Capitulo 60: La Batalla de la Sombra del Viento

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Jon Snow se encontraba en su sala de guerra, rodeado por mapas y pergaminos esparcidos por la mesa central. Sus consejeros hablaban en murmullos mientras él permanecía en silencio, con los ojos fijos en el mapa de Westeros, especialmente en la región del Dominio. El asalto a Rocadragón no había sido suficiente para inclinar la balanza a su favor. Daenerys Targaryen seguía siendo una amenaza, y los Graegoris, con sus poderes oscuros y su imponente presencia, solo complicaban las cosas. Pero Jon sabía que debilitar a los aliados de la Madre de Dragones era la clave para lograr la victoria. Y uno de los aliados más poderosos, tanto en riquezas como en influencia, era la Casa Tyrell.

— "Debemos golpear donde más les duela," dijo Jon finalmente, rompiendo el silencio. Sus consejeros alzaron la vista, expectantes. "Los Tyrell tienen tierras fértiles, pero lo que sostiene su poder es el oro que fluye de Altojardín hacia los bolsillos de Daenerys."

— "Un ataque directo a Altojardín no sería sabio," intervino Asha, quien estaba sentada a su derecha. "Están bien defendidos, y con las alianzas que han forjado, la resistencia sería feroz."

— "No necesitamos un ataque directo," continuó Jon, sus ojos brillando con determinación. "No vamos por la cabeza del león, sino por su corazón. Altojardín tiene caravanas de oro y armamento que se envían regularmente a Rocadragón y al Dominio. Si interceptamos esas caravanas, no solo debilitamos a los Tyrell, sino que fortalecemos nuestras propias fuerzas."

Los consejeros asintieron lentamente, comprendiendo el plan. Jon señaló un lugar en el mapa, una encrucijada solitaria en la ruta que conectaba Altojardín con las tierras exteriores del Dominio.

— "Aquí," dijo, marcando el sitio. "Atacaremos en esta encrucijada. Las fuerzas de Daenerys estarán desprevenidas, esperando el paso seguro de sus recursos. Pero lo que no sabrán es que estaremos esperándolos."

Asha esbozó una sonrisa satisfecha. Esta misión le venía como anillo al dedo. Ella tenía un ejército de hombres de hierro listos para la batalla, entrenados en la táctica del asalto rápido y sorpresivo. Robar oro y suministros era la especialidad de los hombres de las Islas del Hierro.

— "Yo lideraré este ataque," declaró Asha, levantándose de su asiento. "Mis hombres de hierro sabrán cómo tomar lo que es nuestro sin ser detectados. Será rápido, será sangriento, y será una victoria."

Jon asintió, confiando en las habilidades de su aliada. Sabía que Asha era implacable cuando se trataba de la guerra. Esta era una oportunidad para debilitar a los Tyrell y, con suerte, a Daenerys.

El viento azotaba los campos verdes del Dominio cuando Asha y su flota llegaron a la costa, desembarcando rápidamente en las sombras de la noche. Los hombres de hierro, ágiles y silenciosos, avanzaban con una precisión casi aterradora, moviéndose como fantasmas a través del terreno hasta alcanzar la encrucijada que Jon había señalado.

Asha lideraba el grupo desde el frente, con sus ojos fijos en el horizonte. Sabía que la caravana de los Tyrell no tardaría en aparecer. Según sus informantes, llevaban oro y armamento hacia Rocadragón, un envío crucial para reforzar las fuerzas de Daenerys y los Graegoris.

No pasaron más de unas pocas horas antes de que las siluetas de los caballos y las carretas se asomaran en la distancia, avanzando lentamente por el camino. Las banderas de los Tyrell ondeaban con orgullo en lo alto, sin sospechar que la muerte les aguardaba en la encrucijada.

Asha alzó una mano, señalando a sus hombres que se prepararan para el ataque. Los arqueros tensaron sus cuerdas, y los hombres con espadas y hachas se agazaparon detrás de las rocas y árboles, esperando la señal.

Cuando la caravana llegó al punto exacto, Asha dejó caer la mano.

— "¡Ahora!" gritó.

Los hombres de hierro salieron de sus escondites, atacando con furia salvaje. Las flechas volaron por el aire, impactando en los escoltas Tyrell antes de que pudieran reaccionar. Los gritos de los guardias resonaron mientras caían uno tras otro, tomados completamente por sorpresa.

Asha, montada en su caballo, lideró la carga frontal. Con su hacha en alto, cortó a través de los guardias restantes, quienes intentaban desesperadamente defender las carretas. Pero el ataque había sido demasiado rápido, demasiado preciso. Los Tyrell no tuvieron tiempo de organizar una defensa adecuada.

Los hombres de hierro tomaron el control de las carretas, desenganchando los caballos y matando a cualquiera que intentara resistir. Asha se giró hacia uno de sus capitanes, su expresión llena de satisfacción.

— "Carga el oro y el armamento en nuestros carros," ordenó. "Rápido, antes de que lleguen refuerzos."

Mientras sus hombres trabajaban, Asha dirigió su mirada hacia el horizonte. Sabía que este ataque no destruiría a los Tyrell, pero sin duda los debilitaría. Y cada golpe a los aliados de Daenerys era un paso más hacia la victoria de Jon Snow.

Los hombres de hierro trabajaron con la eficiencia de saqueadores experimentados, cargando el oro y el armamento en sus propios carros. El sonido de las ruedas girando sobre la tierra era un recordatorio del éxito de su misión.

Pero justo cuando pensaban que la victoria estaba asegurada, un grupo de jinetes apareció en el horizonte. Refuerzos de los Tyrell, quizás alertados por algún superviviente o por la demora de la caravana.

Asha frunció el ceño, pero no vaciló.

— "¡Formad una línea!" gritó a sus hombres. "¡Defended el oro a toda costa!"

Los hombres de hierro se alinearon rápidamente, alzando sus escudos y preparando sus armas para el combate. Los jinetes Tyrell, liderados por un capitán de aspecto fiero, cargaron contra ellos con lanzas y espadas, sus gritos de guerra resonando en el aire.

La colisión fue brutal. Las espadas chocaron contra los escudos, y los gritos de batalla llenaron el aire. Los hombres de hierro, aunque superados en número, lucharon con la furia que los caracterizaba. Asha, en el centro de la batalla, cortaba a través de los jinetes con una precisión letal.

El capitán Tyrell se abrió paso hasta ella, sus ojos llenos de odio. Asha sonrió, desafiante, y levantó su hacha para encontrarse con él. El choque de sus armas fue como un trueno, y durante unos instantes, los dos guerreros lucharon en un duelo feroz.

Finalmente, Asha logró desarmar al capitán, derribándolo de su caballo con un golpe devastador. La batalla terminó rápidamente después de eso. Los refuerzos de los Tyrell, viendo caer a su líder, comenzaron a retirarse, dejando el campo de batalla en manos de los hombres de hierro.

Con la victoria asegurada, Asha ordenó a sus hombres que completaran la carga de los carros. Cuando el último trozo de oro y la última espada fueron asegurados, ella montó su caballo y miró una vez más el campo de batalla. La Batalla de la Sombra del Viento había sido un éxito rotundo.

— "Que Jon Snow sepa que tenemos lo que vinimos a buscar," dijo Asha, su voz firme. "Hoy hemos debilitado a los Tyrell. Pero esto es solo el comienzo."

Mientras se alejaban con su botín, los hombres de hierro sabían que habían logrado una victoria importante, pero también que la guerra estaba lejos de terminar.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora