Capitulo 31: La Cambiante Realidad

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Aelyria observaba a Daenerys con una mirada que reflejaba la misma intensidad que las llamas en la chimenea de Rocadragón. El fuego parecía cobrar vida en sus ojos de azul intenso, ese peculiar color que siempre la había distinguido incluso entre los descendientes valyrios. Había llegado el momento de compartir un secreto que solo ella, Thalion, Kaelen y Desmera conocían. Uno que podría cambiar la dinámica de poder en Westeros y, tal vez, el futuro de los dragones.

Daenerys se mantenía en silencio, expectante, esperando que Aelyria continuara después de la conversación que habían tenido sobre Jon y el discurso tergiversado.

—Daenerys, hay algo más que debo decirte —comenzó Aelyria, su voz llena de gravedad—. Algo que cambiará tu percepción de esta guerra, y que, espero, te haga reconsiderar lo que sabes sobre los dragones.

La Reina Dragón frunció el ceño, su expresión curiosa, pero no sin un atisbo de recelo.

—¿De qué se trata? —preguntó con cautela.

Aelyria respiró hondo antes de responder, sabiendo que lo que iba a revelar cambiaría todo.

—Yo tengo tres dragones más —dijo finalmente.

El silencio en la sala se volvió ensordecedor. Los ojos de Daenerys se entrecerraron, procesando las palabras de Aelyria. La incredulidad cruzó su rostro, seguida rápidamente por una expresión de dolor y confusión.

—¿Cómo es eso posible? —demandó Daenerys, con el fuego de la emoción encendiendo su voz—. Sabía que tu dragona fue asesinada hace años. No quedó nada de ella. ¿Cómo puedes tener dragones si tu última dragona fue destruida?

Aelyria sostuvo la mirada de Daenerys con firmeza, su propio rostro reflejando una mezcla de recuerdos dolorosos y secretos guardados.

—Es cierto que mi dragona fue asesinada —respondió con un tono solemne—. Pero lo que no sabías, lo que nadie sabía, es que antes de morir, ella puso una nidada. Tres huevos, cargados de magia y vida. Los llevé conmigo, en secreto, y hace casi cuatro años, los tres dragones nacieron. Son jóvenes, pero fuertes, y llevan el fuego de nuestros ancestros en sus venas.

Daenerys se quedó en silencio, las emociones luchando en su interior. El simple hecho de que existieran más dragones en el mundo era un golpe para su percepción de la realidad. Hasta ahora, había creído que ella era la última, la única que podía revivir el linaje de los dragones, pero aquí estaba Aelyria, revelando que también había heredado ese poder.

—Esto... cambia muchas cosas —murmuró Daenerys, casi para sí misma, mientras giraba sobre sus talones y caminaba hacia la ventana, mirando hacia el mar turbulento que rodeaba Rocadragón.

—Sé lo que significa —continuó Aelyria, suavizando su tono—. Y es por eso que te lo digo ahora. No vine aquí solo por mi hermano, ni solo por los rumores de dragones en el Norte. Vine aquí porque nuestros destinos están entrelazados, Daenerys. Los dragones no pertenecen a una sola persona; pertenecen a nuestro linaje, a los hijos de Valyria.

Daenerys seguía mirando al horizonte, pero Aelyria vio cómo sus hombros se relajaban ligeramente. El silencio se alargó unos momentos, hasta que Daenerys habló de nuevo, sin volverse.

—Habla con tus tropas —dijo, finalmente—. Diles la verdad, pero no irás sola. Aún no confío completamente en ti. Uno de mis hombres te acompañará.

Aelyria asintió, aceptando la precaución de Daenerys como algo razonable. La desconfianza aún pendía entre ellas como una sombra, pero esto era un pequeño paso hacia algo más grande.

—De acuerdo —respondió Aelyria, con una leve inclinación de cabeza—. Solo necesito que me permitas dirigirme a ellos. Hay más que debo discutir con mis hombres, y nuestras próximas acciones serán cruciales.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora