el ceño, su curiosidad despertándose al instante. ¿Quién era esta mujer y cómo había llegado a ser enemiga de la Casa Graegoris?

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —preguntó Jon, manteniendo una expresión de escepticismo—. Los Graegoris tienen aliados poderosos, y este es un juego peligroso.

Asha se acercó, sin dejar de mirar a Jon, su mirada desafiante.

—Porque sé cosas que ellos no quieren que nadie sepa. He venido de Essos con un propósito claro: acabar con Aelyria Graegoris. Por los viejos tiempos y por mi honor.

La revelación dejó a Jon y sus hermanas sorprendidos. Aelyria era la regente de la Casa Graegoris, y la noticia de que había alguien que quería acabar con ella generaba tanto interés como inquietud.

—¿Quién eres realmente? —preguntó Sansa, tratando de conectar las piezas. El tono de Asha era serio, pero la historia detrás de su venganza aún era un misterio.

—Soy la hija de un antiguo rival de los Graegoris. Mi padre fue derrotado por Aelyria y su familia hace años, y nunca pude olvidar el daño que le hicieron a nuestra casa. He estado en las sombras, esperando el momento adecuado para actuar. Ahora, he decidido que es hora de que la Casa Graegoris pague por sus crímenes.

Jon sintió un torbellino de emociones. La ira por la traición que Aelyria había perpetrado al intentar asesinarlo en su propia casa se entrelazaba con la curiosidad sobre las intenciones de Asha. Era un dilema. Si podía utilizarla a su favor, tal vez habría una forma de debilitar a los Graegoris.

—¿Qué tienes planeado? —preguntó Jon, intentando mantenerse neutral—. Si realmente quieres luchar contra ellos, necesitarás aliados, y yo no puedo permitir que tus deseos personales interfieran en nuestra lucha.

Asha asintió, comprendiendo el peso de sus palabras.

—No quiero interferir con tus objetivos, Jon Snow. Pero si me das la oportunidad, puedo infiltrarme en el campamento de los Graegoris y obtener información sobre sus movimientos. La venganza no es solo un objetivo para mí; es una necesidad.

Jon miró a Sansa y Arya, buscando consejo en sus ojos. Sabía que debían actuar con precaución, pero la idea de tener a alguien dentro de las filas enemigas era tentadora.

—¿Y cómo planeas hacerlo? —preguntó Arya, su interés despertado por la propuesta de Asha.

—Tengo contactos en Essos que pueden ayudarme a conseguir información. Puedo disfrazarme de una mercenaria y presentarme como una aliada, alguien que desea servir a Aelyria. Desde allí, puedo infiltrarme en su círculo y recoger la información que necesitan —explicó Asha, sus ojos brillando con determinación.

—Si decides unirte a nosotros, debes hacerlo bajo nuestras condiciones —dijo Jon, alzando la voz con autoridad—. Tu venganza no puede poner en riesgo a mi familia ni a nuestros hombres.

Asha asintió, reconociendo el peso de su propuesta.

—Entiendo. Mi lealtad será hacia ustedes mientras persiga mi venganza.

Sansa, que había estado observando la dinámica entre ellos, finalmente habló.

—Si la Casa Graegoris tiene enemigos en Essos, podríamos usar esa información para debilitar su posición en la batalla. Sin embargo, Asha, deberías estar preparada para enfrentar a Aelyria; no será una adversaria fácil.

—Lo sé —respondió Asha con una sonrisa desafiante—. He enfrentado enemigos mucho más poderosos que ella. Mi honor está en juego, y nada me detendrá.

Jon, sintiendo que una decisión se estaba tomando, decidió extender su mano.

—Entonces es un trato. Te daremos la oportunidad de demostrar tu valía. Pero recuerda, nuestra causa es más grande que la venganza personal. Debemos luchar juntos si queremos salir victoriosos.

Asha tomó su mano, una conexión rápida pero significativa, como un pacto sellado en el aire helado de Invernalia.

—No te defraudaré, Jon Snow. Por los viejos tiempos, y por el honor que ambos llevamos.

Mientras Jon se retiraba, sintió que las fuerzas de la historia se movían en su contra. Los Graegoris eran una amenaza, pero Asha era una oportunidad, y en la oscuridad de los días venideros, cada aliado contaría.

A medida que Asha se preparaba para infiltrarse en las filas de los Graegoris, Jon miró por la ventana hacia el horizonte nevado. Las sombras se alzaban sobre Invernalia, y la guerra se acercaba a pasos agigantados. Pero había un nuevo rayo de esperanza en el aire, un eco de lo que podría ser una alianza inesperada en medio de la tormenta.

Era tiempo de actuar, y Jon sabía que cada decisión que tomara podría cambiar el destino de su hogar y de su familia para siempre.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora